En un tiempo de Aflicción

A ti que te encuentras en aflicción:

Debes saber que sólo Dios puede darte la paz que conforte tu corazón en estos momentos difíciles en tu vida. La aflicción lleva a buscar consuelo y esperanza en Dios, aunque el horizonte se vea humanamente oscuro, sabiendo que detrás de todo lo que pasa en nuestras vidas Él está en control.  No debes dudar que la misericordia de Dios es grande en tu vida. La Palabra de Dios indica que hemos nacido en pecado, y eso, sin duda alguna se corrobora en nuestras formas de actuar y en la manera en que muchas veces nos hemos olvidado de Dios sin ni siquiera considerar que gracias a Él vivimos, nos movemos y somos. A pesar de que hemos pecado contra Dios y merecemos estar separados de Él, en Su infinita misericordia nos concede de Su gracia al prometer darnos vida aunque la paga del pecado es muerte. ¿Quiere decir que Dios pasa por alto nuestros pecados? No, pero en Su gracia nos concede vida y circunstancias que nos hacen volvernos a Él.

Todos somos testigos que las circunstancias difíciles de la vida nos hacen apreciar más y más a quienes tenemos a nuestro alrededor; nos hacen apreciar las cosas nobles de la vida como la familia, los hijos, las amistades, la nobleza, el aprovechar el tiempo que Dios nos da, etc., pero también nos hacen darnos cuenta lo frágiles y finitos que somos. El salmo 90 nos recuerda que “acabamos nuestros años como un pensamiento,” y la epístola de Santiago capítulo 4 verso 14 pregunta, “¿Qué es nuestra vida?” Y contesta, “Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.”

En base a esto podemos contestarnos el porqué Dios permite el sufrimiento. El sufrimiento y las circunstancias difíciles de la vida Dios las usa para que apreciemos lo que verdaderamente tiene valor delante de Él en esta vida, y también para que recordemos que nuestra vida es frágil y que debemos estar preparados para la vida por venir.

Es por ello, que las circunstancias en las que te encuentras, aunque otros digan lo contrario, son una expresión del amor y la misericordia de Dios para contigo. Es ahora, que cada minuto es valioso y deseamos usarlo sabiamente en compañía de nuestros seres queridos, es ahora cuando lo material se convierte en algo secundario y no lo que controla nuestras vidas, es ahora cuando nos ponemos seriamente a pensar en la eternidad y nos preguntamos, ¿Estoy preparado?, ¿Estoy preparado para ir al encuentro de Dios?, ¿Estoy espiritualmente listo para ir a la presencia de Dios? Dios en Su gracia concede estos tiempos difíciles para meditar y prepararnos para la eternidad. Esto no es más que la misericordia de Dios para nuestras vidas, ya que aunque nos encontramos alejados de Él, Él se toma el tiempo para tratar con nosotros y traernos a meditar en Él, para que finalmente arreglemos nuestras cuentas con Él mientras estamos con vida. Estas palabras las deberíamos de considerar en cada momento de nuestra vida, no sólo en los momentos difíciles. Son cosas que toda persona debe considerar ya que la vida es un regalo de Dios que se nos puede quitar en el momento que menos lo esperamos, y desgraciadamente la mayoría de las personas no están listas para ir a la presencia de Dios.

Querido amigo, estos momentos difíciles son preciosas oportunidades para meditar en Dios, y encontrarás que todo tiene un propósito cuando voltees a Dios en busca de consuelo y fortaleza en la hora de aflicción. Pero debes saber que en Dios no sólo hay consuelo y fortaleza, sino salvación.

La pregunta obligada es la siguiente, ¿Cómo enfrentaré a Dios algún día, como mi Juez o como mi Salvador? Debes saber que todos nos presentaremos delante del juicio de Dios algún día, algunos sin esperanza, pero otros con la certeza de que alguien ha respondido por ellos; y ese alguien es el Señor Jesucristo. La Biblia enseña en Hechos 17:31 que “Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” Ese varón que juzgará es el Señor Jesucristo. La Biblia indica también que Dios ha dado todo juicio al Hijo (Jn. 5:22), y que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Sí, Cristo es el Salvador de los que vienen a Él, pero es el Juez de los que le rechazan.

Nuestra condición es la siguiente; somos pecadores y nuestro pecado nos separa de Dios y ha hecho ocultar el rostro de Dios de nosotros. Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. La justicia de Dios demanda muerte (física y espiritual) como la paga del pecado. El veredicto final, debido a nuestra condición, es que estamos separados de Dios y con rumbo al infierno.

Pero, las buenas nuevas son que “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Sí, así como hay un solo Dios, así también hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo-Hombre. Nuestros pecados nos condenan, y cada uno de nosotros nos hemos descarriado por nuestro propio camino, pero Jehová ha cargado en Cristo el pecado de todos nosotros. El pecado que nos separa de Dios fue llevado en la cruz por el Hijo de Dios.

Al que no conoció pecado (es decir, a Cristo) Dios le hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21). Es decir, Cristo llevó nuestro pecado dejando así satisfecha la justicia de Dios que demanda muerte debido al pecado.

Ahora podemos acercarnos a Dios por el sacrificio de Cristo en la cruz por nuestros pecados. Nosotros somos injustos y merecemos ser condenados, pero Él, que es Justo, murió por nosotros los injustos para llevarnos a Dios. Él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre Él y por su muerte podemos ser nosotros curados (Isaías 53:5). Sí, merecemos estar separados de Dios por nuestros pecados, pero creyendo que Cristo es Dios, que Él es el Señor, que murió por nuestros pecados, y confiando exclusivamente en lo que Él hizo en la cruz por nosotros, podemos ser salvos de la condenación en el infierno.

La salvación está disponible ahora en Cristo, pero debemos decidir personalmente aceptarle como nuestro Único y suficiente Salvador.

Gloria a Dios Cristo es el ÚNICO camino para ir al cielo, Él es la ÚNICA verdad que nos revela la verdadera salvación y Él es el ÚNICO que puede darnos vida ya que estamos muertos en nuestros delitos y pecados.

En Juan 14:6 Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” No hay otro camino aparte de Cristo, como Él lo dijo enfáticamente. Las buenas obras no nos salvan, porque aunque son dignas de Dios, no pueden quitar nuestro pecado. El pecado demanda muerte, no demanda obras. Por más buenas obras que hagamos, esto no quita nuestro pecado. Es bueno hacer buenas obras por supuesto, pero ellas no tienen la capacidad de dar salvación, la salvación SÓLO está en Cristo. Las buenas obras deben ser el resultado de la salvación que sólo Cristo da.

Asimismo, una determinada religión no nos salva ya que la verdad no es una religión sino una persona, el Señor Jesucristo.

Estimado amigo, Dios envió al Señor Jesucristo a morir por ti y por mí y Él con gusto fue a la cruz en nuestro lugar. Cristo desea y puede salvar a todo aquel que arrepentido viene a Él. Esta es la ÚNICA forma en que podemos arreglar nuestras cuentas con Dios. Nuestra deuda ha sido pagada en la cruz, pero debemos aceptar lo que Cristo hizo por nosotros y aceptarlo en nuestra vida como nuestro único y suficiente Salvador dejando a un lado todo aquello que nosotros creamos que puede llevarnos a Dios aparte de Cristo.

Sin duda, Dios te ha concedido este tiempo de aflicción para preparar tu corazón y depositar en Cristo tu fe. Será importante que hables a solas con Dios y con Cristo; y arrepintiéndote de tus pecados deposites tu fe en Cristo como tu único y suficiente Salvador. Al hacerlo con sinceridad, Dios te hará nacer de nuevo. Jesús dijo, “de cierto de cierto os digo que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). El Nuevo Nacimiento es una obra que Dios hace en el corazón del pecador cuando arrepentido va a Cristo, creyendo que sólo Él le puede salvar, y clama a Él por salvación.

Estimado amigo, tómate de Dios, deposita tu fe en Cristo, y descansa en la obra redentora de la cruz. La Biblia dice que “a los que reciben a Cristo creyendo en Él, Dios les concede la potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). ¡O qué bueno saber que podemos llamar a Dios Padre y que Cristo es quien intercede por nosotros! Echa toda tu ansiedad sobre Él, porque tiene cuidado de todos los que claman a Él por salvación. Debes saber que estamos orando por ti y por todos los que como tú están pasando momentos difíciles. Sin duda ha sido difícil todo esto, pero Dios tiene un propósito.

Te agradezco que te hayas tomado el tiempo para leer este mensaje; te animo en este tiempo difícil. Todo está bien en las manos del eterno Dios. El mayor deseo de Dios es que vengas al conocimiento personal de Cristo en tu corazón.

Sigue leyendo más  respuestas Biblícas a preguntas importantes.     

 

 

 

 

 

 

 

 

Volver arriba