La Reforma Protestante – Lecciones

Estos son las lecciones escitas del estudio de la Escuela Dominical acerca de la Reforma Protestante. También se puede escuchar a las clases grabadas.

Lección 1

  1. Este año se conmemora el 500 aniversario de la Reforma Protestante.
    1. La historia establece como fecha de la Reforma Protestante el 31 de octubre de 1517, cuando Martín Lutero, un monje agustino alemán, publicó 95 tesis en una puerta de la iglesia en la ciudad universitaria de Wittenberg.
    2. Lutero desempeñó un papel fundamental en esta Reforma Protestante. Desafió a la autoridad del papado al afirmar que la Biblia era la única fuente de autoridad religiosa. Lutero creía que la salvación sólo se podía adquirir a través de la fe en Jesucristo y no requería necesariamente de la asistencia a la Iglesia.
    3. En 1516 y 1517, Johan Tetzel, un fraile dominico que sirvió como comisionado de indulgencias papales, fue enviado por la Iglesia Católica hasta Alemania con el fin de vender indulgencias para conseguir dinero para la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en Roma.
      1. Las indulgencias consistían en que ciertas consecuencias del pecado, como la pena temporal del mismo, podan ser objeto de una remisión o indulgencia (del latín indulgentia: “bondad, benevolencia, gracia, remisión, favor”) concedida por determinados representantes de la Iglesia y bajo ciertas condiciones.
      2. Lutero protestó por la práctica de la venta de indulgencias en un escrito enviado a Alberto, arzobispo de Maguncia y Magdeburgo el 31 de octubre de 1517. Lutero adjuntó una copia de las controversias que para él suscitaban dichas indulgencias, lo que luego se convirtió en las famosas 95 Tesis. Su tesis 86 era toda una declaración de intenciones: “¿Por qué no el Papa, cuya riqueza es hoy mayor que la de cualquier rico, no construye la Basílica de San Pedro con su propio dinero en vez de con el dinero de los pobres creyentes?”.
      3. Para Lutero el perdón era sólo una prerrogativa de Dios. La venta de las indulgencias y las absoluciones no eran aceptables. Los cristianos debían obtener su salvación por la fe en Cristo, y no por la compra de las indulgencias.
    4. Lutero colgó una copia de sus 95 Tesis en las puertas de la iglesia del Castillo de Wittenberg, el mismo día que había redactado la carta que hoy se considera el origen de la Reforma Protestante. En dos semanas, sus tesis recorrieron toda Alemania, y en un mes ya se conocían en toda Europa.
      1. Lutero publicó esta Tesis simplemente como una de las prácticas académicas más comunes de su época. Un individuo podía publicar sus creencias personales como una invitación al debate.
      2. Poco sabía Lutero que este único acto de invitación se extendería al mundo en una reforma.
    5. Este comienzo ganaría rápidamente adeptos a través de los estados alemanes, de los Países Bajos, Escandinavia, Escocia, y porciones de Francia.
      1. Este movimiento sería apoyado por una serie de individuos que simpatizaban fuertemente con la causa de Martín Lutero.
      2. Otros manipularían el movimiento para su propia ventaja y no para el Señor y Su Palabra en los corazones de los hombres.
  2. La Historia detrás del término Protestante.

Históricamente, el término Protestante fue dado a los teólogos, magnates y delegados presentes en la Dieta Imperial Romana de Espira de 1529. Estos individuos protestaron contra la decisión de la mayoría de revocar la Dieta anterior de Espira de 1526. Esta Dieta anterior había suspendido el edicto de Carlos V en la Dieta de Worms (1521) en el que había condenado a Lutero, sus escritos y sus seguidores. La Dieta de Espira de 1526 también había suspendido temporalmente la exigencia de que todos los distritos en Alemania fueran católicos romanos, incluso si los electores o príncipes de dichos distritos fueran luteranos.

  1. La Dieta de Worms de 1521.
    1. La Dieta de Worms fue una asamblea de los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico llevada a cabo en Worms (Alemania) del 28 de enero al 25 de mayo de 1521. Fue presidida por el recién nombrado emperador Carlos V de Alemania
    2. El aspecto históricamente más relevante de la Dieta fue la comparecencia de Martín Lutero, quien fue convocado para que se retractara de sus famosas tesis. Del 16 al 18 de abril, Lutero habló delante de la asamblea, pero en vez de abjurar, defendió con energía su actitud protestante.
    3. El Edicto de Worms establecido en esta Dieta catalogaba a Lutero como un delincuente y se prohibía la lectura y posesión de sus escritos. Además, autorizaba a cualquiera a matar a Lutero sin sufrir consecuencias penales.
    4. No respetando el acuerdo que le garantizaba a Lutero un regreso seguro, se incluyó en el Edicto que Lutero fuera prestamente arrestado y condenado. Con el fin de protegerlo, el príncipe Federico de Sajonia organizó un secuestro simulado en el camino a casa y lo escondió en el castillo de Wartburg. Durante el período que estuvo en Wartburg, Lutero inició la traducción de la Biblia al alemán.
    5. Cuando al fin Lutero salió de su refugio, el emperador estaba más preocupado por cuestiones militares. Además, a causa del creciente apoyo público a favor de Lutero entre las demarcaciones alemanas, el Edicto de Worms jamás llegó a ser implementado. Lutero continuó con su obra de reforma hasta su muerte en 1546.
  2. La Dieta de Espira de 1526.
    1. La Dieta de Espira de 1526 fue una dieta del Sacro Imperio Romano Germánico celebrada en 1526 en la Ciudad Imperial Libre de Espira.
    2. La decisión más importante tomada en esta Dieta fue que no se podía forzar el Edicto de Worms, lo que suponía que cada príncipe podía decidir si permitía en sus territorios la enseñanza y el culto luteranos (Cuius regio, eius religio). Este acuerdo tenía validez hasta que algún Concilio General pudiese encararlos o pronunciarse sobre los asuntos religiosos suscitados por Martín Lutero.
    3. El ambiguo edicto de la Dieta resultó en una suspensión temporal del Edicto de Worms y ayudó a la expansión del protestantismo. Estos resultados fueron repudiados en la dieta de Espira de 1529.
  3. La Dieta de Espira de 1529.
    1. La Dieta de Espira de 1529 fue una dieta del Sacro Imperio Romano Germánico celebrada en 1529 en la Ciudad Imperial Libre de Espira.
    2. En esta reunión, se condenaron los resultados de la Dieta de Espira de 1526 y se prohibieron futuras reformas. Las fuerzas católicas prevalecieron en su intención de revertir la concesión que se había hecho a los príncipes en 1526 de escoger la religión que había de ser obligatoria para sus súbditos. El Edicto de Worms iba a ser forzado, después de todo, sin esperar a convocar un Concilio General.
  4. La Protesta de Espira.
    1. Es el documento que seis príncipes y catorce ciudades libres alemanas del Sacro Imperio Romano Germánico presentaron el 19 de abril de 1529 para protestar contra el edicto del Emperador Carlos V, que anulaba la tolerancia religiosa que había sido legalmente concedida a los principados alemanes, con el fin de reprimir al movimiento de reforma de la Iglesia católica iniciado por Martín Lutero en 1517. Está considerado como uno de los documentos más importantes del protestantismo, del cual toma su denominación.
    2. Los miembros que apoyaban las enseñanzas y prácticas luteranas se opusieron a través de la Protesta de Espira al acuerdo emanado de la Dieta de Espira de 1529; y a partir de esta protesta se les conoció como protestantes.
  5. El término Protestante no se aplicó inicialmente a los reformadores, sino que más tarde se usó para describir a cualquier persona que se opusiera y protestara contra la Iglesia Católica Romana.
    1. Era la esperanza al principio del movimiento reformador que la Reforma tuviera lugar dentro de la Iglesia Católica Romana. Habían sucedido algunas reformas «prácticas», pero la clave sería una reforma «doctrinal».
    2. Pero la Iglesia rechazaría esto, y así los que «protestaban» se verían obligados por su conciencia a separarse de la Iglesia Católica Romana. Pero los que se separaron elegirían varias direcciones de identificación:
      1. En Alemania y algunos países del este de Europa – las Iglesias Luteranas.
      2. En Suiza y los Países Bajos – las Iglesias Reformadas.
      3. En Escocia – las iglesias presbiterianas.
      4. En Inglaterra – la Iglesia Anglicana.

III. Tres cuestiones teológicas cruciales de la Reforma trajeron la separación de la Iglesia Católica Romana y se convirtieron en el sello distintivo de la predicación de los hombres de Dios del movimiento inicial.

  1. La Autoridad Suprema de la Escritura.
    1. Esto se convirtió en una de las consignas de la Reforma.
    2. Es la creencia que la doctrina encontrada en la Biblia es la única autoridad para el cristiano en asuntos de fe, vida y conducta.
    3. Las enseñanzas y tradiciones de la iglesia deben estar completamente subordinadas a las Escrituras.
    4. La Iglesia Católica Romana cree que tanto la tradición como la Escritura son del mismo inspirado «depósito de fe».
  2. La Justificación por Fe era otra consigna de la Reforma. Esta doctrina sostiene que somos justificados ante Dios (y así salvados) por la fe solamente, y no por cualquier cosa que hacemos, no por cualquier cosa que la iglesia hace por nosotros, y no por la fe más cualquier otra cosa.
  3. El Sacerdocio de Todos los Creyentes fue otro gran principio enseñado. Los creyentes son un «santo sacerdocio» (1 Pedro 2:5). Todos los creyentes son sacerdotes delante de Dios a través de nuestro gran sumo sacerdote Jesucristo. Esto también se encuentra en 1 Timoteo 2:5, porque como creyentes todos tenemos acceso directo a Dios a través de Cristo, y no hay necesidad de un mediador terrenal. El concepto católico romano del sacerdocio fue visto como algo sin ninguna autorización en la Escritura.
  4. Como resultado de estos principios, los Reformadores rechazaron la autoridad del Papa, el mérito de las buenas obras, las indulgencias, la mediación de María y los santos, excepto los dos sacramentos instituidos por Cristo (bautismo en agua y la Cena del Señor). También rechazaron la doctrina de la transubstanciación, la misa como sacrificio, el purgatorio, las oraciones por los muertos, las confesiones a un sacerdote, el uso del latín en los servicios y toda la parafernalia que expresaban estas ideas.

IV. A medida que la Reforma Protestante continuaba desarrollándose, surgieron cinco «solas» clásicas:

  1. Sola Scriptura (Sola Escritura) – Esta preciosa doctrina surgió como la gran columna vertebral de la Reforma declarando que la Biblia es la autoridad suprema para la fe, la doctrina y la práctica. Esta declaración era imperativa en la confrontación de la Reforma para con Roma, ya que la Iglesia Romana creía que la tradición era igual a la Escritura. Cuando la contradicción surgió entre las dos, los Reformadores creían que la Escritura debía ser la autoridad suprema y su fe estaba en la Escritura sola.
  2. Sola Fide (Sola Fe) – También fue reconocido por los primeros reformadores que «Sola Fide» no se entiende correctamente hasta que se ve anclada en el principio más amplio de «Sola Gratia», sólo por gracia. Así, los reformadores estaban llamando a la iglesia a la enseñanza básica de la Escritura donde Pablo declaró: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2: 8, 9).
  3. Sola Gratia (Sola Gracia) – Los Reformadores exigieron que la salvación se basara únicamente en la gracia del Señor Jesucristo y Su solo mérito. El hombre no es salvo por sus propios méritos o justicia, por buenas obras. Es sólo a través del favor inmerecido de Dios en la gracia de Cristo que el hombre puede conocer la salvación.
  4. Solus Christus (Solo Cristo) – Esta «sola» vino cuando la Reforma comenzó a desenvolverse, en el hecho que Dios nos dio la última revelación de Sí Mismo enviando a Cristo Jesús. Es a través de Cristo solamente, y la revelación de Cristo en las Escrituras solamente, que el hombre viene a conocer a Dios. No hay rituales religiosos o buenas obras entre Dios y nosotros que puedan producir la salvación. Es solamente a través del singular nombre de Cristo y Su muerte sacrificial que el hombre puede ser redimido de todo pecado.
  5. Soli Deo Gloria (Sólo para la gloria de Dios) – La resolución final de estas cinco “solas” es sólo traer gloria a Dios. La motivación para conocer la salvación es la gloria de Dios. El Catecismo de Westminster declara que el principal fin del hombre es «glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre».

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Lección 2

IV. Presagios de la Reforma.

  1. La Reforma comenzó como una reacción contra los males que la gente veía en la Iglesia Católica. Normalmente se da el año 1517 como el comienzo de la Reforma, pero la gente había empezado a cambiar sus actitudes hacia la iglesia mucho antes de eso.
  2. Un cambio de actitud tomó lugar por causa de las condiciones en la propia Iglesia Católica. La gente se dio cuenta que los líderes de la iglesia, incluyendo los papas, vivieron en lujos adquiridos por las ofrendas de los pobres. Oyeron que los hombres podían pagar para recibir puestos como líderes de la iglesia (Simonía – Hch. 8:18-20), fueran o no aptos para tales oficios, y que el dinero era destinado para hacer más ricos a los líderes.
  3. El pueblo común estaba molesto por la corrupción y abuso de poder en la iglesia. Ellos estaban listos para un líder quien hablara a favor de algunos cambios.
  4. Más gente empezó a pensar más profundamente acerca de los asuntos de religión. Durante el Renacimiento los estudiosos aprendieron los idiomas originales de las Escrituras, y algunos usaron su conocimiento para estudiar la Biblia más a fondo.
    1. Plantearon nuevas preguntas – preguntas inquietantes – acerca de la Iglesia Católica. ¿Era algo cierto sólo porque los líderes católicos así decían? ¿Era una práctica correcta sólo porque era una tradición católica?
    2. Algunos individuos estaban comenzando a entender que la Biblia tiene las respuestas a tales preguntas.
  5. La invención de la imprenta por Juan Gutenberg en 1450 d.C., hizo posible que más personas tuvieran la Biblia. La gente comenzó a ver la Iglesia Católica a la luz de la Palabra de Dios y a darse cuenta de lo anti-bíblico de muchas de las aseveraciones y tradiciones de la Iglesia.
  6. Asimismo, el pensamiento de la gente estaba cambiando porque unos hombres valientes se propusieron deliberadamente a cambiarlo.

V. Reformadores que vinieron antes de la Reforma Protestante que eran conocidos como «Pre-Reformadores» o «Precursores» de la Reforma.

Ningún movimiento de la historia jamás emerge en su completa madurez. Cada suceso de la historia tiene su fuente, y la Reforma no es una excepción a esta regla. Los orígenes de la Reforma iniciaron en la Edad Media y la condición social, política, cultural y especialmente religiosa de dicha era de la historia. Así como Juan el Bautista sirvió como precursor del Señor Jesucristo, algunos santos valerosos de la etapa final de la Edad Media prepararon el camino para la llegada de Lutero, Zwinglio, Calvino, Knox y otros que guiaron la Reforma en Europa. Los más importantes de estos líderes fueron el pre-reformador inglés Juan Wycliffe y el bohemio (checoslovaco) Juan Huss.

Dos vergonzosos eventos de la primera parte de los 1400s marcaron el desprecio de estos nobles hombres. En 1415, debido a la insistencia del Concilio de Constanza, Juan Huss de Bohemia fue quemado en la hoguera. En 1429, debido al decreto del mismo Concilio, los restos de Juan Wycliffe de Inglaterra fueron exhumados y quemados; sus cenizas fueron entonces esparcidas en un río cercano. Lo que podría haber sido un vergonzoso final para ambos hombres, sin embargo, eventualmente vino a ser un emblema de honor. El rechazo de la corrompida iglesia sólo sirvió para vindicar a dos hombres que amaron la verdad más que sus propias vidas.

  1. John Wycliffe (1320-1384).
    1. Teólogo inglés que defendió la autoridad de la monarquía contra las pretensiones romanas y propugnó la secularización de los bienes eclesiásticos. Enseñó teología en Oxford, donde redactó una Summa eclesiológica, impulsó la traducción de la Biblia al inglés y formó predicadores que anunciaban un igualitarismo religioso y social apoyado sólo en textos bíblicos. Al producirse el gran Cisma de Occidente, concibió el proyecto de una Iglesia desligada del papado. Condenó las indulgencias y sostuvo la suprema y exclusiva autoridad de las Escrituras; se inclinó a favor de los campesinos, con lo que incrementó su popularidad, pero se hizo sospechoso ante la corona. Tras su muerte, sus doctrinas serían condenadas en el Concilio de Constanza (mayo de 1415).
    2. Este “Lucero de la mañana de la Reforma”, como ha sido llamado, criticó tanto en palabras como en escritos la corrupción espiritual de su era, y apremió a los cristianos a seguir la Escritura en lugar que la Iglesia Institucional.
    3. Un siglo y medio antes de la Reforma, este erudito inglés estaba angustiado por lo poco que los líderes de la iglesia instruían a la gente de Dios. La gente no tenía la Biblia en inglés, y la mayoría de los ingleses no la hubiera podido leer si hubieran tenido una.
    4. Wycliffe dijo: “Den al pueblo el Libro, y yo predigo que ellos aprenderán a la leer y nacerán de nuevo”. Wycliffe y sus ayudantes tradujeron la Biblia del latín al inglés, lo que se considera la primera traducción inglesa de la Biblia.
    5. Para poder esparcir más efectivamente la Palabra de Dios, Wycliffe mandó predicadores o evangelistas itinerantes a quienes llamó “sacerdotes podres”. Asimimos aquellos que lo siguieron fueron llamados «Lolardos», y sostuvieron la posición doctrinal de que la Biblia era la única autoridad para la fe y la práctica cristiana. Sus predicadores fueron perseguidos y muertos por predicar la Biblia. Alguien dijo que Wycliffe enseño a estos hombres fieles cómo vivir, cómo predicar y cómo morir.
    6. Wycliffe argumentó que ya que la Biblia es la inerrante e inspirada Palabra de Dios, ésta debe ser la autoridad final, ya que “ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. Aun tuvo la audacia (a los ojos de sus contemporáneos) de declarar radicalmente que la “Ley de Dios” debe estar por encima de los pronunciamientos de la iglesia. Estaba convencido que la “fe depende de las Escrituras” y que “todo cristiano debe estudiar este libro debido a que es la verdad completa”.
    7. Wycliffe dio un paso adelante en la historia y atacó fuertemente las corrupciones que vio dentro de la iglesia romanista, que incluía: la venta de indulgencias, el énfasis en las peregrinaciones, la veneración de los santos y los bajos estándares morales e intelectuales de los sacerdotes ordenados.
    8. Rechazó la autoridad del Papa considerando que no tiene fundamento o prueba en la Escritura. También contendió contra el celibato clerical, la transubstanciación y la confesión oral obligatoria.
    9. La opinión pública respecto a Wycliffe evolucionó en la misma medida en que su crítica se acentuaba. Mientras en la fase jurídica y nacional de la controversia contó con el favor y la protección del Parlamento, de la nobleza e incluso del ejército, las clases dirigentes mostraron menos entusiasmo cuando el jurista arremetió contra los poderes sacramentales de la Iglesia, y sobre todo cuando estalló una insurrección de campesinos contra la opresión fiscal de la nobleza (1381), que podía tener su origen en la difusión de las ideas de Wycliffe.
    10. Un concilio convocado en Londres en 1382 por Courtenay, el arzobispo de Canterbury, condenó como heréticas, erróneas y perniciosas veinticuatro proposiciones extraídas de sus escritos, en su mayor parte concernientes a la eucaristía. Ni la misma corte pudo impedir su expulsión de Oxford, pero las sanciones episcopales no pasaron más allá.
    11. El reformador se retiró a su parroquia de Lutterworth, donde escribió varias de sus obras. Wycliffe nunca titubeó en su fe, a pesar de la furiosa oposición de sus enemigos. Murió de una muerte natural el 31 de diciembre de 1384.
    12. La influencia de John Wycliffe fue considerable; en él se apoyaron Juan Huss y el cisma de Bohemia, y sus ideas prepararon el camino a la Reforma. El concilio de Constanza, al condenar las doctrinas de Huss, ordenó que los huesos de Wycliffe fuesen exhumados y quemados; en 1429 dicho orden se llevó a cabo y sus cenizas fueron esparcidas en el río Swift, un río cercano a su tumba.

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Lección 3

  1. John Huss (1369-1415).

El graznido del ganso de Bohemia.

  1. Uno de los precursores de la gran reforma del siglo XVI fue un joven profesor checo llamado Juan Huss. Su vida y su muerte fueron una poderosa antorcha que alumbró en las tinieblas, y que anunció la luz más brillante que habría de manifestarse un siglo más tarde.
  2. Juan Huss nació el año 1369. Era originario de Hussenitz, aldea del sur de Bohemia, de la cual tomó su nombre. Se le conoció primero como Juan de Hussenitz, y más tarde simplemente como Juan Huss.
  3. Hijo de un campesino pobre que murió tempranamente, fue criado con mucho esfuerzo por su madre. Su piedad y fervor religioso se manifestaron en él desde su infancia, pues participó como monaguillo y cantó en el coro de la iglesia. Las lecturas piadosas le apasionaban. Cierta noche que leía la vida de san Lorenzo cerca de la chimenea, acercó su mano al fuego para probar hasta dónde sería capaz de soportar los tormentos que Lorenzo había sufrido. ¡Como si anunciase tempranamente la forma en que había de glorificar a Dios!
  4. Fue también un joven brillante. Pese a la adversidad que le rodeaba, logró llegar a la Universidad de Praga, en la capital del país. Una vez allí, no sólo fue buen alumno, sino también un buen profesor. Pero más que eso: al poco tiempo fue elegido decano de la Facultad de Filosofía, y luego rector de la Universidad, cuando tenía sólo 31 años de edad.
  5. Por este tiempo fue nombrado predicador de la capilla Belén en Praga. Esta capilla había sido construida por dos laicos, con el expreso deseo de que en ella se predicase la Palabra de Dios al pueblo en lengua común. Cuando estuvo construida, ellos pensaron que nadie mejor que Huss debía predicar en ella.

La Luz llega en un libro.

  1. Poco después ocurrió un hecho que sería decisivo para el resto de su vida: llegaron a sus manos unos libros de Juan Wicliffe. En un principio, los libros le desconcertaron, pero luego los apreció hasta convertirse en su admirador. Juan Wicliffe reivindicaba con vehemencia la autoridad de las Sagradas Escrituras, al tiempo que denunciaba la corrupción que había en los ambientes religiosos. Su predicación poderosa y sus libros llenos de luz habían llenado de gozo al pueblo, pero habían suscitado también mucho revuelo.
  2. Cuando la luz de la verdad resplandeció en el corazón de Juan Huss, comenzó a predicar en esa misma dirección. Inevitablemente, se ganó la odiosidad de los religiosos. Aunque el pueblo le escuchaba de buena gana. Así como Wicliffe había estremecido Inglaterra, Juan Huss habría de estremecer a Bohemia.
  3. Cuando la autoridad religiosa vio que la luz reformista comenzaba a tomar fuerza, emitió un decreto para intentar suprimir el esparcimiento de los escritos de Wicliffe, sabiendo que esa era la causa de aquel estropicio. Sin embargo, esto surtió un efecto totalmente inesperado porque toda la Universidad se unió a Huss para propagarlos.
  4. Más tarde se le prohibió predicar. Pero sin embargo, eso no bastó para callarle, debido al apoyo popular, y al hecho de que la capilla Belén era de propiedad privada. Pronto otros habrían de imitarle, recorriendo los pueblos y aldeas predicando al aire libre.
  5. Poco después fue excomulgado por negarse a ir a Roma. Esto trajo algunas reacciones muy comprensibles para la época: El rey le quitó su apoyo y le desterró de Praga. La misma ciudad, por prestarle apoyo, fue anatemizada. Ante esto, algunos seguidores le abandonaron, pero otros le siguieron hasta su destierro en su ciudad natal. Muchos acudían a oírle por curiosidad, tal era la popularidad que había alcanzado el “hereje”. Las muchedumbres se maravillaban de que un hombre tan modesto, tan serio y piadoso fuese considerado como un demonio.
  6. Desde su destierro escribía, a sus amados feligreses de Belén, hermosas cartas llenas de ternura y espiritualidad: “Sabed, queridos míos, que si me he separado de vosotros ha sido para seguir el precepto de nuestro Señor Jesucristo, para no dar a los malos ocasión de incurrir en una condenación eterna y para liberar a los buenos de aflicciones… Pero yo no os he abandonado para retractarme de la verdad divina, por la cual, con la asistencia de Dios, deseo morir”. En esos días dio a luz numerosos libros que ayudaron a esparcir la verdad.

El Concilio de Constanza.

  1. Sin embargo, se acercaba el día en que no sólo habría de predicar con sus palabras, sino con toda su vida. En noviembre del año 1414, la iglesia de Roma convocó a un Concilio en la ciudad de Constanza, Alemania. Huss fue llamado a comparecer ante él. Contando con el aval del rey y del emperador, sus amigos le dejaron partir. El viaje fue entusiasta. Las cortesías e incluso la reverencia con que Huss se encontró por el camino eran inimaginables. Por las calles que pasaba, e incluso por las carreteras, se apiñaba la gente para expresarle su afecto.
  2. Llegó a Constanza en medio de grandes aclamaciones; casi se puede decir que tuvo una entrada triunfal. Al igual que aquella otorgada a su Maestro algunos siglos anteriores, ésta también habría de ser la antesala de un día muy oscuro para él. No dejaba de asombrarle el trato que se le dispensaba: “Pensaba yo que era un proscrito. Ahora veo que mis peores enemigos están en Bohemia”. La ciudad de Constanza estaba conmovida.
  3. La iglesia de Roma atravesaba en esos días por uno de sus peores momentos, así que las deliberaciones del Concilio le obligaron a una larga espera. Entre tanto, fue llamado a declarar ante el Papa, que estaba también en la ciudad. Allí, en el palacio papal se le tomó preso, al negarle toda validez al salvoconducto del emperador, aduciéndose que Huss, siendo un “hereje no tenía derechos.”
  4. Hasta ese día había estado alojado en una casa particular, donde había disfrutado de una relativa tranquilidad. Huss se dedicaba con reposo a la lectura y la oración, pero todo eso terminó ya que ahora fue encerrado en el calabozo de un convento, cerca del cual pasaba una cloaca pestilente. A los pocos días cayó aquejado de una feroz fiebre. Un amigo noble, Juan de Chlum, intentó ayudarle ante el emperador, pero sus órdenes no fueron acatadas ya que la autoridad religiosa tenía más poder que la secular.
  5. Sin embargo, detrás de toda esta terrible escena puede verse una Mano maestra que conducía todas las cosas, para dar a la posteridad un ejemplo que imitar, para consolar los corazones oprimidos y para abrir nuevos caminos de libertad. Un hombre era conducido por el camino de la cruz –aunque no con mucha luz todavía y éste se dejaba llevar dócilmente, tomado de la mano de su Maestro.
  6. Al igual que su Señor, Huss tuvo también un traidor. Uno de sus antiguos amigos encabezó la confabulación de quienes procuraban cazarle y exponerle ante los miembros del concilio.
  7. Durante el encierro experimentó toda clase de privaciones que le trajeron mucho dolor, pero que también suavizaron su carácter impetuoso. En esos días escribía a uno de sus amigos: “Es ahora cuando aprendo a repetir los acentos de los salmos, a orar, a contemplar los sufrimientos de Cristo. En medio de las tribulaciones comprendemos mejor la Palabra de Dios.” Entre tanto, los delegados del concilio intentaban afanosamente quebrantar su voluntad, obteniendo una retractación antes de que éste compareciera a declarar. Ellos temían que Huss hiciera uso de la palabra, tanto como las tinieblas temen a la luz.

Luz en la Cárcel.

  1. Durante su larga permanencia en la cárcel – pues luego fue trasladado, para mayor seguridad, al castillo de Gotleben – la indignación que en otro tiempo solía subir a su corazón cuando era víctima de alguna injusticia, se había cambiado en dulzura y humildad. Esta humildad y resignación le ganaron las simpatías hasta de sus mismos carceleros, quienes acudían a pedirle instrucción y consejo. A petición de ellos escribió algunos tratados, como: “Los Diez Mandamientos,” “La Oración Dominical,” “El matrimonio,” “Los tres enemigos del hombre,” y “Del cuerpo y de la sangre de nuestro Señor Jesucristo.” En las portadas de los tratados puso los nombres de los carceleros a cuya petición los había escrito.
  2. Las cartas escritas por Huss en sus últimos días en la prisión son una de las páginas más heroicas y espirituales de la literatura cristiana. En ella invita a sus amigos a permanecer firmes en sus convicciones y a no buscar vengar su muerte, que ya veía como inminente.
  3. Si le asaltaba algún temor por el suplicio con que le amenazaban, tomaba su Biblia y hallaba consuelo en las promesas de Dios. El ejemplo de los que habían sido fieles hasta la muerte le infundía aliento.
  4. Escribió en una de sus cartas: “Hallo consuelo en estas palabras del Salvador: Bienaventurados sois cuando os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”

Testimonio ante los hombres.

  1. A los nueve meses de estar prisionero, la vida divina que bullía en su interior estaba ya madura para su gloriosa manifestación. Así pues, le llevaron ante el concilio. Trajeron algunos de sus libros y le dijeron si los reconocía como suyos. Luego de examinarlos, dijo: “Míos son, y si alguno de vosotros me hace ver en ellos alguna proposición errónea, la rectificaré con la mejor voluntad.”
  2. Cuando empezó la lectura y acusación, Huss quiso responder, pero apenas había dicho una palabra, se levantaron de todas partes clamores tan confusos que fue imposible hacerse oír. Cuando se apaciguó el tumulto, Huss hizo una cita del evangelio, pero le interrumpieron de nuevo. Unos le acusaban, otros se burlaban. Él guardó silencio.
  3. “Ved” – decían, “cómo calla; claro es que ha enseñado estas herejías.” A lo que él respondió: “Esperaba aquí otro recibimiento; creí que sería escuchado. No puedo dominar tanto ruido; pero si me escucharan, hablaría.” Ese primer día no fue posible seguir la sesión, así que se solicitó que al día siguiente estuviera presente el emperador.
  4. Al día siguiente, ante el emperador, dijo: “Excelentísimo Príncipe: No he venido aquí con la intención de sostener nada tercamente. Si me enseñan cualquier cosa demostrándome ser mejor y más santa que lo que yo he enseñado, estoy pronto a retractarme.” Pero como nadie estuvo dispuesto a emprender semejante demostración, se dio por terminada la sesión.
  5. En la tercera sesión le presentaron 26 artículos que declararon contrarios al dogma de la Iglesia. Huss reconoció como auténticamente suyos 21 de ellos, y dio algunas explicaciones que no satisficieron al concilio. El emperador lo amenazó con la hoguera, pero Huss contestó que él se atenía a la sentencia de Jesucristo, el Juez Todopoderoso, quien no le juzgaría por falsos testimonios.
  6. El emperador era uno de los más interesados en obtener la retractación de Huss, a causa del salvoconducto que le había otorgado, pero todo fue en vano. Ni súplicas, ni seducciones, ni amenazas pudieron conmover al valiente testigo de Cristo. El Señor, en su misericordia, hizo que a través de él la luz brillase en ese lugar, pero ellos no pudieron verla.

El Día Final.

  1. El 6 de julio de 1415 fue llevado por última vez al concilio, y como no aceptase retractarse, le humillaron, desnudándole de sus vestidos sacerdotales. Luego le rasparon con una navaja las yemas de los dedos, y en lugar de la tonsura le pusieron en la cabeza una corona piramidal de papel en la que habían pintado unos diablos espantosos con la inscripción: “El heresiarca”.
  2. Molestos, los prelados le dijeron en latín: “Entregamos tu alma al diablo”. Sin embargo, Huss entregó su alma a Dios, agregando: “Yo llevo con alegría esta corona de oprobio por amor del que por mí la llevó de espinas.”
  3. Marchó al suplicio seguido de los príncipes, escoltado por ochocientos hombres armados y rodeado de una muchedumbre.
  4. Al pasar delante del palacio episcopal, vio una gran hoguera en la que se quemaban sus libros. Huss sólo sonrió.

El Ganso es Sacrificado.

  1. Al llegar al lugar, Huss se arrodilló y repitió algunos salmos. El sacerdote destinado a confesarlo le dijo que abjurara de sus errores, a lo que Huss respondió: “No me siento culpable de ningún pecado mortal y, pronto a comparecer ante Dios, no compraré la absolución sacerdotal con un perjurio.”
  2. Quiso hablar al pueblo en alemán, pero no se le permitió.
  3. Mientras oraba con los ojos alzados al cielo pidiendo el perdón de sus enemigos, se le cayó la corona de papel, pero los soldados la recogieron y se la volvieron a poner, diciendo que debía ser quemado con los diablos a quienes había servido.
  4. Clavaron en tierra una gran estaca a la cual le amarraron con una cadena, y como por casualidad estaba con la cara vuelta al oriente, algunos exigieron que, por ser hereje, le volviesen hacia el occidente. Lo cual hicieron. Al verse así amarrado dijo, sonriente: “Mi Señor Jesús fue atado con una cadena más dura que ésta por mi causa, ¿por qué debería avergonzarme de ésta tan oxidada?”
  5. El elector palatino le invitó por última vez a retractarse, pero él respondió: “Tomo a Dios por testigo de que nunca he enseñado herejía. Mis discursos y mis escritos han sido hechos con el único fin de arrancar las almas de la tiranía del pecado. Por esto sellaré alegremente hoy con mi sangre la verdad que he enseñado, escrito y publicado y que está confirmada en la Ley divina y por los santos padres.”
  6. Luego le dijo al verdugo: “Vas a asar un ganso (“huss” significa ganso en lengua bohemia), pero dentro de un siglo te encontrarás con un cisne que no podrás ni asar ni hervir.” Estas palabras fueron una profecía que se cumplió en Martín Lutero, quien apareció al cabo de unos cien años, y en cuyo escudo de armas figuraba un cisne.
  7. Al encenderse la hoguera, Huss exclamó: “Jesús, Hijo del Dios viviente, ten misericordia de mí.”
  8. Cuando el fuego ya ardía, una mujer, en un arrebato de fanatismo, se acercó a echar un brazado de leña. Ante lo cual, Huss se limitó a decir, con compasión: “¡Santa sencillez!”
  9. Luego se puso a cantar un himno con voz tan fuerte y tan alegre, que se oía a través del crepitar de la leña y del fragor de la multitud. Era el graznido del ganso, un canto muy dulce que ha llegado hasta hoy.
  10. Los perseguidores pueden destruir los cuerpos de los hombres, pero no pueden destruir sus ideas. Su libro De Ecclesia (1413) permanece hasta hoy. Las ideas de Huss fueron esparcidas por sus seguidores. Sus seguidores más radicales, conocidos como los Taboristas, rechazaron todo lo de la fe y práctica de la iglesia romana que no podía encontrarse en las Escrituras. Los Utraquistas tomaron la posición que sólo aquello que la Biblia condena debe ser eliminado.
  11. Algunos del grupo de los Taboristas formaron lo que se ha conocido como la Unitas Fratum (Hermanos Unidos) o los Hermanos Bohemios alrededor de 1450 d. C. Fue de ese grupo que la Iglesia Moraviana, que aún existe, se desarrolló.
  12. El nuevo papa, Martín V, condenó la doctrina husita en su bula Inter Cunctas (1418). Pero la muerte de Huss le convirtió en un héroe nacional para los checos; cuando Segismundo intentó proclamarse rey de Bohemia, estalló una revuelta de los husitas, que controlaron la mayor parte del país entre 1419 y 1478.

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Lección 4

VI. Personajes Clave en la Reforma.

  1. Martín Lutero (1483 – 1546) – Se opuso a las indulgencias que se compran en Alemania en 1517.
  2. Ulrico Zwinglio (1484 – 1531) – Teólogo de Suiza y líder de los primeros movimientos de la Reforma en Suiza. Condenó la venta de indulgencias en 1518.
  3. Juan Calvino (1509 – 1564) – Fue un teólogo y reformador francés que huyó de la persecución religiosa en Francia y se estableció en Ginebra en 1536. Instituyó una forma de gobierno de la iglesia en Ginebra que se ha conocido como la Iglesia Presbiteriana. Insistió en reformas incluyendo el canto congregacional de los Salmos como parte del culto de la iglesia, la enseñanza de un catecismo y la confesión de fe a los niños, y la aplicación de la estricta disciplina moral en la comunidad por los pastores y miembros de la iglesia. Calvino deseaba que Ginebra se convirtiera en una ciudad cristiana modelo, así como en una teocracia.
  4. John Knox (1513 – 1572). Era un ardiente discípulo de Calvino. Knox estableció el protestantismo calvinista como la religión nacional de Escocia. Dejó un poderoso legado político dentro de la rama Calvinista o Reformada del Protestantismo, un legado político conocido como Presbiterianismo.
  5. Henry VIII (1491 – 1547). En 1533, Henry fue excomulgado por el papa por casarse con Ana Bolena y tener al arzobispo de Canterbury para sancionar el divorcio de su primera esposa, Catalina. En 1534, Enrique hizo que el Parlamento inglés aprobara un acto que nombrara al rey y a sus sucesores como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, estableciendo así una Iglesia anglicana nacional independiente.

A. Martín Lutero – El Gran Reformador (1483-1546).

  1. Juan Huss dijo en la cárcel, cuando fue sentenciado por el Papa a ser quemado vivo: «Pueden matar el ganso (en su lengua ‘hus’ quiere decir ganso), pero dentro de cien años aparecerá un cisne que no podrán quemar.»
  2. En la noche del 10 al 11 de febrero de 1483 en Eisleben, en Turingia, región dependiente del electorado de Sajonia, nació ese «cisne». Al día siguiente, el recién nacido fue bautizado en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, y como era ése el día de San Martín, el pequeño recibió el nombre de Martín Lutero.
  3. Ciento dos años después de que Juan Huss expirara en la hoguera, el «cisne» fijó en la puerta de la iglesia de Wittenberg, sus noventa y cinco tesis contra la venta de indulgencias, hecho que dio origen a la Gran Reforma. Juan Huss se equivocó en sólo dos años en su predicción.
  4. Para dar el debido valor a la obra de Martín Lutero, es necesario recordar el obscurantismo y la confusión que reinaban en la época en que él nació. Se calcula que por lo menos un millón de albigenses habían sido muertos en Francia en cumplimiento de una orden del Papa, de que esos «herejes» (que sustentaban la Palabra de Dios) fuesen cruelmente exterminados.
  5. Wycliffe, «la Estrella del Alba de la Reforma», había traducido la Biblia a la lengua inglesa. Juan Huss, discípulo de Wycliffe, había muerto en la hoguera en Bohemia suplicando al Señor que perdonase a sus perseguidores. Jerónimo de Praga, compañero de Huss y también un erudito, había sufrido el mismo suplicio cantando himnos en las llamas hasta que exhaló su último suspiro.
  6. En Italia, quince años después del nacimiento de Lutero, Savonarola, un hombre dedicado a Dios y fiel predicador de la Palabra, fue ahorcado y su cuerpo fue reducido a cenizas, por orden de la iglesia.
  7. Fue en tal época que nació Martín Lutero. Como muchos de los hombres más célebres, pertenecía a una familia pobre.
  8. Sus padres no solamente se interesaban por el desarrollo físico e intelectual de sus hijos, sino también por su desenvolvimiento espiritual. Cuando Martín tuvo uso de razón, su padre le enseñó a arrodillarse al lado de su cama, por las noches antes de acostarse, y rogaba a Dios que hiciese que el niño recordara el nombre de su Creador. (Ecl. 12:1).
  9. Su madre era sincera y devota; así pues, enseñó a sus hijos que considerasen a todos los monjes como hombres santos, y a todas las transgresiones de los reglamentos de la iglesia, como transgresiones de las leyes de Dios. Martín aprendió los Diez Mandamientos y el «Padre Nuestro», a respetar la Santa Sede en la distante y sagrada Roma, y a mirar reverentemente cualquier hueso o fragmento de ropa que hubiese pertenecido a algún santo. Sin embargo, su religión se basaba más en que Dios era un Juez vengativo, que un Amigo de los niños (Mateo 19:13-15).
  10. Siendo ya adulto, Lutero escribió: «Me estremecía y me ponía pálido al oír mencionar el nombre de Cristo, porque me habían enseñado a considerarlo como un juez encolerizado. Nos habían enseñado que nosotros mismos debíamos hacer propiciación por nuestros pecados; que no podemos compensar suficientemente nuestras culpas, sino que es necesario recurrir a los santos del cielo, y clamar a María para que interceda a nuestro favor desviando de nosotros la ira de Cristo.»
  11. El padre de Martín, sintiéndose muy satisfecho con los trabajos escolares de su hijo en la villa donde vivían, decidió mandarlo, cuando cumplió los trece años de edad, a la escuela franciscana de la ciudad de Magdeburgo. El joven se presentaba frecuentemente al confesonario, donde el sacerdote le imponía penitencias y lo obligaba a practicar buenas obras a fin de obtener la absolución. Martín se esforzaba incesantemente por conseguir el favor de Dios, mediante la piedad, y ese mismo deseo lo llevó más tarde a la vida de convento.
  12. Para su subsistencia en Magdeburgo, Martín tenía que pedir limosna por las calles, cantando canciones de puerta en puerta. En vista de ello sus padres, pensando que en Eisenach lo pasaría mejor, lo enviaron a estudiar en esa ciudad, donde, además, vivían parientes de su madre. No obstante, esos parientes no le prestaron ninguna ayuda, y el joven tuvo que seguir pidiendo limosna para poder comer.
  13. Cuando ya estaba a punto de abandonar sus estudios, para ponerse a trabajar con las manos, cierta señora acomodada, Doña Úrsula Cota, atraída por sus oraciones en la iglesia y conmovida por la humildad con que recibía cualquier sobra de comida en su puerta, lo acogió en el seno de su familia. Por vez primera Lutero conoció lo que era la abundancia. Años más tarde él se refirió a la ciudad de Eisenach como «la ciudad bien amada».
  14. Cuando vivió en la casa de Doña Úrsula, su afectuosa madre adoptiva, Martín hizo progresos muy rápidos, recibiendo una sólida educación. Su maestro, Juan Trebunius, era un hombre culto y de método esmerado. No maltrataba a sus alumnos como lo hacían los demás maestros. Se cuenta que al encontrarse con los muchachos de su escuela, los saludaba quitándose el sombrero, porque… «nadie sabía si entre ellos había futuros doctores, regentes, cancilleres o reyes…»
  15. Para Martín, el ambiente de la escuela y del hogar le fue favorable para formar un carácter fuerte e inquebrantable, tan necesario para enfrentar a los más temibles enemigos de Dios.
  16. Martín Lutero era más sobrio y devoto que los demás muchachos de su edad. Refiriéndose a ese hecho, Doña Úrsula dijo, a la hora de su muerte, que Dios había bendecido su hogar grandemente desde el día en que Lutero entró a su casa.
  17. Mientras tanto, los padres de Martín habían prosperado algo económicamente. El padre había alquilado un horno para la fundición de cobre, y después compró otros dos. Había sido electo concejal de su ciudad, y comenzó a hacer planes para educar a sus hijos. Sin embargo, Martín nunca se avergonzó de los días de sus pruebas y de su miseria; al contrario, los consideraba como la mano de Dios, que lo había guiado dirigiéndolo y preparándolo para su gran obra. Nadie puede, en la edad madura, encarar seriamente y con ahínco las vicisitudes de la vida, si no aprende por experiencias mientras es joven.
  18. A los dieciocho años, Martín deseaba estudiar en una universidad. Su padre, reconociendo la capacidad de su hijo, lo envió a Erfurt, que era entonces el centro intelectual del país, donde cursaban sus estudios más de mil estudiantes. El joven estudió con tanto ahínco, que al fin del tercer semestre obtuvo el grado de bachiller en filosofía. A la edad de veintiún años alcanzó el segundo grado académico, el de doctor en filosofía; los estudiantes, profesores y autoridades le rindieron significativo homenaje.
  19. Dentro de los muros de Erfurt había cien predios que pertenecían a la iglesia, incluyendo ocho conventos. Había también una importante biblioteca, que pertenecía a la universidad, donde Lutero pasaba todo su tiempo disponible. Siempre rogaba fervorosamente a Dios que le prodigase su bendición en sus estudios. El acostumbraba decir: «Orar bien es la mejor parte de los estudios.» Sobre él escribió cierto colega: «Cada mañana él precede sus estudios con una visita a la iglesia y con una oración a Dios.»
  20. Su padre, deseando que Martín llegara a ser abogado y se volviese célebre, le compró el «Corpus Juris», que es gran obra de jurisprudencia muy costosa. Pero varios acontecimientos influyeron en Lutero induciéndolo a entrar a la vida monástica; decisión que llenó de profunda tristeza a su padre y horrorizó a sus compañeros de la universidad.
  21. Primero, en la biblioteca se encontró con el maravilloso libro de los libros, la Biblia completa, en latín. Hasta entonces Lutero había creído que las pequeñas porciones escogidas por la iglesia para que se leyeran los domingos eran toda la Palabra de Dios. Después de leer la Biblia durante un largo rato, exclamó: «¡Oh! ¡Si la Providencia me diese un libro como éste, sólo para mí!» Al seguir leyendo las Escrituras, su corazón comenzó a percibir la luz que irradia de la Palabra de Dios, y su alma a sentir aún más sed de Dios.
  22. Al tiempo de graduarse de bachiller, las largas horas de estudio le ocasionaron una enfermedad que lo llevó al borde de la muerte. De esa manera, su hambre por la Palabra de Dios quedó aún más enraizada en el corazón de Lutero. Algún tiempo después de esa enfermedad, estando de viaje para visitar a su familia, le dieron un golpe de espada, y dos veces estuvo al borde de la muerte antes de que un cirujano llegase a curarle la herida.
  23. Para Lutero, la salvación de su alma sobrepasaba cualquier otro anhelo. Cierto día, uno de sus íntimos amigos de la universidad fue asesinado. «¡Ah!» exclamó Lutero, horrorizado, «¿qué habría sido de mí si hubiese sido llamado de ésta a la otra vida tan inesperadamente?»
  24. Pero de todos esos acontecimientos, el que más le estremeció el espíritu, fue el que experimentó durante una terrible tormenta eléctrica cuando regresaba de visitar a sus padres. No tenía donde guarecerse. El cielo estaba encendido, los rayos rasgaban las nubes a cada instante. De repente, un rayo cayó a su lado. Lutero, lleno de espanto y sintiéndose ya cerca del infierno, se postró gritando: «¡Santa Ana, sálvame y me haré monje!» Más tarde Lutero llamó a ese incidente: «Mi camino real hacia Damasco», y no tardó en cumplir la promesa que le hiciera a Santa Ana. Invitó entonces a sus compañeros para que cenaran con él. Después de la comida, mientras sus amigos se divertían conversando y oyendo música, les anunció repentinamente que de ahí en adelante podrían considerarlo muerto, puesto que él iba a entrar al convento. En vano sus compañeros trataron de disuadirlo de su proyecto.
  25. En la obscuridad de esa misma noche, el joven, antes de cumplir sus veintidós años de edad, se dirigió al convento de los agustinos, tocó, la puerta se abrió, y Lutero entró. ¡El profesor admirado y festejado, la gloria de la universidad, que había pasado días y noches inclinado sobre los libros, se convertía ahora en un hermano agustino! El monasterio de los agustinos era el mejor de los claustros de Erfurt. Sus monjes eran los predicadores de la ciudad, muy estimados por sus obras de caridad entre la clase pobre y oprimida. Nunca hubo en aquel convento un monje más sumiso, más devoto y más piadoso que Lutero. Se sometía a los trabajos más humildes, como el ser portero, sepulturero, barrendero de la iglesia y de las celdas de los monjes. No rehusaba salir a mendigar el pan cotidiano para el convento, en las calles de Erfurt.
  26. Durante el año de noviciado, antes de hacerse monje, los amigos de Lutero hicieron todo lo posible para disuadirlo de que llevase a cabo su decisión. Los compañeros que el convidó a cenar para anunciarles su intención de hacerse monje, se quedaron dos días junto al portón del convento esperando que él regresase al mundo. El padre de Lutero casi enloqueció al comprobar que sus ruegos eran inútiles y que todos los planes que él había forjado para el porvenir de su hijo habían fracasado.
  27. Lutero se disculpaba diciendo: “Hice una promesa a Santa Ana, para salvar mi alma. Entré al convento y acepté ese estado espiritual solamente para servir a Dios y agradarle durante la eternidad.”
  28. Sin embargo, demasiadas ilusiones se había hecho Lutero. Después de procurar crucificar la carne con ayunos prolongados, imponiéndose las más severas privaciones, y realizando un sinnúmero de vigilias, halló que, encerrado en su celda, todavía tenía que luchar contra los malos pensamientos. Su alma clamaba: «Dadme santidad o muero por toda la eternidad; llevadme al río de aguas puras y no a estos manantiales de aguas contaminadas; conducidme a las aguas de vida que salen del trono de Dios.»
  29. Cierto día Lutero encontró en la biblioteca del convento una vieja Biblia en latín, agarrada a la mesa por una cadena; para él, ésta fue un tesoro infinitamente mejor que todos los tesoros literarios del convento. Estuvo tan embebecido leyéndola, que durante semanas enteras dejó de repetir las oraciones diurnas de la orden. Luego, despertado por la voz de su conciencia, Lutero se arrepintió de su negligencia; era tal su remordimiento que no podía dormir. Se apresuró entonces a enmendar su error, y puso en ello tanto empeño que hasta se olvidaba de tomar sus alimentos.
  30. En esas circunstancias, enflaquecido al máximo por tantos ayunos y vigilias, se sintió oprimido por los temores hasta llegar a perder los sentidos y caer al suelo. Así lo hallaron los otros monjes y quedaron admirados nuevamente por su piedad excepcional.
  31. Lutero sólo recobró el conocimiento cuando un grupo de frailes del coro lo rodeó cantando. La suave armonía le llegó hasta el alma y le despertó el espíritu. Sin embargo, aun así le faltaba la paz perpetua para su alma, aún no había oído cantar al coro celestial: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
  32. En ese tiempo, el vicario general de la orden de los agustinos, Staupitz, visitó el convento. Era un hombre de gran discernimiento y devoción profunda; comprendió inmediatamente el problema del joven monje, y le ofreció una Biblia en la cual éste leyó: «El justo vivirá por fe.» Por cuánto tiempo Lutero había anhelado: «¡Oh, si Dios me diese un libro de estos sólo para mil» — ¡Ahora él ya lo poseía!
  33. En la lectura de la Biblia encontró un gran consuelo, pero la obra no podía completarse en un día. Quedó entonces más resuelto que nunca a alcanzar la paz para su alma en la vida monástica, ayunando y pasando noches enteras sin dormir. Estando gravemente enfermo exclamó: «¡Mis pecados! ¡Mis pecados!»
  34. A pesar de que su vida estaba libre de manchas, como él afirmaba y otros atestiguaban, se sentía culpable ante Dios; hasta que un anciano monje le recordó una palabra del Credo: «Creo en el perdón de los pecados.» Vio entonces que Dios no sólo había perdonado los pecados de Daniel y de Simón Pedro, sino también los suyos.
  35. Poco tiempo después de esos acontecimientos, Lutero se ordenó de sacerdote. La primera misa que celebró fue un gran suceso. Su padre, que no lo había perdonado desde el día en que él había abandonado sus estudios de jurisprudencia hasta ese momento, asistió a la primera misa, después de viajar a caballo desde Mansfield acompañado por veinticinco amigos, y trayendo un buen donativo para el convento.
  36. Después que cumplió los veinticinco años de edad, Lutero fue designado para la cátedra de filosofía de Wittenberg, a donde se mudó para vivir en el convento de su orden. Sin embargo, su alma tenía ansias de la Palabra de Dios y del conocimiento de Cristo. En medio de las ocupaciones que le imponía su cátedra de filosofía, se dedicó al estudio de las Escrituras, y en ese primer año obtuvo el título de «bachiller en Biblia». Su alma ardía con el fuego de los cielos; de todas partes afluían multitudes para escuchar sus discursos, los cuales emanaban abundante y vivamente de su corazón, sobre las maravillosas verdades reveladas en las Escrituras. Uno de los más famosos profesores de Leipzig, dijo: «Este fraile avergonzará a todos los doctores; pregonará una doctrina nueva y reformará toda la iglesia, porque él se basa en la Palabra de Cristo. La Palabra que nadie en el mundo puede resistir, y nadie puede refutar, aun cuando se la ataque con todas las armas de la filosofía.»

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Lección 5

A. Martín Lutero – El Gran Reformador (1483-1546) – 2da parte

  1. Uno de los puntos culminantes de la biografía de Lutero es su visita a Roma en 1510. Había surgido una disputa reñida entre siete conventos de los agustinos y decidieron llevar los puntos de la desavenencia para que el Papa los resolviera. Como Lutero era el hombre más hábil y más elocuente, y además, era altamente apreciado y respetado por todos los que lo conocían, fue escogido para representar a su convento en Roma.
  2. Lutero hizo el viaje a pie en compañía de otro monje. En aquel tiempo Lutero todavía estaba fiel y enteramente dedicado a la Iglesia Católica. Cuando, al fin llegaron a un punto del camino desde donde se avistaba la famosa ciudad, Lutero cayó de rodillas y exclamó: «¡Ciudad Santa, yo te saludo!
  3. Los dos monjes pasaron un mes en Roma visitando los diversos santuarios y los lugares de peregrinación. Lutero celebró misa diez veces. ¡Lamentó entonces que sus padres no se hubiesen muerto todavía, porque los hubiera podido rescatar del purgatorio! Un día, subiendo la Santa Escalinata de rodillas, a fin de ganarse la indulgencia que el jefe de la iglesia prometía por ese sacrificio, resonaron en sus oídos con voz de trueno las palabras de Dios: «El justo vivirá por la fe.» Lutero se levantó y salió avergonzado.
  4. El resultado y las impresiones del viaje no pudieron ser más nefastas para el alma inquieta de Lutero. La consecuencia inmediata fue la de crear en él una definitiva aversión a Roma, al ambiente de corrupción y relajación del clero romano, a la decadencia en la que había caído todo el Vaticano y al exceso de lujo y riqueza que ostentaba la Santa Sede, con prelados y papas más pendientes de los aspectos materiales que de los espirituales. Contrariado por el espectáculo, Lutero se tornó ácidamente crítico respecto al espectáculo de degradación que reinaba en la ciudad de los papas.
  5. Después que vio la corrupción tan generalizada que había en Roma, su alma se apegó a la Biblia, más que nunca. Al llegar de regreso a su convento, el vicario general insistió en que diese los pasos necesarios para obtener el título de doctor, el cual le daría el derecho de predicar. Sin embargo, reconociendo Lutero la enorme responsabilidad que eso le acarrearía ante Dios y no queriendo ceder, dijo: «No es de poca importancia que el hombre hable en lugar de Dios… Ah, señor doctor, al pedirme que lo haga, me quitáis la vida; no resistiré más de tres meses.» El vicario general le respondió: «¡No importa! Que así sea, en nombre de Dios, puesto que Dios también necesita en los cielos a hombres consagrados e inteligentes.»
  6. Ya elevado a la dignidad de doctor en teología, el corazón de Lutero ardía aún más en deseos de profundizar sus conocimientos de las Sagradas Escrituras; fue entonces nombrado predicador de la ciudad de Wittenberg. Los libros que él estudió y sus márgenes llenos de anotaciones que escribió en letra menuda, sirven a los eruditos de hoy como ejemplo, por la forma cuidadosa y ordenada en que Lutero realizó sus estudios.
  7. El mismo escribió lo siguiente acerca de la gran transformación que experimentó su vida en ese tiempo: «Deseando ardientemente comprender las palabras de Pablo, comencé a estudiar su epístola a los Romanos. Sin embargo, noté que en el primer capítulo consta que la justicia de Dios se revela en el evangelio (vv. 16, 17). Yo detestaba las palabras: la justicia de Dios, porque conforme me enseñaron, yo la consideraba como un atributo del Dios Santo que lo lleva a castigar a los pecadores. A pesar de vivir irreprensiblemente como monje, mi conciencia perturbada me mostraba que era pecador ante Dios. Así, yo detestaba a un Dios justo, que castiga a los pecadores… Tenía la conciencia intranquila; en lo íntimo mi alma se sublevaba. Sin embargo, volvía siempre al mismo versículo, porque quería saber lo que Pablo enseñaba. Al fin, después de meditar sobre ese punto durante muchos días y noches, Dios en su gracia infinita me mostró la palabra: ‘El justo vivirá por la fe.’ Vi entonces que la justicia de Dios, en este versículo, es la justicia que el hombre piadoso recibe de Dios mediante la fe, como una dádiva.»
  8. De esa forma el alma de Lutero se libró de su esclavitud. El mismo así lo escribió: «Entonces me sentí recién nacido, y en el paraíso. Todas las Escrituras tenían ahora para mí otro significado; las escudriñaba para ver todo cuanto enseñan sobre la «justicia de Dios». Antes, esas palabras eran odiosas para mí; ahora las recibí con el más intenso amor. Ese versículo fue para mí la puerta de entrada al paraíso.»
  9. Después de esa experiencia maravillosa, Lutero predicaba diariamente; en ciertas ocasiones llegaba a predicar hasta tres veces al día, conforme él mismo lo cuenta: «Lo que el pastor es para el rebaño, la casa para el hombre, el nido para el pajarito, la peña para la cabra montes, el arroyo para el pez, eso es la Biblia para las almas fieles.» Por fin, la luz del evangelio rasgó las tinieblas en que vivía, y el alma de Lutero ardía por conducir a sus oyentes hacia el Cordero de Dios, que quita todo el pecado.
  10. Lutero hizo que el pueblo considerase la verdadera religión, no como una simple profesión, o un sistema de doctrinas, sino como la vida misma en Dios. La oración no fue más un ejercicio sin sentido, sino una comunión con Dios, quien nos cuida con un amor infinito. Mediante sus sermones, Dios reveló su corazón a miles de oyentes, a través del corazón de Lutero.
  11. Durante una convención de agustinos Lutero fue invitado a predicar, pero en vez de dar un mensaje doctrinal de sabiduría humana, como era de esperarse, pronunció un ardiente discurso contra la lengua maldiciente de los monjes. Los agustinos, impresionados por ese mensaje, ¡lo eligieron director a cargo de once conventos! Lutero no solamente predicaba la virtud, sino que también la practicaba, amando verdaderamente a su prójimo. En ese tiempo la peste procedente del oriente, visitó a Wittenberg. Se calcula que la cuarta parte de la población de Europa, la mitad de la población de Alemania, fue segada por la peste. Cuando profesores y estudiantes huyeron de la ciudad, instaron a Lutero que huyese también; pero él respondió: «¿A dónde he de huir? Mi lugar está aquí; el deber no me permite ausentarme de mi puesto, hasta cuando Aquel que me envió a este lugar me llame. No es que yo no le tema a la muerte, sino que espero que el Señor me dé ánimo.» Así era como Lutero ejercía su ministerio guiando el alma y el cuerpo de sus semejantes durante un tiempo de aflicción y angustia universales.
  12. En 1513 Juan de Médicis había iniciado su pontificado con el nombre de León X; embarcado en la construcción de la basílica de San Pedro de Roma, el nuevo papa propiciaba con entusiasmo la venta de indulgencias. Lutero, que ya había empezado a exponer sus ideas personales sobre los fundamentos de la fe, se alzó en sus discursos contra aquella práctica. Escandalizado por lo que consideraba un envenenamiento y timo espiritual de la gente sencilla, intentó poner sobre aviso a las autoridades eclesiásticas alemanas, pero, al encontrarse con el más absoluto de los silencios a todos los niveles, decidió actuar por su cuenta.
  13. En el mes de octubre de 1517, Lutero fijó a la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenberg sus 95 tesis, cuyo tenor era que Cristo requiere el arrepentimiento y la tristeza por el pecado cometido, y no la penitencia. Lutero fijó sus tesis o proposiciones para un debate público, en la puerta de la iglesia, como era costumbre en ese tiempo. Pero esas tesis, escritas en latín, fueron enseguida traducidas al alemán, al holandés y al español. Antes de transcurrido un mes, para sorpresa de Lutero, sus tesis ya habían llegado a Italia y estaban haciendo temblar los cimientos del viejo edificio de Roma.
  14. Fue como consecuencia de ese acto de fijar las 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg que nació la Reforma, es decir, que fue eso lo que dio origen al gran movimiento de almas que en todo el mundo ansiaban volver a la fuente pura, a la Palabra de Dios.
  15. Dicho acto fue una declaración de guerra que Roma no podía dejar sin respuesta. La resonancia del acontecimiento fue enorme a pesar de que Lutero, desde el púlpito y las aulas, intentó en vano suavizar la situación que había creado apelando a una doctrina tradicional aceptada en la Iglesia, según la cual se aceptaba la nulidad de las indulgencias para salvar almas, ya que dicha prerrogativa sólo le competía a Dios. Los dominicos, encargados de la Inquisición, denunciaron a Lutero ante Roma, por lo que éste fue conminado, al año siguiente, a presentarse en la ciudad eterna para responder de los cargos que se habían formulado en su contra. Lutero hizo gala de una gran astucia y logró involucrar al poder político en la disputa pidiendo al príncipe Federico el Sabio, elector de Sajonia, que intercediera ante el papa para conseguir que el juicio en su contra se celebrase en suelo alemán, como así sucedió.
  16. En el mes de agosto de 1518, Lutero fue llamado a Roma para responder a la acusación de herejía que se le imputaba. No obstante, el elector Federico no consintió que lo sacasen fuera del país, por lo que Lutero fue intimado a presentarse en Augsburgo. «Te quemarán vivo», insistían sus amigos. Lutero entonces les respondió resueltamente: «Si Dios sustenta la causa, la causa subsistirá.»
  17. En el mes de octubre de 1518, Lutero acudió a la ciudad de Augsburgo para discutir su postura con el legado pontificio Cayetano de Vio, quien tenía en su poder una breve del pontífice León X por la que Lutero debía retractarse públicamente de sus graves errores o, en caso contrario, ser llevado a Roma arrestado. Bajo la protección política del príncipe Federico, Lutero prolongó su discusión con el legado papal cuatro días sin que ninguna parte cediera en sus respectivas posturas. Y no sólo no se retractó, sino que protagonizó una pelea a gritos con el cardenal. El cardenal afirmaría: «No quiero más tratos con ese animal. Tiene unos ojos que fulminan y unos razonamientos que desconciertan».
  18. Lutero endureció su postura afirmando que la infalibilidad de las Sagradas Escrituras estaba por encima de la del propio pontífice. Aunque la ruptura definitiva aún no se produjo, Lutero adoptó a partir de ese momento una actitud de intransigencia que no se reducía al mero rechazo de las indulgencias, sino que implicaba algo mucho más grave: el desacato directo de la autoridad papal.
  19. La orden que emitió el nuncio del Papa en Augsburgo, fue: «Retráctese o no saldrá de aquí.» Sin embargo, Lutero consiguió huir de la ciudad atravesando una pequeña cancela en el muro de la ciudad, aprovechando la obscuridad de la noche.
  20. Al llegar de nuevo a Wittenberg, un año después de fijar sus tesis, Lutero se había convertido en el personaje más popular de toda Alemania. No existían periódicos en ese tiempo, pero de la pluma de Lutero fluían las respuestas a todos sus críticos, que eran luego publicadas en folletos. Lo que Lutero escribió en esa forma, hoy completa cien volúmenes.
  21. Erasmo, el célebre humanista y literato holandés, le escribió a Lutero: «Sus libros están despertando a todo el país… A los hombres más eminentes de Inglaterra les gustan sus escritos…»
  22. La respuesta de León X no se hizo esperar. El 15 de junio de 1520, el papa mandó a Lutero la bula Exsurge Domine por la que le intimidaba por última vez a retractarse bajo la pena de excomunión. Cuando la bula de excomunión, enviada por el Papa, llegó a Wittenberg, Lutero respondió con un tratado dirigido al Papa, León X, exhortándolo en el nombre del Señor a que se arrepintiese.
  23. 10 de diciembre de 1520, la bula del papa fue quemada fuera del muro de la ciudad de Wittenberg ante una gran multitud. Asimismo Lutero replicó al papa con el escrito, Contra la execrable bula del Anticristo. Con semejante acto, Lutero expresó simbólicamente su ruptura total con la Iglesia de Roma. Sobre el particular, Lutero escribió al vicario general: «En el momento de quemar la bula, yo estaba temblando y orando, pero ahora estoy satisfecho de haber realizado este enérgico acto.» Lutero no esperó a que el Papa lo excomulgase, sino que inmediatamente saltó de la Iglesia de Roma a la Iglesia del Dios Vivo.
  24. El 3 de enero de 1521, León X redactó la bula Decet Romanum Pontificem, por la que Lutero era excomulgado definitivamente. Conforme al Derecho Eclesiástico, la excomunión eclesiástica debía ser ejecutada por el brazo secular, tarea que recayó sobre el recién elegido emperador, Carlos V de Alemania y I de España. El emperador aprovechó la reunión de cortes en la ciudad de Worms, en abril de 1521, para citar a Lutero, donde se le intimidó para que se retractara; pero el revoltoso monje agustino siguió empecinado en su heterodoxia, y se enfrentó a todos los dignatarios imperiales y eclesiásticos reunidos allí en su contra.
  25. El Emperador Carlos V convocó su primera Dieta en la ciudad de Worms, y cito a Lutero a que compareciese para responder, personalmente, a los cargos de sus acusadores. Los amigos de Lutero insistían en que no fuese, alegando: ¿No fue Juan Hus entregado a Roma para ser quemado, a pesar de la garantía de vida dada por el Emperador? Pero en respuesta a todos los que se esforzaban en disuadirlo de comparecer ante sus terribles enemigos, Lutero, fiel al llamado de Dios, les dijo: «Aun cuando haya en Worms tantos demonios cuantas sean las tejas en los tejados, confiando en Dios, yo iré.» Después de impartir instrucciones acerca de su obra, previendo el caso de que no volviese, él partió.
  26. En su viaje a Worms, el pueblo afluyó en masa para conocer al gran hombre que había tenido el coraje de desafiar la autoridad del Papa. En Mora predicó al aire libre, porque en las iglesias ya no cabían las enormes multitudes que querían oír sus sermones. Al avistar las torres de las iglesias de Worms, se irguió en la carroza en que viajaba y cantó su himno, el más famoso de la Reforma: «Ein’ Feste Burg», esto es, «Castillo fuerte es nuestro Dios». Al entrar por fin a la ciudad, lo acompañaba el pueblo en una multitud mucho mayor que la que había ido a recibir a Carlos V. Al día siguiente lo llevaron ante el emperador, a cuyo lado se encontraban el delegado del Papa, seis electores del imperio, veinticinco duques, ocho margraves, treinta cardenales y obispos, siete embajadores, los diputados de diez ciudades y un gran número de príncipes, condes y barones.
  27. Es fácil imaginar que el reformador fuese un hombre de mucho coraje y de físico vigoroso como para enfrentar tantas fieras que ansiaban despedazarle el cuerpo. Pero la verdad es que él había pasado una gran parte de su vida alejado de los hombres y, sobre todo, se encontraba muy débil por el viaje, durante el cual había tenido necesidad de que lo atendiese un médico. Sin embargo, no perdió su entereza y se mostró valeroso, no en su propia fuerza, sino en el poder de Dios.
  28. Sabiendo que tenía que comparecer ante una de las más imponentes asambleas de autoridades religiosas y civiles de todos los tiempos, Lutero pasó la noche anterior en vigilia. Postrado con el rostro en tierra, luchó con Dios llorando y suplicando. Uno de sus amigos lo oyó orar así: «¡Oh Dios todopoderoso! ¡la carne es débil, el diablo es fuerte! ¡Ah, Dios, Dios mío! Te pido que estés junto a mí contra la razón y la sabiduría del mundo. Hazlo, pues solamente tú lo puedes hacer. No es mi causa sino la tuya. ¿Qué tengo yo con los grandes de la tierra? Es tu causa, Señor, tu justa y eterna causa. ¡Sálvame, oh Dios fiel! ¡Solamente en ti confío, oh Dios! Dios mío… ven, estoy dispuesto a dar, como un cordero, mi propia vida. El mundo no conseguirá atar mi conciencia, aun cuando esté lleno de demonios; y si mi cuerpo tiene que ser destruido, mi alma te pertenece, y estará contigo eternamente…»
  29. Se cuenta que, al día siguiente, cuando Lutero atravesó el umbral del recinto donde comparecería ante la Dieta, el veterano general Freudsburg puso la mano en el hombro del Reformador y le dijo: «Pequeño monje, vas a enfrentarte a una batalla diferente, que ni yo ni ningún otro capitán jamás hemos experimentado, ni siquiera en nuestras más sangrientas conquistas. Sin embargo, si la causa es justa, y estás convencido de que lo es, avanza en nombre de Dios, y no temas nada, que Dios no te abandonará.» El gran general no sabía que Martín Lutero había vencido la batalla en oración y que entraba solamente para declarar que la había ganado a peores enemigos.
  30. Cuando el nuncio del Papa exigió a Lutero que se retractase ante la augusta asamblea, él respondió: «Si no me refutareis por el testimonio de las Escrituras o por argumentos — puesto que no creo ni en los papas ni en los concilios, siendo evidente que muchas veces ya se engañaron y se contradijeron entre sí — mi conciencia tiene que acatar la Palabra de Dios. No puedo retractarme, ni me retractaré de nada, puesto que no es justo, ni seguro actuar contra la conciencia. Dios me ayude, Amén.»
  31. Al volver a su aposento, Lutero levantó las manos al cielo y exclamó con el rostro todo iluminado: «¡Consumado está! ¡Consumado está! ¡Si yo tuviese mil cabezas, soportaría que todas ellas fuesen cortadas antes que retractarme!»

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Lección 6

A. Martín Lutero – El Gran Reformador (1483-1546) – 3ra parte.

  1. La ciudad de Worms se alborozó, al recibir la noticia de la osada respuesta dada por Lutero al nuncio del Papa en la Dieta de Worms ante el emperador Carlos V. Las palabras del Reformador se publicaron y difundieron entre el pueblo, que luego concurrió para rendirle el debido homenaje.
  2. Carlos V, presionado por la situación política inestable de Alemania y por la fama y predicamento que había adquirido ya el monje herético, se limitó a prohibir la práctica de la nueva fe y a declarar proscritos a Lutero y a sus seguidores. El 26 de mayo, Carlos V firmó el Edicto de Worms; en él ratificó la sanción de destierro para Lutero y ordenó la quema de todos sus escritos.
  3. Precisamente, el año anterior a la condena, Lutero, ayudado por la poderosa maquinaria de propaganda que resultó ser la imprenta, había sacado a la luz, en el idioma alemán, sus tres obras fundamentales: La Libertad del Cristianismo, sin duda alguna su obra mejor elaborada y escrita, en la que esbozó claramente el pilar sobre el que se sustentaba la nueva religión, la salvación por la fe en Cristo; Llamamiento a la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana, en la que invitaba a la nobleza a asumir su papel de protector del pueblo y a unirse a la causa luterana, además de instituir los tres principios evangélicos básicos del protestantismo (sacerdocio universal, inteligibilidad de las Sagradas Escrituras y responsabilidad de todos los fieles en el gobierno de la Iglesia); y, por último, La Cautividad Babilónica de la Iglesia, obra destinada a los teólogos en la que analizó con rigor el proceso de perversión al que habían llegado los sacramentos, de los que, según él, sólo debían subsistir dos, el bautismo y la cena (desechando la transubstanciación). Con estas tres obras, Lutero dispuso su línea de batalla a la par que asentó los primeros cimientos de una futura Iglesia evangélica.
  4. A pesar de que los papistas no consiguieron con su influencia que el emperador violase el salvoconducto y quemase en la hoguera al llamado hereje, Lutero, sin embargo, tuvo que enfrentar otro grave problema. El edicto de excomunión entró inmediatamente en vigor; Lutero, según la excomunión, era considerado un criminal y, al terminar el plazo de su salvoconducto, tendría que ser entregado al emperador; todos sus libros debían ser incautados y quemados; el hecho de ayudarlo de cualquier manera que fuese, sería considerado un crimen capital.
  5. Pero a Dios le es fácil cuidar de sus hijos. Estando Lutero de regreso a Wittenberg, fue repentinamente rodeado en un bosque por un bando de caballeros enmascarados que, después de despedir a las personas que lo acompañaban, lo condujeron a altas horas de la noche, al castillo de Wartburgo, cerca de Eisenach. Esta fue una estratagema del Príncipe Federico de Sajonia para salvar a Lutero de sus enemigos que planeaban asesinarlo antes de que llegase a casa.
  6. En el castillo, Lutero pasó muchos meses disfrazado; tomó el nombre de Caballero Jorge, y el mundo lo daba por muerto. Fieles siervos de Dios oraban día y noche. Las palabras del pintor Alberto Durero expresan los sentimientos del pueblo: «¡Oh Dios! si Lutero fuese muerto ¿quién nos expondría entonces el evangelio?» Sin embargo, en su retiro, libre de sus enemigos, tuvo libertad de escribir; y el mundo comprendió luego, por la gran cantidad de literatura, que esa obra salía de la pluma de Lutero, y que, de hecho, él estaba vivo.
  7. En el escaso año que permaneció en Wartburg (desde mayo de 1521 hasta marzo de año 1522), Lutero llevó a cabo su producción literaria más importante y trascendental para la implantación definitiva de la nueva fe. Partiendo del texto griego publicado en 1516 por Erasmo de Rotterdam, tradujo al alemán el Nuevo Testamento. La edición se llamaría la «Biblia de septiembre» por haber aparecido en ese mes, y ponía a disposición del pueblo alemán su versión del texto sagrado por excelencia. La obra fue un éxito tal que en el mes de diciembre hubo que imprimir muchos más ejemplares. Doce años más tarde, en 1534, pondría fin a su proyecto publicando su versión del Antiguo Testamento, traducido del hebreo.
  8. De su primera edición de la Biblia se vendieron cien mil ejemplares en cuarenta años, además de las cincuenta y dos ediciones que se imprimieron en otras ciudades. Para aquel tiempo ésa era una circulación inmensa, pero Lutero no aceptó un solo centavo por concepto de derechos de autor.
  9. La mayor obra de toda su vida fue, sin duda, la de dar al pueblo alemán la Biblia en su propia lengua, después de volver a Wittenberg. Entonces ya había otras traducciones, pero escritas en un alemán latinizado que el pueblo no comprendía. La lengua alemana de aquel tiempo era un conjunto de dialectos; pero al traducir la Biblia, Lutero empleó un lenguaje que fuese comprendido por todos. Su éxito al traducir la Sagradas Escrituras para el uso de los más humildes, está confirmado por el hecho de que, aún después de cuatro siglos, se considera su traducción como la principal.
  10. Otro factor importante que contribuyó al éxito de esa traducción, fue que Lutero conocía el hebreo y griego, por lo que tradujo directamente de las lenguas originales. No obstante, el valor de su obra no se basa únicamente en sus indiscutibles dotes literarias. Lo que le dio valor fue que Lutero conocía la Biblia como nadie podía conocerla, puesto que él había sentido la angustia eterna y había encontrado en las Escrituras el verdadero y único consuelo. Lutero conocía íntimamente y amaba sinceramente al Autor del Libro. Como resultado, su corazón se inflamó con el fuego y el poder del Espíritu Santo. Ahí residía el secreto de haber podido traducir todo al idioma alemán en tan poco tiempo.
  11. Como es bien sabido, la fortaleza de Lutero y de la Reforma fue la Biblia. Desde Wartburgo él escribió para su pueblo de Wittenberg: «Jamás en ninguna parte del mundo se escribió un libro más fácil de comprender que la Biblia. Comparado con otros libros, es como el sol en contraste con todas las demás luces. No os dejéis inducir por ellos a abandonarla bajo ningún pretexto. Si os alejáis de ella por un momento, todo estará perdido; podrán llevaros a dondequiera que se les antoje. Si permanecéis fíeles a las Escrituras, seréis victoriosos.»
  12. Después de colgar el hábito de monje, Lutero resolvió dejar por completo la vida monástica, casándose con Catalina de Bora, una monja que también había salido del claustro porque había comprendido que semejante vida era contra la voluntad de Dios. La figura de Lutero sentado a la lumbre de su hogar con su esposa y sus seis hijos a quienes amaba tiernamente, inspira a los hombres más que el gran héroe al presentarse ante el legado papal en Augsburgo.
  13. En los cultos domésticos la familia rodeaba un harmonio, con el cual alababan a Dios juntos. El Reformador leía el Libro que había traducido para el pueblo, y después alababan a Dios y oraban hasta sentir la presencia divina entre ellos.
  14. Lutero y su esposa se amaban profundamente. Son de él estas palabras: «Soy rico, Dios me ha dado mi monja y tres hijos, las deudas no me atemorizan: Catalina paga todo.» Catalina von Bora era apreciada por todos. Algunos, de hecho, llegaban a censurarla porque era demasiado económica; pero, ¿qué habría sido de Martín Lutero y de toda su familia, si ella hubiese actuado como él? Se decía que él, aprovechando que su esposa estaba enferma, cedió su propio plato de comida a cierto estudiante que estaba hambriento. No aceptaba ni un centavo de sus alumnos y se negaba a vender sus escritos, dejándoles todo el lucro a los tipógrafos.
  15. Durante sus meditaciones sobre las Escrituras, muchas veces se olvidaba de comer. Al escribir su comentario sobre el Salmo 23, pasó tres días encerrado en su cuarto comiendo solamente pan y sal. Cuando su esposa hizo abrir la puerta de la habitación con un cerrajero, lo encontraron escribiendo, sumergido en sus pensamientos y completamente ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor.
  16. Es difícil tener una idea exacta de lo mucho que debemos actualmente a Martín Lutero. El gran paso que él dio para que el pueblo quedase libre para servir a Dios conforme a sus leyes, es algo que escapa a nuestra comprensión. Era un gran músico y escribió algunos de los himnos más espirituales que se cantan actualmente. Preparó el primer himnario recopilando diversos himnos, y estableció la costumbre de que todos los asistentes a los cultos cantasen juntos. Insistió en que no solamente los varones, sino también las mujeres fuesen instruidas, convirtiéndose así en el padre de las escuelas públicas.
  17. Antes de Lutero, el sermón en los cultos tenía muy poca importancia; pero él hizo del sermón la parte principal del culto. Él mismo dio el ejemplo para acentuar esa costumbre: era un predicador de gran elocuencia. Él mismo se tenía en poco, pero sus mensajes le brotaban de lo más íntimo de su corazón, a tal punto que el pueblo llegaba a sentir la presencia de Dios cuando él predicaba. En Zwiekau predicó a un auditorio de 25 mil personas en la plaza pública. Se calcula que escribió 180 volúmenes en su lengua materna y casi un número igual en latín. A pesar de sufrir de varias enfermedades, siempre se esforzaba, diciendo: «Si yo muriese en la cama, sería una vergüenza para el Papa.»
  18. Generalmente se atribuye el gran éxito de Lutero a su extraordinaria inteligencia y a sus destacados dones. El hecho es que él tenía la costumbre de orar durante horas enteras. Decía que si no pasaba dos horas orando por la mañana, se exponía a que Satanás ganase la victoria sobre él durante ese día. Cierto biógrafo escribió: “El tiempo que él pasa orando produce el tiempo para todo lo que hace. El tiempo que pasa escudriñando la Palabra vivificante le llena el corazón, que luego se desborda en sus sermones, en su correspondencia y en sus enseñanzas.”
  19. Su esposa dijo que las oraciones de Lutero “eran a veces como los pedidos insistentes de su hijito Hanschen, que confiaba en la bondad de su padre; otras veces, era como la lucha de un gigante en la angustia del combate.”
  20. Encontramos lo siguiente en la Historia de la Iglesia Cristiana, de Souer, Vol. 3, Pág. 406: “Martín Lutero profetizaba, evangelizaba, hablaba lenguas e interpretaba, revestido de todos los dones del Espíritu.”
  21. A los sesenta y dos años predicó su último sermón, sobre el texto: “Escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.” Ese mismo día escribió a su querida esposa, Catalina: “Echa tu carga sobre el Señor, y él te sustentará. Amén.” Esta fue una frase de su última carta.
  22. Vivió esperando siempre que el Papa lograra cumplir la repetida amenaza de quemarlo vivo. Sin embargo, no fue esa la voluntad de Dios. Cristo lo llamó mientras sufría de un ataque al corazón, en Eisleben, su ciudad natal. Las últimas palabras de Lutero fueron: “Voy a entregar mi espíritu.” Luego alabó a Dios en voz alta: “¡Oh, mi Padre Celestial! Dios mío, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en quien creo, a quien prediqué y a quien confesé, amé y alabé.-.. Oh, mi querido Señor Jesucristo, a ti encomiendo mi pobre alma. ¡Oh, mi Padre Celestial! En breve tiempo tengo que abandonar este cuerpo, pero sé que permaneceré eternamente contigo y que ¡nadie podrá arrebatarme de tus manos!”
  23. Luego, después de recitar Juan 3:16 tres veces, repitió las palabras: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu, pues tú me rescataste, Dios fiel”; acabando de decir esto, cerró los ojos y durmió.
  24. Un inmenso cortejo de creyentes que lo amaban sinceramente, precedido de cincuenta jinetes, salió de Eisleben con destino a Wittenberg, pasó por la puerta de la ciudad donde el Reformador había quemado años antes la bula de excomunión, y entró por las puertas de la misma iglesia donde, hacía veintinueve años había fijado las 95 tesis.
  25. Durante la ceremonia fúnebre, el pastor Bugenhagen y Melancton, inseparable compañero de Lutero, pronunciaron sendos discursos. Después abrieron la sepultura, previamente preparada al lado del pulpito, y allí depositaron el cuerpo de Lutero. Catorce años más tarde, el cuerpo de Melancton encontró descanso al otro lado del pulpito de la misma iglesia. Alrededor de esas dos sepulturas yacen los restos mortales de más de noventa maestros de la Universidad.
  26. Las puertas de la iglesia del castillo fueron destruidas por el fuego durante el bombardeo de Wittenberg en 1760, pero fueron substituidas por puertas de bronce en 1812, sobre las cuales se encuentran grabadas las 95 tesis. Pero este gran hombre, que perseveró en la oración, dejó grabadas, no en el metal que al fin se corroe, sino en centenares de millones de almas inmortales, la Palabra de Dios que estará dando fruto para toda la eternidad.

La Confesión de Augsburgo

  1. La Confesión de Augsburgo es la profesión luterana de fe. Fue presentada a la Dieta de Augsburgo en 1530 y su autor fue Philip Melanchthon, pero su contenido refleja claramente las posturas de Martín Lutero. Carlos V convocó a una dieta, convención o reunión de los gobernantes del Sacro Imperio Romano en Augsburgo en 1530. El emperador era convencidamente católico romano y quería que el imperio fuera leal al romanismo; conminó a los gobernantes que apoyaban diferentes doctrinas a presentar declaraciones acerca de ellas. Carlos quería la unidad religiosa a fin de que el imperio presentara un frente unido contra los enemigos externos, especialmente los turcos.
  2. Los teólogos luteranos elaboraron varios documentos preliminares, entre ellos los Artículos de Marburgo, Schwabach y Torgau. Lutero tuvo participación en su preparación, pero no pudo asistir a la dieta: había sido puesto fuera de la ley por el Edicto de Worms (1521), y el Elector de Sajonia no podía protegerlo en Augsburgo. Dado que se le había declarado hereje, su presencia allí habría desviado la atención respecto de las cuestiones doctrinales y su martirio no habría servido de nada.
  3. Philip Melanchthon, colaborador de Lutero, hizo la redacción final de la Confesión de Augsburgo. Lutero, aprobó la confesión de todo corazón, aunque objetó que habría podrido tratar unos pocos más errores y abusos, y que no debió emplear un tono tan suave. La doctrina de la confesión es, claramente, la del Reformador mismo.
  4. En la dieta, la Confesión de Augsburgo fue leída públicamente en alemán en la tarde del 25 de junio de 1530, por Christian Beyer, Canciller de la Sajonia Electoral. Tanto la versión en ese idioma como en latín fueron consideradas oficiales. Melanchton alteró ediciones posteriores, en parte para hacerlas más ambiguas en puntos como la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la Cena del Señor. Él se inclinaba al compromiso en materias doctrinales; esa es la razón por la que los Gnesio-luteranos a menudo se refieren a la Confesión de Augsburgo Inalterada. La Confesión de Augsburgo fue incluida en el Libro de la Concordia (1580) como la confesión luterana fundamental.
  5. La Confesión de Augsburgo fue firmada por siete príncipes y representantes de dos ciudades autónomas. Creían que la doctrina que contenía era bíblica y verdadera. La firmaron porque la dieta fue precisamente una convención de gobernantes del imperio, pero la confesión no tenía por objeto presentar las convicciones de alguna autoridad gubernamental, sino que proclamaba lo que se estaba enseñando en las iglesias de aquellas partes de Alemania. El primer artículo comienza así: «Las iglesias de entre nosotros sostienen con gran consenso que…».
  6. Además de un prefacio y una breve conclusión, la Confesión de Augsburgo tiene veintiocho artículos: los primeros veintiuno presentan las doctrinas luteranas y rechazan las doctrinas contrarias, en tanto que los últimos siete rechazan abusos en la vida cristiana.
  7. Discutir en detalle las doctrinas de la Confesión de Augsburgo requeriría un texto de teología. A lo más podemos dar una idea de lo que dice. Afirma la Trinidad; el pecado original como verdaderamente condenatorio si no fuera condonado; la deidad y humanidad de Jesús; su sacrificio por el pecado de la humanidad; la justificación por gracia a través de la fe, sin nuestras obras; el evangelio, el bautismo y la Cena del Señor como medios reales del Espíritu Santo para crear y mantener la fe; las buenas obras como resultado, no causa, de la salvación, motivadas por la buena nueva de que Cristo logró nuestra salvación. Se podría decir mucho más, pero esto indica que la Confesión de Augsburgo sostiene simplemente la posición que los luteranos consideran bíblica.
  8. Los abusos corregidos incluyen diversas concepciones y prácticas falsas en la Cena del Señor, en el celibato clerical, el mal uso de la confesión y la absolución; las leyes dietéticas del romanismo medieval, y la idea de una jerarquía en la cristiandad visible, con autoridad divina en asuntos de conciencia.

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Lección 7

B. Personajes relacionados con Martín Lutero.

  1. Felipe Melanchthon.
    1. Algunos sostienen que Melanchthon fue un firme defensor de la fe luterana. Otros opinan que fue un débil profesor cuyo grito de guerra era “¿Por qué no podemos llevarnos todos bien?” La respuesta puede ser que se tratara de ambas cosas. Todos coinciden que fue un brillante académico y teólogo sistemático.
    2. Melanchthon asistió a la Universidad de Heidelberg, obteniendo el título de licenciatura en 1511. A los 17 años recibió un título de maestría en la Universidad de Tubinga. Su tío abuelo Johann Reuchlin lo recomendó a Federico el Sabio, que buscaba un profesor de griego para su recientemente formada universidad en Wittenberg. Melanchthon llegó el 25 de agosto de 1518, diez meses después de que Lutero clavara las 95 tesis. Melanchthon era un joven de sólo 21 años, pequeño y de contextura delgada. No era una figura imponente, pero un día el mundo llegaría a conocerlo como un gigante de la Reforma.
    3. Lutero reconoció y admiró inmediatamente los dones del nuevo profesor. Las clases de Melanchthon eran muy concurridas, no solo por estudiantes sino por pueblerinos y nobles que colmaban la sala para escuchar al excepcional orador. Él se resistió a las frecuentes solicitudes de Lutero para que alcanzara un título de doctor en teología, pero sólo accedió a una licenciatura en teología. Terminó ese grado en su primer año en Wittenberg.
    4. A pesar de que Melanchthon permaneció siendo un laico, él y Lutero fueron amigos muy cercanos por el resto de sus vidas. No estaban de acuerdo en todo, pero eran mutuamente leales y admiraban y dependían de los dones que el otro había recibido. Melanchthon fue el sistemático en la teología de Lutero. Lutero una vez dijo: “nací para ir a la guerra y dar batalla a las sectas y demonios. Es por ello que mis libros son tormentosos y belicosos… Pero el maestro Felipe viene suave y pulcramente, cultiva y planta, siembra y riega con placer, ya que Dios le ha dado en abundancia los talentos.”
    5. Se lo conoce como el Preceptor Germano por su rol en la formación del sistema educativo de Alemania y también por su Loci Communes, un libro de teología luterana organizado por contenidos. Lo más notorio es que él fue el autor de la Confesión de Augsburgo, la explicación principal de la fe luterana y uno de los documentos principales de la Reforma Luterana.
    6. En la primavera de 1530 el emperador convocó una dieta que tendría lugar en Augsburgo. Lutero, Melanchthon y su compañero reformador Juan Bugenhagen se pusieron en camino hacia Augsburgo. Lutero no pudo asistir en persona porque el Edicto de Worms lo había convertido en un bandido en esa parte del país. En vez de ir allí, se quedó en Coburgo para sentarse y elucubrar mientras los demás partieron viaje. El 25 de junio, el canciller Beyer leyó en voz alta la Confesión de Augsburgo al emperador Carlos V en la Dieta de Augsburgo. Aquí, los príncipes protestantes de Alemania jurarían lealtad a las Confesiones.
    7. A menudo, los historiadores hablan sobre el deseo de Melanchthon de unificación tanto con católicos como con calvinistas. A veces es descrito como alguien de carácter débil en su defensa a las enseñanzas de Lutero, con la esperanza de encontrar un terreno en común con diferentes puntos de vista. Con el paso del tiempo, modificó sus obras anteriores, incluyendo la Confesión de Augsburgo. Esto provocó la ira de los que no estaban de acuerdo con sus alteraciones.
  2. Lucas Cranach el Viejo – Artista, comerciante y amigo de Lutero.
    1. Nació: 1472 en Kronach, Alemania y murió: 1553 en Weimar, Alemania. Artista, comerciante y amigo de Lutero.
    2. En 1520 Lucas Cranach el Viejo era, por donde se lo mire, alguien exitoso. Había estado sirviendo a la corte de Federico el Sabio durante 14 años. Sus obras de arte habían llegado a ser tan famosas que él mudó su estudio personal, con varios aprendices, a la ciudad de Wittenberg. Se había expandido hacia actividades de bienes raíces y pequeñas empresas. Cranach era activo en la política local, habiendo sido elegido al consejo de la ciudad de Wittenberg el año anterior. Sin embargo, las cosas iban a cambiar para el artista-empresario.
    3. A raíz de la muerte del emperador Maximiliano, que hizo más peligroso el clima político para los reformadores, Federico y el secretario de la corte, Jorge Espalatino, decidieron que el rostro de Martín Lutero debía ser presentado ante el pueblo para que pudiese convertirse en un nombre familiar. Cranach fue el hombre que hizo conocido el rostro de Lutero al pueblo. La mayoría de las imágenes que tenemos del reformador provienen de su pincel.
    4. Mientras algunos reformadores, como Zwinglio, creían equivocadamente que el arte religioso y las pinturas estaban en contra de los Diez Mandamientos, Lutero abrazó el uso responsable del arte en la iglesia. Mientras Lutero, Melanchthon y otros marcaban el rumbo de la Reforma con sus escritos, Cranach contribuyó a la causa a través del uso de imágenes, específicamente pinturas y grabados en madera. Cranach y Lutero crecieron a la par cuando se convirtieron en colegas en la publicación de los escritos y folletos de Lutero, especialmente su Catecismo Menor y la traducción alemana de la Biblia. Ya sea con libros de texto para niños o propaganda mordaz contra el papado, Cranach proporcionó representaciones visuales del pensamiento de Lutero.
    5. Más que un colega, Cranach se convirtió en una parte importante de la vida personal de Lutero. Cuando Lutero necesitó de hogares para las monjas refugiadas, Cranach proporcionó morada. Más tarde, cuando Lutero se casó con una de las monjas que habían escapado, Catarina von Bora, Cranach fue testigo de la boda. Con el paso del tiempo, Lutero y Cranach sirvieron como mutuos padrinos de sus respectivos hijos.
    6. El atractivo duradero de Cranach es multifacético. No sólo es recordado por su contribución pictórica a la Reforma Luterana, sino que también es elogiado por la comunidad artística por su estilo de pintura tardío-renacentista “Wittenbergiano”. Él pintó una variedad de temas para muchos patrocinadores, incluyendo santos católicos y mitos griegos. Hoy en día sus pinturas y retablos de altar adornan museos de todo el mundo. Él logró todo esto mientras estaba comprometido con la política y el ambiente empresario. Además de trabajar bajo Federico el Sabio, también sirvió a la corte sajona bajo Juan el Constante y Juan Federico el Magnánimo. Su lealtad era incuestionable; siguió a Juan Federico al exilio en 1547. Pintor, empresario y amigo, Cranach fue un hombre que ilustró la doctrina de la vocación de Lutero: que todas las profesiones en la vida son necesarias para la sociedad y son agradables a Dios.

3. El papa León X (Conocido como Giovanni de Medici)

  1. León X fue el líder de la iglesia católica Romana que vio a Lutero como tan sólo otro hereje al cual descartar fácilmente. Nació el 11 de diciembre de 1475, en Florencia, Italia. Falleció el 1º de diciembre de 1521, en Roma, Italia.
  2. Giovanni de Medici era un miembro de la famosa casa de los Medici de Florencia, Italia. Su padre, Lorenzo el Magnífico, había sido un hombre de estado habilidoso que crió a sus hijos para que fueran parte de la elite patrocinadora de las artes. Siendo su segundo hijo, Giovanni fue conducido a una vida ligada a la iglesia. Debido en gran parte a las conexiones de su familia, fue nombrado cardenal a la edad de 17 años y se convirtió en papa a los 37, adoptando el nombre de León X.
  3. León fue criado en uno de los hogares más ricos de Europa y en consecuencia estaba acostumbrado a derrochar. Procedió a hacer de Roma una de las principales ciudades renacentistas de Europa. La basílica de San Pedro, comenzada por su predecesor el papa Julio II, iba a tener las mejores obras de arte de toda Europa. Expertos arquitectos y artistas como Rafael y Miguel Ángel fueron comisionados a trabajar en el diseño no sólo de la basílica, sino también del palacio pontificio. Su vida personal fue igualmente lujosa, con extravagantes partidas de caza a las que asistía un gran séquito. CoLecciónaba las mejores gemas y libros excepcionales, y así sus gastos domésticos rápidamente consumieron las cuentas papales. Las guerras con Francia durante este tiempo empeoraron las necesidades económicas.
  4. León vio la oportunidad de una recuperación financiera cuando el arzobispado de Mainz quedó vacante. Alberto de Brandeburgo estaba dispuesto a pagar por el puesto; dispuesto, sí, pero no capaz. Alberto necesitaba pedir prestado fondos considerables. Se había hecho un acuerdo de que las indulgencias se venderían en su territorio. La mitad del dinero pagaría al banco que prestó el dinero a Alberto para comprar el arzobispado, y la otra mitad iría a Roma para la construcción de la basílica. Básicamente, Roma fue retribuida por partida doble, primero con el dinero que Alberto pidió prestado al banco y por segunda vez con la mitad del dinero de las indulgencias.
  5. Alberto contrató al monje dominico Johann Tetzel para vender indulgencias. Tetzel entraría a las ciudades para promover lo que era parte de la doctrina de la Iglesia Católica Romana: que se podía pagar para reducir el tiempo de uno en el purgatorio. El pago también podía hacerse en nombre de los familiares fallecidos ¿Quién no querría acortar el tiempo de sus queridos viejos, mamá y papá?
  6. La idea de que el perdón de los pecados podía ser comprado con algo que no fuera la sangre de Jesús enojó a Martin Lutero. Aunque Tetzel no estaba en Wittenberg, Alemania, sí operaba justo en la frontera y los feligreses de Lutero llegaron a ser nada menos que el objetivo de los engaños de Tetzel. Las 95 Tesis de Lutero apuntaron principalmente contra las actividades de Tetzel. Cuando las tesis de Lutero desafiaron el poder del papa para acortar el tiempo en el purgatorio, los dos tuvieron una guerra verbal por algunos años, los que culminaron con la excomunión de Lutero en el año 1521.
  7. León falleció más tarde, ese mismo año, de neumonía, justo antes de su cumpleaños número 46. Durante su mandato de ocho años, su enfoque estuvo dividido entre las dificultades financieras que él ayudó a crear y la agitación política que se sucedía en Europa. En comparación con esto, un monje renegado debería haber sido fácil de tratar. León no anticipó ni pudo anticipar la división inminente. El martilleo de los clavos para asegurar las 95 tesis se convertiría en el martilleo de la cuña que dividiría a la iglesia occidental.

4. Juan Tetzel.

  1. Tetzel fue un monje dominico contratado por las autoridades de la iglesia para vender indulgencias en Alemania. Nació en 1465 en Sajonia, Alemania y murió el 11 de Agosto de 1519 en Leipzig.
  2. “Tan pronto como la moneda suena en el cofre, el alma salta del purgatorio”. Así era el discurso de propaganda del monje dominico Johann Tetzel, quien vendía a domicilio el perdón de pecados como un charlatán de ferias.
  3. Tetzel se unió a la orden de los monjes dominicos en 1489. Su especialidad era vender indulgencias, y para la primavera del 1517, estaba vendiendo indulgencias autorizadas por el papa en los territorios de Alberto, arzobispo de Maguncia, justo sobre la frontera de Wittenberg. Él afirmaba que la cruz papal, bajo la cual estas indulgencias eran vendidas, contenía tanto poder como la cruz de Cristo.
  4. ¿Por qué Tetzel estaba vendiendo indulgencias papales en las tierras de Alberto? Unos años antes, cuando Alberto ya era el arzobispo de Magdeburgo, él también quería convertirse en el arzobispo de Maguncia. Cargos de este tipo tenían un costo, y el Papa León X estaba en extrema necesidad de dinero para construir la Basílica de San Pedro en Roma. Los dos clérigos llegaron a un acuerdo: Tetzel iría a los territorios de Alberto y recaudaría fondos a través de la venta de indulgencias. La mitad del dinero se destinaría al edificio de San Pedro y la otra mitad pagaría el préstamo que había tomado Alberto, asegurado para comprar el nuevo arzobispado.
  5. Una indulgencia era una cancelación, impartida por la Iglesia Católica Romana, de todo o parte del castigo por el pecado sufrido aquí o en el purgatorio. Las indulgencias se habían originado como un incentivo para que los hombres lucharan por la Iglesia como Cruzados. Pronto surgió un negocio lucrativo de venta de indulgencias para financiar la construcción de iglesias y otros propósitos piadosos. También financiaron propósitos no-piadosos, como la compra de cargos en la iglesia.
  6. El Instituto Histórico Concordia posee una indulgencia papal emitida en 1482. Esta indulgencia establece que el portador ha pagado el precio de la indulgencia y tiene derecho a la remisión completa de los pecados por confesión. El sacerdote está facultado a decir, “Te absuelvo de toda transgresión, maldad y pecado, por grandes y graves que sean.”
  7. Cuando los feligreses de Martín Lutero le preguntaron acerca de las indulgencias, él se preocupó de que con esto ya no existiría ningún verdadero arrepentimiento. Temía que la gente razone que, si el perdón de todo pecado podía ser comprado, no había necesidad de una mayor preocupación por sus almas. Lutero sabía que debía proteger a su rebaño de esta práctica peligrosa.
  8. Lutero pensaba que los funcionarios de la iglesia seguramente harían algo al respecto, luego de que los alertara. Imaginen su sorpresa cuando el papa no corrigió sino que ¡defendió tales abusos! Además, fue el estilo de vida extravagante del papa León lo que agravó su situación financiera y dio lugar a las actividades de Tetzel.
  9. Tetzel pudo haber sido el primer objetivo de Lutero, pero pronto quedó claro que Tetzel era solamente un diente engrasado más de una gran maquinaria corrupta.

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Lección 8

B. Personajes relacionados con Martín Lutero.

  1. Juan Von Staupitz.
    1. Nació en Motterwitz, Alemania, pero su fecha de nacimiento es desconocida. Murió el 28 de Diciembre de 1524 en Salzburgo, Alemania.
    2. Johann von Staupitz fue el superior de los agustinos observantes de Alemania, el mentor y confesor de Lutero, y también el decano de teología en la Universidad de Wittenberg. Staupitz tuvo un rol crucial, aunque involuntario, en la Reforma.
    3. Cuando un conflicto antiguo dentro de los agustinos surgió una vez más en 1510, Lutero y otro monje viajaron a Roma para obtener una resolución al conflicto por parte de las autoridades de la iglesia. Mientras estaban en Roma, Lutero comenzó a ver parte de la corrupción en la iglesia respecto a la veneración de reliquias y la manera casi frívola con la que los sacerdotes allí estaban administraban los elementos de la Cena del Señor. También se dio cuenta de la inutilidad de sus obras de penitencia para liberar un alma del cielo.
    4. Finalmente, la resolución favoreció el lado de Staupitz de la disputa, y Lutero regresó al monasterio en Erfurt. Debido a que la mayoría de los otros monjes en Erfurt no preferían la interpretación de Staupitz de las reglas agustinas como Lutero lo hacía, Staupitz lo llamó de aquel ambiente indolente para que sirva en la Universidad de Wittenberg en 1511.
    5. Esta no fue la única razón por la que Staupitz trajo a Lutero a Wittenberg. Durante algún tiempo, Staupitz había estado consciente no sólo de los dones académicos de Lutero, sino también de sus luchas buscando ser “lo suficientemente santo” para que Dios lo ame. Como su confesor, Staupitz aconsejó al monje en conflicto y trató de asegurarle que Dios no estaba fuera para castigarlo. Staupitz le asignó a Lutero la tarea de enseñar la Biblia en la universidad. Esta posición también conllevaba predicar en el monasterio de Wittenberg.
    6. Hasta este momento, ambos hombres académicamente entrenados habían concentrado sus estudios en los escritos de teólogos y filósofos más que en la Biblia. Lutero ahora comenzó a estudiar las Escrituras mismas en vez de otros escritos, mientras preparaba sus clases sobre los Salmos, Romanos y Gálatas. Mientras estudiaba en su habitación en la torre del monasterio, sus ojos fueron abiertos y comenzó a darse cuenta de que la justicia de Dios era algo que él jamás podría ganar haciendo buenas obras. Por el contrario, Dios lo daba gratuitamente por el beneficio de Cristo a través de la fe.
    7. Mientras la niebla de la confusión y duda comenzaban a disiparse en el cálido y brilloso sol de la Palabra de Dios, la teología de Lutero comenzó a formarse, desarrollarse y fortalecerse.
    8. Aunque Lutero ya no necesitaba el consejo constante de Staupitz, los dos permanecieron cerca por algún tiempo. Curiosamente, a pesar de su apoyo a Lutero y a la Reforma, Staupitz nunca se convirtió en un compañero reformador, sino que permaneció en la iglesia católica.

C. Ulrico Zwinglio (1484 – 1531).

  1. Fue un teólogo de Suiza y líder de los primeros movimientos de la Reforma en Suiza. Nació el 1º de enero de 1484 en Wildhaus, Toggenburg, Suiza.
  2. Venido de una familia de prósperos agricultores, tuvo la oportunidad de acceder a la educación, una circunstancia prohibitiva para la mayoría analfabeta de la época.
  3. Estudió en la universidades de Viena y Basilea en donde siguió la carrera religiosa. En 1506 recibe el título de Magister y es ordenado sacerdote católico, oficiando como párroco en diferentes localidades.
  4. En 1513 fue nombrado capellán del ejército al servicio del Papa, prestando servicio en Pavia, Novara y Marignano. Aquí, en esta localidad, en 1515, se produce una cruel matanza, tras la cual Zwinglio hace conocer su disidencia con los excesos del ejército y sus motivaciones.
  5. En 1516 tuvo la oportunidad de encontrarse con Erasmo, un humanista que comenzaba a plantear una visión del mundo desde una perspectiva diferente al obscurantismo reinante. Mantiene correspondencia regular con Erasmo y adopta cada vez más el enfoque racional de las Escrituras del humanista holandés.
  6. Zwinglio toma dos años sabáticos antes de ir a Zúrich a servir en una parroquia, en 1518. Durante su período sabático sirve en un monasterio benedictino de Einsiedeln y allí comienza a leer a los padres de la iglesia y a historiadores clásicos. Mantiene correspondencia regular con Erasmo y adopta cada vez más el enfoque racional de las Escrituras del humanista holandés. El tiempo de Zwinglio en Einsiedeln comienza a formar su teología y a influenciar su predicación al llegar a Zúrich en 1518.
  7. Es en Zúrich que la teología de Zwinglio cobra forma y la Iglesia Reformada Suiza encuentra en él a un líder. Sobrevivir a la plaga en 1520 le ayuda a profundizar esta madurez teológica. Él comienza una serie de sermones sobre Mateo, Hechos y las epístolas de Pablo a Timoteo, transformando su tiempo sobre el púlpito en un estudio bíblico — algo inaudito durante una misa católica.
  8. Como Lutero, él predica contra las indulgencias y la autoridad del papa, enfatizando las doctrinas de la Sola Scriptura y la justificación por la fe. Zwinglio formalmente rompe con la Iglesia Católica en 1521 y poco tiempo después se casa. Pero a diferencia de Lutero, él propone la extracción de imágenes en la iglesia y la abolición de la misa.
  9. Aunque en un principio era partidario -como también el resto de reformadores- de purificar a la iglesia romana, poco a poco y gradualmente se fue dando cuenta de que eran los mismos cimientos del romanismo lo que había que cambiar. Su posición confrontó de tal manera con la jerarquía romana, que fue expulsado y excomulgado en el año 1523. Huldrych Zwinglio se había transformado en uno de los máximos referentes de la reforma y probablemente el más duro y radical.
  10. Zwinglio, que había hecho una reforma desde su propia concepción, sin seguir estrictamente el modelo luterano, veía a la Reforma como un movimiento no solo religioso o cultural, sino también patriótico.
  11. Fue un evento relacionado con el ayuno el hecho que se ha considerado como punto de inicio de la Reforma de Zwinglio. En 1522 habló públicamente contra el ayuno obligatorio en la Cuaresma, toda vez que en la Escritura no se afirma que esté prohibido comer nada en ese período temporal. Así pues, aunque no participó, sí apoyó una comida de salchichas que se realizó en la casa de un impresor de Zúrich. A este evento la historia lo ha dado en llamar El asunto de las salchichas.
  12. Su ideario religioso quedó plasmado en una declaración realizada en 1523 conocida como Las 67 Tesis de Zwinglio. Entre otras cosas, señala que Cristo es la cabeza del género humano y la Iglesia su esposa; que la fuente de la fe está en la Biblia y no se requiere de un intérprete; rechaza al papado como contrario a las Escrituras; rechaza la misa, la veneración y la intercesión de los santos, el celibato y la vida monástica. Afirma que el sacerdote sólo puede aconsejar, pero que únicamente Dios es capaz de perdonar los pecados.
  13. Estas 67 Tesis, fueron presentadas ante el Ayuntamiento de Zurich, para debatir el temperamento a seguir, en especial por las diferencias conceptuales y de práctica que existían entre Zwinglio y Juan Faber. La postura de Zwinglio se impuso y las 67 Tesis fueron aceptadas, de manera que éste fue autorizado a proclamarlas de manera oficial.
  14. En junio de 1524 el Concejo de Zurich declaró la ruptura con la Iglesia Católica y ordenó que se quiten las reliquias, imágenes, y todo objeto de veneración considerado pagano.
  15. El consejo municipal de Zúrich apoyó a Zwinglio y votó para declarar protestante a dicha ciudad. Al consejo municipal entonces le fue dada una autoridad normalmente reservada para la iglesia, y comenzó a llevar adelante las actividades cotidianas de la iglesia.
  16. Ese mismo año, Zwinglio publicó “El Pastor”, uno de los primeros trabajos que tratan sobre el rol del pastor protestante.
  17. El 13 de abril de 1525, se celebró por primera vez el servicio conocido actualmente como la “Santa Cena” en sustitución de la misa tradicional católica.
  18. Zwinglio impuso los preceptos reformados como normas para regular las costumbres y moral de toda la ciudadanía. Así es que se establecieron tribunales civiles que administraban la ley de acuerdo a un rígido mandato religioso.
  19. En 1529 se llegó a reglamentar que quien no concurriese al culto podría llegar a perder la ciudadanía y que la facultad para excluir de la “Cena” recaería en los magistrados.
  20. Otro de los grandes legados de Zwinglio, fue haber traducido la Biblia en forma conjunta con Leo Jud. Esta versión se conoce hoy día como “La Biblia de Zurich”.
  21. Una de las grandes diferencias entre la visión de Zwinglio en relación con otros reformadores, fue que éste era un firme defensor de la unión de la iglesia y el estado. Para Zwinglio no deberían ser cosas distintas. La ley del estado debería ser la ley de Dios.
  22. Otra de las diferencias era que Zwinglio mantenía un carácter fuertemente localista, esto en razón de su profundo patriotismo: defender la Suiza reformada era una acción patriótica.
  23. Pero Zwinglio, aunque era un gran moralista, no era pacifista en absoluto. Creía en el uso de las armas para defender las ideas. Esto fue así en parte debido a su noción ideológica que consideraba fe y patria como una sola cosa.
  24. El concepto de separación de iglesia y estado, la oposición al uso de las armas y otras diferencias doctrinales, provocarían la disidencia de un importante grupo de reformistas que pasaron a ser conocidos como los “anabaptistas”.
  25. En 1529, Felipe de Hesse, Felipe I, organizó un encuentro cumbre entre Zwinglio y Lutero en la ciudad de Marburgo. Durante los días 1 al 4 de octubre de 1529 se encontraron frente a frente Lutero y Melanchton con Zwinglio y Ecolampadio en el castillo del langrave Felipe de Hesse en Marburgo.
  26. En el transcurso de estos días se hizo más y más evidente la imposibilidad de un acuerdo, sobre todo referente a la cena del Señor. Sin embargo, Felipe no desesperaba de poder formar una liga defensiva y persuadió a los dos partidos a redactar una declaración de quince artículos. En catorce de éstos estuvieron de acuerdo las dos partes. El decimoquinto tenía que ver con la Santa Cena, y aún en éste hubo acuerdo en todos los puntos, menos en el que trata de la naturaleza de la presencia de Cristo en el sacramento.
  27. Luego de discusiones acaloradas, no pudieron ponerse de acuerdo en el punto 15: cómo entender las palabras de institución de Cristo. Lutero no iba a ceder de su creencia de que Jesús está presente corporalmente en la Santa Cena, citando pasajes tales como 1 Co. 10:16 y 11:25–29 y escribiendo las palabras del Señor “este es mi cuerpo” en la mesa donde los dos estaban manteniendo su debate. Lutero mostró que dependía de Zwinglio probar que “es” quiere decir “significa” o “simplemente representa.” Esto no lo podía hacer. Por lo tanto, no pudo realizarse una alianza entre los dos reformadores.
  28. Sin embargo, todos firmaron con la estipulación de que “cada cual mostraría amor cristiano hacia el otro hasta donde la conciencia de cada uno lo permitiera”. A estos quince artículos, por el lugar en que se formularon, se los denominó “los Artículos de Marburgo”.
  29. Esta reunión era un intento para unificar criterios y convencer a Lutero sobre la necesidad de una acción militar. Zwinglio soñaba con una liga cristiana defensiva “en nombre de la Palabra de Dios”. Pero la reunión fracasó. Lutero no estaba de acuerdo con la idea de que usar la espada para defender o expandir la verdad del evangelio sea una obligación de todo buen cristiano.
  30. De todas maneras, Zwinglio envió sus fuerzas contra los cantones suizos que todavía se resistían a la reforma. Cuando las hostilidades surgieron entre los católicos en Schwyz y los protestantes de Zúrich, le sucedió una batalla.
  31. El 11 de octubre de 1531 los ejércitos católicos y protestantes se enfrentaron cerca de Kappel. Los protestantes eran superados en número en gran manera, y Zwinglio, una vez más actuando como capellán de los soldados, murió en el campo de batalla. Su cuerpo fue entonces descuartizado y quemado para evitar que el reformador disfrutara un entierro apropiado.
  32. Si bien la derrota y muerte de Zwinglio fue un duro golpe para la Reforma Protestante, sus seguidores se mantuvieron fieles, así como sus ideas encendidas.
  33. El concejo de Zurich nombraría como su sucesor a Heinrich Bullinguer (1504-1575), al que impondría dedicarse a la práctica religiosa sin que se ocupe de asuntos políticos.

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Lección 9

D. Juan Calvino (1509-1564).

  1. Jean Cauvin o Calvin, teólogo y reformador protestante. Nació en Noyon, Francia, en 1509, y murió en Ginebra, Suiza en 1564). Fue educado en el catolicismo, realizando estudios de Teología, Humanidades y Derecho.
  2. Calvino es sin duda el más grande de los teólogos protestantes, y quizás, después de San Agustín, entre todos los escritores occidentales de teología el más perseverantemente seguido por sus discípulos.
  3. Una generación lo separa de Lutero, al que nunca llegó a conocer. Estos dos protagonistas de los movimientos reformistas mostraban entre sí fuertes contrastes de nacimiento, educación y carácter. Lutero era un campesino sajón, su padre un minero; Calvino procedía de la clase media francesa, y su padre, un abogado, había comprado la licencia de la ciudad de Noyon, donde ejercía la práctica del derecho civil y canónico.
  4. Calvino recibió enseñanza formal para el sacerdocio en el Collège de la Marche y en el Collège de Montaigue, dependientes de la Universidad de París. Alentado por su padre a dedicarse al Derecho en lugar de a la Teología, Calvino ingresó también en las universidades de Orléans y Bourgues. Junto a varios amigos empezó a interesarse por los movimientos humanístico y reformista, y emprendió estudios sobre la Biblia griega. En 1532 publicó un comentario sobre el De Clementia de Séneca, poniendo de manifiesto su preparación como erudito humanista.

Evento Crucial en Su Posición como Reformador.

  1. No se sabe con certeza cuándo ni cómo fue la conversión de Calvino, pero sí se sabe que el 1° de noviembre de 1533 ocurrió un evento que muestra que se había operado un cambio drástico en sus convicciones religiosas. El rector de la Universidad de la Sorbona en París, Nicolás Cop, el amigo de Calvino, pronunció un discurso en ocasión de la apertura del año académico; pero más que un discurso, fue un sermón que mostraba una clara influencia tanto de Erasmo como Martín Lutero. En este sermón, Nicolás Cop defendió la doctrina de la justificación por los méritos de Cristo, a la vez que protestó contra los ataques y persecuciones de que eran objeto los que disentían de la Iglesia de Roma: «Herejes, seductores, impostores malditos, así tienen la costumbre el mundo y los malvados de llamar a aquellos que pura y simplemente se esfuerzan en insinuar el evangelio en el alma de los fieles». Y luego añadió: «Ojalá podáis, en ese periodo infeliz, traer la paz a la Iglesia más bien con la palabra que con la espada».
  2. El discurso cayó como una bomba en la universidad y en otros sectores, a tal punto que el Parlamento inició un proceso contra él. Por otra parte, comenzó a correr el rumor de que la mano de Calvino estaba detrás de la redacción del discurso. Si Calvino no escribió el discurso, por lo menos lo influyó en tono y contenido, que era profundamente protestante. Un mes más tarde, cuando Nicolás Cop se dirigía al Parlamento para responder el sumario que se había preparado en su contra, un amigo diputado le envió una nota advirtiéndole que debía escapar por su vida, pues el Parlamento estaba siendo presionado por la corona para que fuese condenado. Es así como Calvino y Nicolás Cop deciden escapar de París. Su asociación con Cop, que acababa de ser elegido rector de la Universidad de París, obligó a ambos a huir cuando Cop anunció su apoyo en 1535 a Martin Lutero. Aunque pocas veces se refirió a este tema, Calvino estuvo sometido a una experiencia religiosa personal más o menos por esta época.
  3. Con poco más de 20 años adoptó los puntos de vista de Lutero: negación de la autoridad de la iglesia de Roma por derecho divino, negando la sucesión apostólica desde el apóstol Pedro, y dando primordial importancia a la Biblia como única regla de fe y conducta («Sola fides, sola Scriptura»), destacando la doctrina de la justificación del hombre por medio de la gracia.
  4. Durante los dos años siguientes Calvino viajó con frecuencia, evitando las autoridades eclesiásticas mientras estudiaba, escribía y disertaba a partir de la Biblia y la tradición cristiana los principios básicos de su teología. En 1536 publicó la primera edición de su Christianae Religionis Institutio, un conciso y provocativo trabajo que le situó en la vanguardia del protestantismo como pensador y predicador.

Calvino en Ginebra.

  1. La reforma continuaba en Europa gracias a la labor de algunos reformadores. Tal vez uno de los más extraordinarios fue el pastor de origen francés Guillaume Farel, quien después de ser perseguido y apedreado, gracias a su voluntad logró influir en la expulsión de Ginebra de la Iglesia de Roma. Así, el 21 de mayo de 1536 consiguió en la plaza pública de Ginebra, mediante la institución de la teocracia, que todos aceptaran vivir «según el Evangelio y la palabra de Dios», lo cual le abre las puertas de un poder enorme: el de unir el Evangelio y la palabra de Dios al gobierno.
  2. En 1536, camino a Estrasburgo, Calvino pernotó en Ginebra. Al enterarse Farel de que Calvino estaba allí, lo visitó donde éste se hospedaba y lo convenció de que permaneciese en Ginebra para realizar la obra que Farel reconocía superior a sus fuerzas. Calvino, de 26 años, era ya reconocido en toda Europa por su obra recién publicada y que trataba sobre el asentamiento institucional del cristianismo reformado.
  3. En Ginebra, Calvino se convirtió en el principal colaborador de Guillermo Farel en la tarea de proseguir en el proceso de reforma. Para tales fines, en noviembre de 1536 Calvino presentó ante el Consejo una Confesión de Fe de 21 artículos que el pueblo debía aceptar bajo juramento. Y unos meses más tarde, a mediados de enero de 1537, los dos predicadores presentaron otro documento en el que pedían cuatro reformas básicas para la Iglesia de Ginebra:
    1. Que nadie participase de la Santa Cena si no es con verdadera piedad y genuina reverencia. «Por tal razón y a fin de mantener la integridad de la Iglesia, es necesaria la disciplina». Calvino también pedía que la Cena del Señor se celebrara con más frecuencia.
    2. Que se reformaran las leyes concernientes al matrimonio según la Palabra, «ya que el Papa las ha confundido de tal modo, dictando decretos a su antojo».
    3. Que los niños fuesen catequizados por sus padres, y que en ciertas ocasiones del año comparecieran ante los pastores para asegurarse de que realmente estaban aprendiendo la Palabra de Dios.
    4. Que el pueblo participara activamente en los servicios de adoración cantando salmos. «Hay salmos que deseamos sean cantados en la iglesia. Si se adopta la reforma, la gente tendrá que cantar en las iglesias. No han cantado durante siglos. Ni siquiera han entendido el latín cantado por los sacerdotes.
  4. El consejo aceptó sin problemas los últimos 3 puntos; pero el asunto de la excomunión era otra cosa. Los magistrados se resistían a «cambiar lo que ellos consideraban como tiranía clerical católica por un nuevo yugo protestante». Calvino, por su parte, se sentía cada vez más decepcionado por el estado moral del pueblo.
  5. La tensión llegó a tal punto que el Consejo de la ciudad ordenó a Farel y a Calvino que dejasen de predicar; pero ambos desobedecieron la orden y se negaron a administrar el sacramento, por lo que el Consejo decidió expulsarlos de Ginebra. Y fue así como, el 25 de abril de 1538, Calvino y Farel abandonaron la ciudad.

El Exilio en Estrasburgo.

  1. Al salir de Ginebra los dos predicadores se dirigieron a la ciudad de Berna, la cual envió una delegación a Ginebra para tratar de resolver el asunto. Las discusiones no llegaron a nada, por lo que Calvino y Farel decidieron tomar el rumbo hacia Basilea, a unos 200 km de allí, a la cual arribaron a fines de mayo de 1538. En una carta que Calvino envió a un amigo le daba a conocer lo difícil que fue aquel viaje.
  2. Muy pronto Farel recibió una invitación de urgencia para ir a la ciudad de Neuchatel, que había aceptado la reforma. Calvino, habiéndose quedado solo en Basilea, fue invitado por algunos pastores de Estrasburgo a que aceptara el pastorado de una iglesia de refugiados franceses.
  3. Ahora, con 29 años de edad, pasó tres años en Estrasburgo, en donde sirvió como pastor hasta 1541, disfrutando de un tiempo de mucha tranquilidad y sosiego. Allí se dedicó a escribir, componiendo un himnario con 18 salmos, el credo apostólico con música, 17 capítulos de su libro La Institución de la Religión Cristiana, un estudio sobre la Carta a los romanos, entre otros. El francés que usó en su segunda edición de sus Instituciones fue hermoso y pulido, tanto que Calvino ha venido a ser conocido posteriormente como padre del francés moderno, del mismo modo que Lutero por su traducción de la Biblia ha sido llamado padre del alemán moderno.
  4. En 1539 Juan Calvino contrajo matrimonio con Idelette de Bure, una viuda que tenía un hijo y una hija de su matrimonio anterior con un anabaptista en Estrasburgo. Calvino e Idelette tuvieron un hijo que murió a las dos semanas de nacer.

De vuelta a Ginebra.

  1. Durante su estancia en Estrasburgo, la situación en Ginebra se tornaba cada vez peor, de tal manera que el Concilio General de la Ciudad le pidió a Calvino que retornara como pastor. Calvino recibió la carta estando en la ciudad de Worms, donde había sido enviado por la ciudad de Estrasburgo como representante en cuatro Dietas convocadas de nuevo por el Emperador Carlos, entre los años 1539 al 1541 (allí Calvino desarrolló una muy buena amistad con Philipp Melanchthon que duró 24 años, hasta la muerte de éste). Al leer la carta, Calvino estalló en llanto. «Preferiría cien otras muertes antes que aquella cruz, sobre la cual tendría que morir mil veces al día». Era una decisión muy difícil para él, pero después de 10 meses de mucha lucha, finalmente decidió regresar.
  2. Calvino regresó a Ginebra el 13 de septiembre de 1541 para no salir de allí nunca más. Al subir al púlpito por primera vez, abrió su Biblia en el mismo versículo que continuaba en su exposición que quedó suspendida tres años antes. Predicaba varias veces el domingo y, durante algunas semanas, todos los días restantes. Durante este tiempo un hombre llamado Denis Raquenier comenzó a tomar notas de los sermones de Calvino en taquigrafía para su propio provecho; su labor fue tan precisa y completa (casi no dejaba escapar palabra), que gracias a ese esfuerzo contamos hoy con una inmensa cantidad de sus sermones.
  3. En su regreso a Ginebra, Calvino no se limitó a predicar y a tratar de influir en las costumbres, sino que asumió un verdadero poder político, que ejercería hasta su muerte. Aunque mantuvo formalmente las instituciones representativas tradicionales, estableció un control de hecho sobre la vida pública, basado en la asimilación de comunidad religiosa y comunidad civil.
  4. Calvino permaneció en Ginebra el resto de su vida, excepto los breves viajes en defensa de la reforma de la Iglesia. Su esposa murió en 1549, y no se volvió a casar. Aunque recibió casa y salario del Gobierno, no tuvo cargo oficial y no se hizo ciudadano de Ginebra hasta 1559.
  5. Un Consistorio de ancianos y de pastores -dotado de amplios poderes para castigar- vigilaba y reprimía las conductas para adaptarlas estrictamente a la que suponían voluntad divina: fueron prohibidos y perseguidos el adulterio, la fornicación, el juego, la bebida, el baile y las canciones obscenas; hizo obligatoria la asistencia regular a los servicios religiosos; y fue intolerante con los que consideraba herejes (como Miguel Servet, al que hizo quemar en la hoguera en 1553). El culto se simplificó, reduciéndolo a la oración y la recitación de salmos, en templos extremadamente austeros de donde habían sido eliminados los altares, santos, velas y órganos. Ginebra se convirtió así en uno de los más importantes focos protestantes de Europa, desde donde irradiaba la Reforma.
  6. En 1551 tuvo una disputa teológica con el médico y teólogo ex-dominico francés Jérôme-Hermès Bolsec. Bolsec se había manifestado como contrario a la idea de predestinación, defendida por Calvino, en una discusión pública con Jean de Saint André. Bolsec no sabía que entre el público se encontraba Calvino en persona, y este se levantó para refutar punto por punto las tesis del médico. Tras la discusión Bolsec fue arrestado por orden de Calvino, y tras el juicio condenado al exilio, al considerar el tribunal que su punto de vista no se podía calificar como herejía, y que por tanto no merecía un castigo mayor.
  7. En 1553 Miguel Servet publicó su obra Christianismi Restitutio. Servet ya había mantenido años antes un intercambio de cartas con Calvino, en las que Servet le instaba a que rechazase el dogma de la Santísima Trinidad. Calvino suspendió ese intercambio epistolar considerando las ideas de Servet como heréticas, y cuando más tarde se publicó Christianismi Restitutio, sin el consentimiento de Calvino, se hizo llegar a la Inquisición francesa, su ayudante De Trye, algunas de las cartas que le había remitido el español. Ése mismo año Servet fue detenido por la Inquisición de Lyon, siendo interrogado y encarcelado en Vienne; el 7 de abril logró evadirse y partió en dirección a Italia. Durante su camino, hizo escala en Ginebra, donde el 13 de agosto fue reconocido en la iglesia donde predicaba Calvino y fue detenido y juzgado por herejía. El consejo Ginebrino instigó al juicio en contra de Miguel Servet, y apoyó la sentencia de que fuera quemado junto con sus libros en la hoguera, tomando en cuenta que esta práctica era repudiada por la mayoría de las congregaciones protestantes. Así Miguel Servet fue condenado y sentenciado a morir en la hoguera el 26 de octubre de 1553, pena ejecutada al día siguiente en la plaza de Champel.
  8. Debido a la libertad religiosa que se tenía en Ginebra, muchos luteranos que escaparon de Francia, de Escocia y de Inglaterra, huyeron allí, con lo que, en poco tiempo, la población se duplicó, a más de 20.000 personas. Entre los protestantes escoceses se encontraba John Knox, quien llegó a decir de la Iglesia en Ginebra que era la más perfecta escuela de «Cristo que alguna vez haya habido en la tierra desde los días de los apóstoles». Durante su estancia allí, Knox formó parte de un equipo que finalmente publicó la llamada Biblia de Ginebra, para el pueblo de habla inglesa. Fue la primera Biblia con notas teológicas al margen, muchas de las cuales no eran más que una extensión del ministerio de predicación de Calvino. Esta vino a ser la versión predominante entre los puritanos ingleses por los próximos 100 años y fue la Biblia que los peregrinos del Mayflower llevaron consigo a América.
  9. Ginebra se convirtió en una escuela de preparación de líderes. La academia de Ginebra se estableció en 1559 y, para el tiempo en que el sucesor de Calvino, Teodoro de Beza, se retiró, se habían entrenado unos 1600 hombres para el ministerio. De igual manera, inspirados por la visión de Calvino, Ginebra se convirtió en un núcleo misionero muy importante. Este esfuerzo produjo resultados, sobre todo en Escocia (con John Knox) y en Francia. En 1555 sólo había una iglesia Reformada completamente organizada en Francia. Siete años más tarde eran cerca de 2000, algunas de ellas con un tamaño considerable. Durante la década de 1560, más de 2 millones de franceses pertenecían a tales iglesias (en una población de 20 millones).
  10. Calvino redactó el borrador de las nuevas ordenanzas que el Gobierno modificaría y adaptaría como constitución de Ginebra, regulando a la vez temas sagrados y profanos. Calvino apoyó también el establecimiento de un sistema de escuelas municipales para todos los niños, con una academia en Ginebra como centro de formación para los estudiantes más adelantados. Calvino se propuso mejorar la vida de los habitantes de la ciudad de muchas formas. Defendió la creación de hospitales, alcantarillado, barandillas protectoras en los pisos altos para evitar que los niños se cayeran, atención especial para los pobres y los enfermos y la introducción de nuevas industrias. Promocionó el uso del francés en las iglesias, y contribuyó de forma muy personal a su formación como lengua moderna con sus escritos en lengua vernácula.
  11. Sin embargo los escritos de Calvino han resultado ser su contribución más duradera a su Iglesia. Compuso himnos y animó a otros a hacerlo. El famoso salterio ginebrino, compuesto en su mayor parte por su colega Louis Bourgeois, se convirtió en el modelo de muchos himnos protestantes. Compuso un influyente catecismo, cientos de cartas a compañeros reformistas, y comentarios sobre casi todos los libros de la Biblia. Se recopilaron además sus escritos y sermones.
  12. No debemos suponer que este fue un tiempo de paz para Calvino. Aparte de todas las aflicciones físicas que padecía, Calvino era constantemente atacado por los miembros del partido de los Libertinos, quienes se vanagloriaban de su vida licenciosa, pero al mismo tiempo pretendían participar de la Cena del Señor, algo que Calvino nunca permitió. En cierta ocasión, un miembro de este partido, Philibert Berthelier, fue excomulgado por su promiscuidad sexual y, por lo tanto, se le prohibió participar de la Cena. El Concilio de la Ciudad revocó la decisión, de modo que Berthelier se apareció en la iglesia con hombres armados con espada y dispuestos a pelear. Calvino descendió del púlpito, se interpuso entre la turba y la mesa de la Comunión, y les dijo: «Pueden quebrar estas manos, pueden cortar estos brazos, pueden tomar mi vida, mi sangre es vuestra, pueden derramarla; pero nunca me forzarán a dar las cosas santas al profano y deshonrar esta mesa de mi Dios». Los libertinos no tuvieron más remedio que salir de la iglesia.
  13. Calvino nunca gozó de buena salud; sufría asma crónica y catarro. Estuvo muy delicado a causa del violento ataque de fiebre cuartana en 1558. Finalmente falleció a la edad de 54 años, el 27 de mayo de 1564, en brazos de Teodoro de Beza, su sucesor; y fue enterrado en una sepultura anónima en Ginebra.
  14. A pesar de su doctrina inflexible, el calvinismo se extendió con rapidez y se convirtió en una de las principales formas del protestantismo. Juan Calvino afirmó: “La única e indudable conclusión es que la Voluntad de Dios es la única principal y más alta causa para todas las cosas en el cielo y en la tierra».

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Lección 10

E. Juan Knox (1514-1572).

Sacerdote escocés, líder de la Reforma Protestante en Escocia, considerado  fundador del presbiterianismo; reconocido como Padre de la Reforma en Escocia.

Primeros años y formación

  1. Apenas se conocen datos biográficos de su nacimiento e infancia. En las biografías más antiguas se fijaba su nacimiento en 1505, pero los estudios más recientes tienden a retrasarlo hasta 1515. No se sabe nada de su familia, parientes o clan, tan sólo que su madre pertenecía a la familia Sinclair y que su padre era un pequeño granjero llamado William Knox.
  2. Fue educado en la escuela del burgo de Haddington y, pese a que tanto la Universidad de Glasgow como St. Andrews afirman que estudió en sus aulas, no hay certeza de que se graduara en ninguna de ellas. En sus escritos se atestigua un cierto dominio del latín y el francés, y al final de su vida parece que aprendió rudimentos de griego y hebreo. Dominaba su lengua vernácula, el escocés, como quedó reflejado en su «Historia»; también adquirió conocimientos de leyes. Por sus propias palabras sabemos que fue sacerdote y ejerció como notario para la autoridad eclesiástica local, probablemente en la diócesis de San Andrés.
  3. Poco más es lo que se conoce de su formación académica y de su carrera eclesiástica. Hacia 1540, mientras trabajaba como profesor particular en Escocia, empezaría a cuestionar la doctrina católica y a plantearse la necesidad de emprender una reforma. No obstante, los acontecimientos que rodearon su vida permanecieron en la oscuridad hasta 1545. En esta fecha se inicia su «Historia de la Reforma», publicada hacia 1562, obra de cierto carácter autobiográfico.
  4. Hacia 1545, el mayor exponente del protestantismo en Escocia era George Wishart, el cual acababa de llegar de Alemania. En 1543 en Haddington, Knox conoció a Wishart y se convirtió en su más firme partidario. Por contra, frente a Wishart, se encontraba el cardenal Beaton, el gran defensor de la causa católica y canciller de Escocia desde 1543. Como canciller, Beaton puso en marcha una política de persecución de los protestantes que provocó numerosas muertes, entre ellas, la de Wishart, quemado en la hoguera el 1 de marzo del año 1546.
  5. Knox siguió al reformador por donde quiera que fue y se constituyó en su guardaespaldas, portando espada para poder defenderlo de los emisarios del cardenal, que como era sabido quería matar a Wishart. En la noche en la que éste fue apresado, Knox fue a duras penas reprimido de compartir su cautiverio y, con toda probabilidad, su destino. Las palabras de la exhortación de Wishart son bien elocuentes: “Uno es suficiente para el sacrificio”.
  6. Las crueldades cometidas por Beaton acabaron por provocar el disgusto del pueblo hacia el cardenal, lo que fue aprovechado por algunos nobles protestantes para asaltar su castillo y asesinarle, era el 29 de mayo de 1546. El asesinato de Beaton fue aplaudido por la comunidad protestante, encabezada ahora por Knox, no obstante, éste, junto a sus pupilos, tuvo que buscar refugio durante meses en el castillo de St. Andrews, ante la presión del Gobierno, encabezado por el Duque de Arran.
  7. Finalmente, el 31 de julio de 1547, los sitiadores, reforzados por una fuerte flota francesa, lograron tomar el castillo de Saint Andrews, obligando a sus ocupantes a capitular. Knox fue encarcelado, junto a otros dirigentes protestantes involucrados en el asesinato. Knox y sus compañeros fueron deportados y enviados a galeras francesas, donde fue tratado como esclavo.
  8. Knox pasó diecinueve meses en las galeras, entre durezas y miserias que dañaron seriamente su salud de forma permanente y le provocaron algunos de los males que sufrió a lo largo del resto de su vida. “Cuánto tiempo estuve prisionero” dijo en St. Andrews en 1559, ‘qué tormentos soporté en las galeras y cuáles fueron los sollozos de mi corazón, no es momento de relatarlos’. Sin embargo, él siempre tuvo la esperanza de regresar a su país natal. En sus escritos Knox expresó que confiaba en su regreso, dando un curioso testimonio del hecho, pues en una ocasión estando entre Dundee y St. Andrews, la segunda vez que las galeras regresaban a Escocia, el mencionado John (Knox) estando tan extremadamente enfermo que pocos esperaban que viviera, Maister (después Sir) James Balfour, uno de sus compañeros prisioneros, le dijo que mirara a la tierra y le preguntó si la conocía. A lo que respondió, ‘Sí, la conozco muy bien; veo el campanario de ese lugar donde por primera vez Dios abrió mi boca para su gloria; estoy plenamente persuadido, no importa lo débil que ahora esté, de que no partiré de esta vida hasta que mi lengua glorifique su nombre en el mismo lugar’.
  9. En 1549 Knox fue liberado gracias a la intercesión de Eduardo VI, rey del gobierno inglés, pero continuó en Inglaterra ante el temor de que si regresaba a Escocia volviese a ser encarcelado por los católicos franceses. John Knox se sentía más seguro en la Inglaterra protestante del débil Eduardo VI, que en su católica escocia natal. Ingresó entonces en la Iglesia anglicana, durante los dos años siguientes, Knox estuvo predicando en Berwick, de allí pasó a Newcastle y, posteriormente, fue designado capellán real en 1551. En 1552 fue propuesto para ocuparse del obispado de Rochester, pero rechazó el cargo. Según Knox, la Iglesia anglicana era demasiado afín a la doctrina de la Iglesia católica, sus propuestas de reforma eran mucho más profundas que lo que hasta ese momento había propuesto el anglicanismo, por lo que se negó a ocupar cualquier cargo dentro de la jerarquía anglicana.

Ginebra: Knox y los calvinistas.

  1. Tras la prematura muerte de Eduardo VI en 1553, su hermana María Tudor (María la sangrienta para los protestantes), católica convencida, subió al trono. Knox estuvo dudando una temporada sobre si debía quedarse y morir en la hoguera o huir del país. Pero el cambio de soberano no frenó las prédicas de Knox, que continuó en Inglaterra, no obstante, trató de congraciarse con la nueva y católica reina. Pero, en 1554, ante el temor de ser encarcelado, Knox buscó refugio en la localidad francesa de Dieppe. En esa época, Knox contrajo matrimonio con Marjorie Bowes, una joven calvinista de Newcastle, hija de Richard Bowes.
  2. De Dieppe decidió escapar a Ginebra en 1555, donde los reformadores suizos, especialmente Juan Calvino, tuvieron mucha influencia en él. Knox participó en la creación de la conocida Biblia de Ginebra, realizada para el público anglosajón y con notas teológicas al margen. Se hizo tan popular que fue el texto que se llevaron a América los tripulantes del Mayflower en 1620.
  3. Ya en Ginebra pidió consejo a Calvino sobre la manera de frenar tanto a María Tudor como a María de Guisa, regente de Escocia. Ésta, había iniciado una campaña de persecución contra los protestantes, apoyada en su poderosa familia, los Guisa, y en Francia.
  4. En 1554, Knox fue elegido capellán de los protestantes ingleses en Frankfurt, cargo desde el que atacó las reformas religiosas realizadas por Eduardo VI y el ceremonial anglicano. Su actitud acabó por provocar un cisma y fue expulsado de Frankfurt por las autoridades. Regresó entonces a Ginebra, donde se puso al frente de los protestantes ingleses. En el verano de 1555, partió hacia Escocia, donde encontró una situación muy diferente a la que había dejado años atrás. Knox pudo predicar sus ideas en público y sus sermones atrajeron la atención de un nutrido grupo de aristócratas. En Escocia, Knox formalizó la ruptura completa con la Iglesia católica, al asegurar que ningún creyente auténtico debía tomar partido en la Misa, que él consideraba un ejercicio de idolatría. En el verano de 1556, Knox regresó a Ginebra, mientras en Escocia, era condenado en rebeldía y declarado proscrito.
  5. Hasta finales de 1558 Knox permaneció en Ginebra, embebiéndose de las ideas calvinistas que posteriormente introdujo en Escocia. En Ginebra nacieron sus dos hijos, Nathaniel y Eleazar. En 1557 algunos amigos trataron de convencerle de que regresara a Escocia e incluso parece que Knox emprendió el viaje, pero en Dieppe se lo pensó mejor y regresó a Ginebra. A lo largo de 1558, Knox desarrolló una frenética actividad literaria fruto de la cual fue su famosa obra First Blast of the Trumpet against the Monstrous Regiment of Women, dirigida contra María Tudor, María de Guisa, Catalina de Médicis y la joven María Estuardo. En Brief Exhortation to England, abogó por expulsar a los católicos de Inglaterra; y en Treatise on Predestination, Knox respondió a la doctrina anabaptista.

El ascenso de Knox, la guerra en Escocia.

  1. A principios de 1559, una vez que la reina María Tudor había sido sucedida por su hermana, la reina Isabel y que ésta promulgó el Acta de Supremacía, que reinstauraba el anglicanismo en Inglaterra; Knox consideró llegado el momento de regresar a su patria. El 2 de mayo, tras una travesía por mar, Knox llegó a localidad escocesa de Leith, cerca de Edimburgo. La Reina Regente de Escocia, gravemente enferma, no tenía ni las fuerzas ni los apoyos necesarios para detener el avance del protestantismo ni sus desmanes contra los católicos. Ante esta situación, el 25 de mayo Knox pronunció un discurso incendiario en Perth, que acabó desencadenando una oleada de disturbios en dicha localidad y fuertes enfrentamientos entre católicos y protestantes, en realidad todo una guerra civil. Los protestantes se atrincheraron en Perth y se declararon en rebeldía contra la Regente, ésta movilizó sus ejércitos y avanzó sobre la ciudad rebelde desde Stirling. Entre ambas fuerzas acabó por establecerse un pacto según el cual, los protestantes lograron el reconocimiento de la libertad de culto y que no se acuartelasen tropas francesas en la ciudad. Tras esta victoria, Knox marchó hacia St Andrews con la intención de predicar allí. Pese a las amenazas del arzobispo Hamilton, Knox pronunció sus discursos, provocando el mismo levantamiento popular que había tenido lugar en Perth. Poco a poco, otras grandes abadías e iglesias de la región, fueron saqueadas por los seguidores de Knox, a medida que su revolución se extendía. Los seguidores de Knox se hicieron con el control de Stirling y marcharon sobre Edimburgo. Ante este avance, la Regente se retiró a Dunbar y las iglesias de Edimburgo fueron saqueadas por los protestantes. El 7 de julio, Knox fue elegido presbítero protestante de Edimburgo.
  2. El 22 de julio la Regente y sus consejeros decidieron atacar Edimburgo, antes de que los protestantes se afianzaran en esta plaza. Ante la amenaza miliar, los protestantes ofrecieron un acuerdo de paz y se retiraron a Stirling. No obstante, conscientes de la ventaja que podía suponer una alianza con la Inglaterra protestante, encargaron a Knox que abriera negociaciones con la reina Isabel. Las negociaciones tuvieron lugar en el mes de agosto y, a pesar de la buena disposición de Isabel Tudor, no se alcanzó un acuerdo definitivo, tan sólo una promesa más o menos vaga de ayuda por parte de Inglaterra. No obstante, la participación de Francia en el conflicto, en favor de María de Escocia, obligó a Inglaterra a tomar partido, so pena de perder su influencia en Escocia. Inglaterra puso sus ejércitos y recursos del lado protestante y estos pasaron al ataque.
  3. Semanas después de que las tropas de la regente María recuperasen Edimburgo, los ejércitos protestantes atacaron Leith, lugar donde se encontraba la Regente. Pese a las fortificaciones de Leith, la ciudad fue asaltada. María de Lorena se vio en graves dificultades para escapar, pero finalmente logró alcanzar Edimburgo, donde falleció el 11 de junio de 1560. La muerte de la Regente suponía el final de la guerra civil, tanto franceses como ingleses se dispusieron a regresar a sus países, no obstante, Knox no estaba dispuesto a que las cosas acabaran de ese modo y trató de convencer a sus partidarios para que continuaran la lucha hasta la derrota completa de los católicos y su expulsión de Escocia.
  4. Mientras el parlamento escocés se reunía para tratar de alcanzar una salida a la crisis, Knox se lanzó a una campaña de predicaciones diarias que cada vez lograron reunir a más gente y que cada vez mostraban un aspecto más intransigente. Finalmente, ante la presión popular, el Parlamento aceptó la Confessio Scotica, redactada por Knox, en la que se eliminaba la autoridad del Papa sobre la Iglesia de Escocia y se prohibía la Misa. La Iglesia católica de Escocia desaparecía y la religión protestante se convertía en la oficial del reino. El 25 de agosto el Parlamento finalizó su labor y se creó una comisión, encabezada por Knox, que debía redactar un documento que fijase las nuevas relaciones entre la Iglesia y el Estado. Este documento, conocido como el First Book of Discipline, estuvo listo el 20 de diciembre de 1560, el mismo día en el que tuvo lugar la primera asamblea general de la nueva Iglesia de Escocia, nacía así la Iglesia presbiteriana de Escocia. El First Book of Discipline se basó en otros textos protestantes, sobre todo en las Ordonnances de Ginebra, y al igual que estos, no se limitó a cuestiones religiosas sino que abordó temas sociales, educativos, administrativos, territoriales y de justicia.
  5. A finales de 1560 falleció sin descendencia Francisco II de Francia, con lo que la joven católica María Estuardo, que se había casado con Francisco II el año anterior, regresó a Escocia para hacerse cargo del trono. En esas mismas fechas, Knox perdió a su esposa. En agosto de 1561, María Estuardo llegó a Leith y el domingo siguiente se celebró una misa en la capilla de Holyrood. Esto provocó las protestas del pueblo, de Knox y de la Iglesia presbiteriana. Algunos nobles protestantes se pusieron de parte de la Reina, afirmando que tenía derecho a mantener su religión siempre que no tratara de imponérsela al pueblo. Knox encabezó el bando contrario, que exigía la renuncia de María al catolicismo o al trono.
  6. En marzo de 1564, en plena lucha entre católicos y protestantes, Knox, ante la sorpresa de todos, contrajo matrimonio por segunda vez, en esta ocasión con una joven noble de diecisiete años llamada Margaret Stewart, emparentada con la Casa real, con la que tuvo tres hijas. Esto, unido a sus constante ataques contra la Reina, provocó que los dirigentes presbiterianos censuraran públicamente la actitud de Knox. Ante el agravamiento de la situación, en 1565, Knox fue formalmente suspendido por la Iglesia presbiteriana. Pese a ello, Knox continuó predicando, enfrentándose a María Estuardo y encabezando una importante facción del protestantismo escocés.

Los últimos años: del triunfo a la marginación.

  1. El 9 de marzo de 1566, el secretario personal y consejero de María Estuardo, el católico Rizzio, fue asesinado por orden del rey consorte Darnley. Nunca se supo si Knox tuvo algo que ver en el asesinato, pero es evidente que recibió con satisfacción la noticia. Ante el temor de que los católicos pudieran vengarse, Knox abandonó Edimburgo y se estableció en Ayrshire. Poco después, el propio Darnley fue asesinado, quizá por orden de María Estuardo, y ésta se casó con el conde de Bothwell, una de las personas que participaron en el asesinato de Darnley. Los escoceses se rebelaron contra la Reina y ésta tuvo que escapar a Inglaterra (16 de mayo de 1568), donde Isabel I la mantuvo presa durante casi veinte años. El nuevo rey de Escocia, coronado el 24 de julio del año 1567, cuando apenas tenía un año de edad; fue Jacobo VI, hijo de María y de Darnley. En plena rebelión, Knox regresó a Edimburgo y se unió a los opositores de María Estuardo. El 29 de julio Knox fue a Stirling, a predicar en la coronación del joven Jacobo VI y provocó un escándalo al denunciar el rito de coronación como una reliquia del papismo. La caída de María Estuardo provocó una curiosa consecuencia, John Knox, tras años de oposición a la reina se quedó sin enemiga y su figura empezó también a declinar.
  2. Desde 1568, John Knox se dedicó fundamentalmente a su trabajo ministerial en Edimburgo, dejando a un lado su figura política. La inactividad política y su creciente falta de importancia en la sociedad inglesa, llevaron a Knox a frecuentes estados de abatimiento y depresión. A finales de 1569 sufrió un ataque de apoplejía del que nunca logró recuperarse plenamente. Poco a poco fue perdiendo el favor de sus antiguos aliados, muchos de los cuales se unieron a los católicos para forzar la restauración de la Reina; y en la primavera de 1571 se retiró a San Andrews. Allí pasó los últimos quince meses de su vida, dedicado a la escritura y la oración y realizando esporádicos sermones, en los cuales demostró que continuaba conservando sus buenas dotes como orador. Cuando la figura de Knox parecía cercana a apagarse definitivamente, un suceso le sacó abruptamente de su retiro, la Matanza del día de San Bartolomé, en el verano de 1572. La noticia de la cruel represión de los hugonotes franceses provocó una oleada de protestas entre todas las comunidades protestantes del continente, a la que Knox no podía permanecer indiferente. Ante el embajador francés, Knox lanzó su último discurso incendiario, en el que acusó directamente al rey de Francia de ser el instigador de los violentos acontecimientos del día de San Bartolomé. El gran esfuerzo físico que tuvo que hacer para pronunciar este discurso, minó definitivamente su pésima salud y el 24 de noviembre de 1572 falleció en su casa humilde de Edimburgo.
  3. John Knox murió como había vivido, lleno de fe pero siempre listo para la lucha. Halló una abnegada cuidadora en su esposa y todos los mejores y más nobles hombres de Escocia estaban pendientes de su casa para tener noticias de su enfermedad, en la vana esperanza de que su vida se prolongara. Su ayudante, Richard Ballantyne, tras relatar los detalles de sus últimas horas, dijo de él: ‘De esta manera partió este hombre de Dios, la luz de Escocia, el consuelo de la Iglesia dentro de ella, el espejo de la piedad y patrón y ejemplo de los verdaderos ministros, en pureza de vida, en solidez de doctrina y en valor para reprender la maldad, no buscando el favor de los hombres (sin importar lo grandes que fueran) sino reprobando sus abusos y pecados’. Un testimonio mayor sobre el valor de un hombre no exento de faltas se pronunció en su tumba, en el cementerio de la iglesia de St. Giles, por el conde de Mortoun, regente de Escocia, quien acompañó al cuerpo hasta su última morada: ‘Aquí yace un hombre que en su vida nunca temió al hombre, que fue a veces amenazado con daga y puñal, pero que acabó sus días en paz y honor.’

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Lección 11

E. Jorge Wishart (1513-1546) – 1ra Parte.

  1. Este caballero fue el hermano del hacendado de Pitarro, en el condado de Mearns, y fue educado en la Universidad de Cambridge, donde su diligencia y su progreso en aprendizaje útil pronto lo hicieron digno de respeto.
  2. De un deseo ardiente para promover la verdad en su propio país, regreso a su país en el verano del año 1544, y comenzó a enseñar en una escuela en el pueblo de Montrose, que mantuvo por algún tiempo con grandes elogios. Se distingue particularmente por su elocuencia única y manera agradable de comunicación.
  3. Wishart poseía el espíritu de profecía a un grado extraordinario, y que fue al mismo tiempo humilde, modesto, comprensivo y paciente, aún al punto de admiración. Uno de sus propios estudiantes da la siguiente descripción de él, «él era un hombre de alta estatura, de pelo negro, de barba larga, de un porte elegante, elocuente, apto para enseñar y deseoso para aprender. Comúnmente usaba un gorro francés, una bata frisa, calcetas planas negras, y bandas blancas. Frecuentemente regalaba diferentes prendas de su ropa a los pobres. En su comida era muy moderado, comía solamente dos veces al día, y ayunaba cada cuarto día; su alojamiento, cama, y otras circunstancias semejantes, correspondían a las cosas ya mencionadas».
  4. Después que dejó a Montrose, vino a Dundee, donde adquirió aún más gran fama en discursos públicos sobre la epístola a los Romanos; en tanto que el clero de la iglesia de roma comenzó a pensar seriamente sobre las consecuencias, que según ellos, inevitablemente llevaría todo ello, si se le permitiese seguir desarraigando esa estructura de superstición e idolatría, lo cual ellos con tanto trabajo habían edificado. Además sentían una repugnancia particular de la recepción que le dieron en Dundee, por lo cual de inmediato acordaron planear su ruina.
  5. Desde el tiempo en que Patrick Hamilton sufrió, hasta este periodo, la tiranía papal reinaba por fuego y pira sin control. En el año 1539, el cardenal David Beaton tomó el puesto de su tío en la Seda de San Andrés, y anduvo diligentemente en el mismo camino en que su tío había caminado. Para mostrar su propia grandeza y para recomendarse a su superior en Roma, acusó al señor John Borthwick de herejía, cuyos bienes le fueron confiscados, y él mismo fue quemado en efigie – ya que, siendo puesto sobre aviso de su peligro, escapó del país.
  6. Después de esto, sobornó a un sacerdote para falsificar un testamento del Rey Jacobo V (quien murió por este tiempo) así declarándose con los condes de Huntly, Argyle, y Moray, como regentes del reino. Cuando se descubrió el engaño, el conde de Arran fue elegido gobernador, y el cardenal fue hecho prisionero en el castillo de Dalkeith; pero pronto halló la manera para escaparse de su encarcelamiento, y convenció al regente a romper todas sus promesas al partido que lo había elegido para ese puesto y unirse con este otro en bañar sus manos en la sangre de los santos. Como resultado, muchos que abrazaban la religión reformada en el pueblo de Perth fueron acusados ante la corte, condenados, colgados, y ahogados, otros fueron desterrados, y algunos fueron estrangulados en privado.
  7. Fue este cardenal Beaton (furioso por el éxito del señor Wishart en Dundee) que prevaleció con Robert Mill (un individuo que antes profesaba la verdad, y que había sufrido por esa causa, pero que ahora era un hombre de gran influencia en Dundee,) de dar una orden al señor Wishart de parte de la reina y del gobernador, a saber que ya no los perturbase más con sus predicaciones en Dundee.
  8. Este encargo fue ejecutado por Mill un cierto día en público, mientras que el señor Wishart terminaba su sermón. Al oírlo, mantuvo silencio por un momento con sus ojos mirando hacia el cielo, y luego volviéndolos a Mill con una mirada triste, dijo, «Dios es mi testigo que nunca me he ocupado en perturbaros, sino en vuestro bienestar. En verdad, vuestras inquietudes y perturbaciones me son más dolorosas de lo que son para vosotros. Sin embargo estoy seguro, que el rechazar la Palabra de Dios, y el expulsar a Sus mensajeros, no es la manera de libraros de inquietudes y perturbaciones, sino de tráelas sobre vosotros. Cuando me vaya, Dios os enviará mensajeros que no tendrán temor de ser quemados o ser desterrados. Con peligro de mi vida, he permanecido entre vosotros predicando la palabra de salvación; y ahora, como vosotros mismos me rechazáis, tengo que dejar que mi inocencia sea manifiesta por Dios. Si os ha de ir bien por buen tiempo, entonces no estoy siendo guiado por el Espíritu de Verdad; pero si alguna angustia inesperada os sobreviene, recordad que esta es la causa, y volveos a Dios por el arrepentimiento, pues él es misericordioso.»
  9. Habiendo pronunciado estas palabras, descendió del pulpito. El conde Mariscal y algunos otros nobles que estuvieron presentes en el sermón, le imploraron que fuera al norte con ellos; pero pidió ser disculpado, y tomo su viaje hacia el oeste del país, donde fue recibido con gozo por muchos de ellos.
  10. Habiendo llegado al pueblo de Ayr, comenzó a predicar el evangelio con gran libertad y fidelidad. Pero Dunbar, el arzobispo de Glasgow, habiéndosele informado de la multitud de personas que llegaban para oír sus sermones, por la instigación del cardenal Beaton fue a Ayr con el propósito de arrestarlo, habiendo primero tomado posesión de la iglesia para impedirle que predicara en ella. La noticia de esto trajo de inmediato al pueblo a Alexander, conde de Glencairn, y algunos caballeros del vecindario. Ellos se ofrecieron a poner al señor Wishart en la iglesia, pero él no consintió, diciendo, «El sermón del obispo no haría gran daño, y si les complacía, él caminaría a la cruz del mercado central,» lo cual hizo, y predicó con tanto éxito que muchos de sus oyentes, anteriormente enemigos de la verdad, fueron convertidos en esa ocasión.
  11. Durante el tiempo que el señor Wishart estuvo así ocupado, el arzobispo estaba arengando a algunos de sus lacayos y parásitos en la iglesia; como no tenía ningún sermón que darles, prometió estar mejor preparado contra ocasiones futuras como ésta, y pronto huyó del pueblo.
  12. El Sr. Wishart continuó con los caballeros de Kyle después que se fue el arzobispo, y teniendo el deseo de predicar el siguiente Día del Señor, en la iglesia de Mauchline, se fue para allá con ese propósito; pero durante la noche el alguacil de Ayr había puesto una guarnición de soldados en la iglesia para mantenerlo fuera. Hugh Campbell de Kinzeancleugh con otros de la parroquia, se sintieron en gran manera ofendidos de tal impiedad, y habrían entrado la iglesia por la fuerza, pero el Sr. Wishart no se los permitió, diciendo, «Hermanos, es la palabra de paz que os predico; en este día la sangre de ningún hombre será derramada por ello. Jesucristo es tan poderoso en los campos como lo es dentro de la iglesia; y él mismo, mientras que vivió en la carne, predicaba más bien a menudo en el desierto y sobre la orilla del mar que en el Templo de Jerusalén».
  13. Con esto, la gente fue apaciguada, y fueron con él a la orilla de un páramo en el sur al lado oeste de Mauchline donde se puso sobre un muelle, allí le predicó a una gran multitud que había acudido a él. Continúo hablándoles por más de tres horas, mientras que Dios obraba gloriosamente por medio de él, tanto que Laurence Rankin, el terrateniente de Shield, una persona muy profana, fue convertido de esta manera. Las lágrimas corrían de sus ojos, al asombro de todos los presentes, y su vida desde ese momento hasta su muerte confirmó que su profesión fue sin hipocresía. Mientras que el Sr. Wishart residió en este país a menudo predicaba con mucho éxito en la iglesia de Galston y en otros lugares. Por este tiempo y por esta parte del país, se pudo decir honestamente que, «La cosecha era grande, pero los trabajadores pocos».
  14. Después de estar ocupado de esta manera un mes en Kyle, fue informado que la plaga había comenzado en Dundee el cuarto día después que se había ido de allí, y que aún continuaba extendiéndose con furor de tal manera que gran número de personas morían cada día. Esto lo conmovió tanto, que se determinó volver a ellos. Por consiguiente se despidió de sus amigos en el oeste, quienes estaban llenos con tristeza por su partida. El día siguiente después de su llegada a Dundee, propuso que se notificase que iba predicar; y para ese propósito escogió como lugar la vanguardia de la puerta oriental, las personas infectadas de pie afuera y las personas sanas adentro. Su texto fue Salmo 107:20: «Envió su palabra, y los sano, Y los libró de su ruina».
  15. Con este discurso trajo tanto consuelo a la gente, que se tuvieron por felices de tener tal predicador, y le suplicaron que se quedara con ellos mientras la plaga continuara, por la cual aceptó, predicando continuamente, y asegurándose que los pobres no careciesen de sus necesidades más que los ricos; pero se expuso al contagio al hacer esto sin restricción alguna, incluso en donde la plaga era más maligna.
  16. Durante todo este tiempo, su acérrimo adversario, el cardenal, tuvo sus ojos puestos sobre él, y sobornó a un sacerdote llamado el señor John Wighton para asesinarlo. El atentado tenía que hacerse cuando Wishart bajase de su lugar de predicación, a fin de poder huir entre la multitud después de haberlo hecho. Para llevar a cabo esto, Wighton se puso al pie de las escaleras con su túnica suelta y con una daga por debajo en su mano. Cuando se acercó el Sr. Wishart, con una mirada firme le preguntó al sacerdote qué intentaba hacer; y en ese instante alargó su mano sobre la mano del sacerdote que sostenía la daga, y se la quitó. Por lo cual, confesó abiertamente su designio, de repente se levantó un tumulto, y los enfermos afuera del portal se precipitaron adentro con ímpetu, gritando que les fuese entregado el asesino; pero Wishart se interpuso, y lo defendió de la violencia de la multitud, diciéndoles que éste no le había hecho ningún daño, y que cualquiera que lo lastimara el tal sería lastimado también. Así el sacerdote escapó sin algún daño.
  17. La plaga ahora había disminuido considerablemente, el Sr. Wishart se determinó visitar el pueblo de Montrose, con el propósito de partir de allí hacia Edimburgo, para encontrarse con los caballeros del oeste. Mientras que estuvo en Montrose, administró los dos elementos del sacramento de la Santa Cena, y predicó con éxito. Aquí recibió una carta dirigida a él de su amigo íntimo el terrateniente de Kinnear, informándole que había caído bajo una enfermedad repentina, y pidiéndole que viniese a él con toda diligencia. Por lo tanto, de inmediato emprendió su viaje, acompañado por algunos amigos sinceros de Montrose, quienes por su gran afecto lo acompañaron parte del camino. No habían viajado más de un cuarto de milla, cuando de repente el Sr. Wishart se detuvo, y dirigiéndose a los que le acompañaban les dijo, «Me está prohibido por Dios que vaya en este viaje. ¿Podéis alguno de vosotros ir a tal lugar (apuntando con su dedo a un pequeño monte) y ver lo que encontráis? Pues presiento que hay un complot contra mi vida.»
  18. Por lo cual regresó al pueblo, y los que fueron al lugar señalado, encontraron sesenta jinetes listos para prenderlo. Con esto, todo el complot salió a luz; se enteraron que la carta había sido falsificada; y mientras que le contaban al Sr. Wishart lo que habían visto, respondió él, «Yo se que mi vida terminará por las manos de ese malvado hombre (refiriéndose al cardenal), pero no será de esta manera».
  19. Mientras que se acercaba el tiempo que había señalado para encontrarse con los caballeros de la región occidental en Edimburgo, emprendió ese viaje en gran desacuerdo a la voluntad y consejos de John Erskine, terrateniente de Dun. Después de partir de Montrose, la primera noche se hospedó en Invergowrie, a una distancia de dos millas de Dundee, con James Watson, un amigo fiel. Entre tanto que estaba allí, fue observado que se levantaba de su cama un poco después de medianoche, y salir fuera a un jardín cercano, para que pudiera dar libertad a sus suspiros y gemidos sin ser mirado. Sin embargo al ser seguido de lejos por dos hombres, William Spalding y John Watson, para poder observar sus movimientos, lo vieron que se postró sobre la tierra, llorando y haciendo suplicaciones por casi una hora, y luego regresó a su descanso. Como ellos descansaban en el mismo apartamento con él, se aseguraron de volver antes que él; y cuando había entrado a su cuarto, le preguntaron (como si ignorasen todo lo sucedido) a dónde había ido. Pero él no les contestó, y dejaron de interrogarlo.
  20. En la mañana le preguntaron de nuevo, por qué se había levantado en la noche, y cuál fue la causa de tanta tristeza (porque le habían contado todo lo que vieron que él había hecho); a lo cual respondió con un semblante abatido, «Hubiera deseado que hubieseis permanecido en vuestras camas, que hubiera sido más para vuestra comodidad, pues yo estaba ocupado en algo no de poca importancia». Pero le pidieron que les diese una mayor explicación, y que les impartiese algo de consuelo, por lo que dijo él, «Os diré: Estoy muy seguro que mis tribulaciones están por terminar, así pues orad a Dios por mí, que no me acobarde cuando la batalla crezca más». Al oír estas palabras prorrumpieron en lágrimas, diciendo, «Eso no nos es de gran consuelo». Les respondió, «Dios os enviará otro consolador después de mi. Este reino será iluminado con la luz del evangelio de Cristo, con tanta claridad como ningún reino lo ha sido desde los tiempos de los apóstoles. La Casa de Dios será edificada en él. Además no le faltará (a pesar de todo lo que los enemigos hagan en contra) la piedra del ángulo; ni esto tardará mucho, porque no habrá muchos que sufran después de mí. La gloria de Dios se manifestará, y una vez más la verdad triunfará a pesar del diablo; pero, ¡ay! si el pueblo se vuelve ingrato, las plagas y castigos que les seguirán serán aterradoras y horrendas».
  21. Después de esta predicción (que se cumplió después en una manera muy extraordinaria) prosiguió con su viaje, y llegó a Leith para el diez de diciembre, donde, desilusionado por un encuentro con los caballeros de la región occidental, se apartó por algunos días. Luego que cayó en un estado de inquietud y desánimo, le preguntaron la razón por esto, él respondió, «He procurado sacar gente fuera de las tinieblas, pero ahora me escondo como uno que se avergüenza mostrarse a los hombres.» Con esto entendieron que deseaba predicar, y le dijeron que con gusto lo escucharían, pero por el peligro al que se exponía le aconsejaron que desistiera hacerlo. Les contestó, «Si vosotros y otros me oís el próximo Día del Señor, predicaré en Leite. Que Dios me provea como mejor le plazca,» y así predicó sobre la parábola del sembrador (Mateo 13). Después del sermón sus amigos le aconsejaron que se fuera de Leith, porque el Regente y el cardenal pronto llegarían a Edimburgo, y que por esa causa su situación sería peligrosa. Consintió con éste consejo, y permaneció con los terratenientes de Brunston, Longniddry, y Ormiston, por turnos.
  22. El siguiente Día del Señor predicó en Inveresk, antes y después de la tarde, a una audiencia llena, entre los cuales estaba Sir George Douglas, quién, después del sermón, dijo públicamente, «Yo sé que el Gobernador y el cardenal se enterarán que estuve en esta predicación (porque ya habían llegado a Edimburgo). Decidles, que no sólo confesaré y sostendré la doctrina que he escuchado sino también aún la persona del maestro, hasta donde me alcancen mis fuerzas.» Esta franca y sincera declaración agradó mucho a toda la congregación.
  23. Durante el sermón, Wishart observó a la entrada de la iglesia dos frailes grises de pie susurrando a cada persona que entraba por la puerta. El Sr. Wishart le pidió a la gente que dieran lugar a estos hombres, porque, dijo él, «tal vez han venido para aprender.» Luego les pidió que se acercasen al frente y oyesen la palabra de verdad. Pero como continuaban molestando a la gente, los reprendió de la siguiente manera, «¡Oh! siervos de Satanás, y engañadores de las almas de hombres, ¿cómo es que no oiréis la verdad de Dios ni dejaréis otros oírla? Salid fuera, y tomad esto como vuestra porción, Dios muy pronto descubrirá y maldecirá vuestra hipocresía dentro de este reino; seréis hechos abominables a los hombres, y vuestros lugares y habitaciones serán desoladas».
  24. Los siguientes dos Días del Señor predicó en Tranent. Y en todos sus sermones (después de partir de Montrose) daba a entender más o menos que su ministerio se estaba acercando a su fin. El siguiente lugar que predicó fue en Haddington, donde su congregación era muy grande al principio, pero al día siguiente muy pocos asistieron. Se creyó que se debía por la influencia del conde de Bothwell, quien por la instigación del cardenal, había prohibido a la gente asistir; pues su autoridad era demasiado grande en esa parte del país.
  25. Por éste tiempo el Sr. Wishart recibió una carta de los caballeros del occidente, declarando que no podían asistir a la dieta (conferencia) en Edimburgo. Esto, además de recordarse cuán pocos asistieron a su predicación en Haddington, lo deprimió con exceso. Luego llamó a John Knox (quien entonces lo asistía), y le dijo que estaba fatigado del mundo, ya que percibía que los hombres se habían fatigado de Dios. Pero a pesar de la inquietud y desánimo que cargaba, subió de inmediato al púlpito, y reprochó severamente a la gente por su negligencia del evangelio. Les dijo, «Dolorosas y terribles plagas serán las que os vendrán; el fuego y la espada os consumirá; extranjeros poseerán vuestras casas, y os expulsarán de vuestras habitaciones». Estas predicciones pronto se cumplieron cuando los ingleses tomaron y se apoderaron de ese pueblo, mientras que los franceses y los escoceses lo sitiaron en el año 1548. Éste fue su último sermón que predicó, en el cual (como ya había sido su costumbre hacerlo por algún tiempo) mencionó que su muerte estaba ya cerca.
  26. Cuando terminó, se despidió de sus conocidos, como si fuese para siempre. Fue a Ormiston, acompañado por los terratenientes de Brunston y Ormiston, y Sir John Sandilands, el joven de Calder. John Knox también tenía deseos de haber ido con él; pero Wishart deseaba que se quedara, diciéndole, «Por ahora uno es suficiente para un sacrificio».

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Lección 12

E. Jorge Wishart (1513-1546) – 2da Parte.

  1. Cuando llegó a Ormiston, se entabló en algo de conversación espiritual con la familia, particularmente acerca del estado feliz de los hijos de Dios; dirigió el Salmo 51 (según la versión antigua que entonces se usaba) para ser cantado; luego los encomendó a Dios. Se retiró un poco más temprano de lo ordinario para descansar.
  2. Cerca de la medianoche el conde de Bothwell sitió la casa, para que nadie escapase, luego llamo al terrateniente, declarándole su propósito de esto, y pidiéndo le que no se resistiese, porque de nada le serviría. Pues el cardenal y el gobernador estaban en camino con todo su séquito; pero que si entregaba al Sr. Wishart, Bothwell le prometió por su honor que ningún daño le sobrevendría. Siendo seducido con esto, y habiendo consultado con el Sr. Wishart, quien pidió que las puertas se abriesen, diciendo, «Hágase la voluntad de Dios,» el terrateniente accedió. El conde de Bothwell entró con algunos caballeros, quienes solemnemente protestaron que el Sr. Wishart no recibiría ningún daño, sino que él (Bothwell) lo llevaría a su propia casa, o que lo regresaría con seguridad de nuevo a Ormiston. Con esto se dieron las manos como un acuerdo, y el Sr. Wishart fue con él a Elphinston, donde el cardenal se hallaba.
  3. Después de esto fue llevado primero a Edimburgo, luego a la casa de Hailes, la residencia principal del conde de Bothwell en Lothian (tal vez con el pretexto de cumplir el acuerdo que había acordado con Bothwell) una vez que fue conducido a Edimburgo, donde el cardenal había reunido una junta de prelados (obispos), para reformar ciertos abusos, pero sin resultados. Buchanan dice que él fue arrestado por un grupo de jinetes, enviados por el cardenal para ese propósito, y que al principio el terrateniente de Ormiston rehusó entregarlo. Por lo cual tanto el cardenal como el regente acudieron allí, pero no pudieron prevalecer, hasta que el conde de Bothwell había sido llamado, quien logró hacerlo por adulaciones y buenas promesas, de las cuales ningunas se le cumplieron.
  4. Wishart permaneció en Edimburgo solamente unos días, hasta que el sanguinario cardenal prevaleció con el gobernador para que entregase este fiel siervo de Jesucristo a su tiranía. Luego fue enviado a St. Andrews. Siendo aconsejado por el arzobispo de Glasgow, le hubiera puesto un juez civil para juzgarlo, si David Hamilton de Preston, un conocido del regente, no hubiera protestado contra esto, y declarado el peligro de atacar los siervos de Dios, cuyo único crimen era predicar el evangelio de Jesucristo.
  5. Este discurso (Buchanan lo relata con gran detalle) conmovió al gobernador de tal manera, que rehusó absolutamente la petición del cardenal, quien respondió con ira, «Que se lo había enviado solamente de pura cortesía sin que se viese obligado hacer esto, puesto que él (con su clero) tenían el poder suficiente para condenar legalmente al Sr. Wishart». Así fue dejado este siervo de Dios en las manos de ese soberbio e implacable tirano, entre tanto que el sector religioso de la nación reprochaba a gritos la pusilanimidad y cobardía del gobernador.
  6. Wishart estando ahora en St. Andrews, el cardenal sin demora convocó a los obispos y el clero superior para reunirse en ese lugar el 27 de febrero 1546, con el fin de determinar un asunto que él ya había decidido. El día siguiente después de esta convocación, el Sr. Wishart recibió una orden en la prisión, por parte del decano del pueblo, para responder al día siguiente por sus doctrinas herejes ante los jueces. El siguiente día el cardenal ascendió al tribunal (en la abadía de la iglesia) con un séquito de hombres armados, marchando en orden de guerra. De inmediato el Sr. Wishart fue traído de la torre del mar (donde estaba encarcelado) y mientras que estaba por entrar por la puerta de la iglesia, un hombre pobre le pidió limosnas, a quien él le dio su bolsa.
  7. Cuando vino ante el cardenal, John Winram, el suprior, subió al pulpito por una orden, y dio un discurso sobre la naturaleza de herejía, de Mateo 13, lo cual hizo con una gran cautela, y sin embargo de tal manera que aplicaba más a los acusadores que al acusado, pues él era un amigo secreto de la verdad.
  8. Después de él subió un tal John Lauder, uno de los enemigos más despiadados de la religión, que asumió la parte del acusador del Sr. Wishart. Sacó una gran lista de cargos malignos contra el Sr. Wishart, exhibiendo en una manera prolífica los truenos de la iglesia de Roma (de hecho que aterrorizó a los espectadores ignorantes) pero que ni en lo más mínimo perturbó a este manso siervo de Cristo.
  9. Fue acusado de desobedecer la autoridad del gobernador, por enseñar que el hombre no tiene libre albedrío, y por tener en poco los ayunos (todos esto cargos los rechazó en absoluto); por negar que hay siete sacramentos, y que la confesión auricular, la extremaunción, y los sacramentos del altar, son sacramentos, y por negar también las oraciones a los santos; por decir que era necesario que cada persona supiese y entendiese el significado de su bautismo; que el papa no tiene más poder que cualquier otro hombre; que es legítimo comer carne el viernes así como el domingo; que no existe el purgatorio; y que es vano edificar iglesias costosas para la honra de Dios; también por despreciar conjuraciones, los votos de una vida soltera, las maldiciones de la Santa Iglesia, etc.
  10. Entre tanto que Lauder leía estas acusaciones, se hallaba ahora bajo un gran sudor violento – echando espumarajos de la boca, llamando al Sr. Wishart un traidor azotacalles y demandándole respuestas. A esto el Sr. Wishart dio un discurso corto y modesto, contra lo cual gritaban juntos con gran alboroto. Percibiendo que estaban decididos de proceder contra él a la medida más extrema, apeló a un juez más imparcial y equitativo. A lo cual Lauder (repitiendo los diversos títulos del cardenal) le preguntó, «¿No es mi señor cardenal un juez justo?» Wishart respondió, «No lo desecho, pero deseo que la Palabra de Dios sea mi juez…» Después de unas palabras despreciativas arrojadas contra él y contra el gobernador, prosiguieron a leer los artículos en su contra por segunda vez, y a oír sus respuestas que les dio con gran cordura y discernimiento. Después de esto lo condenaron para ser quemado como un hereje, ignorando su defensa, los dictados de sus propias conciencias, y sólo pensando que al matarlo hacían un buen servicio a Dios. En relación a esta resolución (pues la sentencia final no se había aún pronunciado), el Sr. Wishart se arrodilló y oró de la manera siguiente:
  11. «¿O Dios inmortal, hasta cuando soportarás el furor de los impíos? ¿Hasta cuándo ejercerán su furia contra Tus siervos que extienden Tú Palabra en este mundo, viendo que procuran ahogar y destruir Tu doctrina verdadera y Tu verdad, por la cual Te has manifestado al mundo, que se hallaba anegado en ceguera e ignorancia de Tu nombre? O Señor, sabemos de cierto que Tus verdaderos siervos tienen que sufrir, por causa de Tu nombre, tanto persecución y aflicción, como penalidades en esta vida presente, que no es más que una sombra, así como Tus profetas y apóstoles nos lo han mostrado; sin embargo te imploramos, o Padre misericordioso, que preserves, defiendas, y ayudes a Tu congregación, que escogiste desde antes de la fundación del mundo, y que le concedas gracia para oír Tu Palabra, y para que sean Tus verdaderos siervos en esta vida presente.»
  12. Después de esto, el pueblo común fue sacado fuera hasta que la sentencia definitiva fuera pronunciada, – como fue muy similar a la del Sr. Hamilton, no se necesita repetir. Terminado esto, lo regresaron de nuevo al castillo por esa noche. Mientras que iba camino al castillo, dos frailes vinieron a él, pidiendo que les hiciera su confesión a ellos, lo cual rehusó, pero les pidió que trajeran al Sr. Winram, que había predicado ese día; y que habiendo llegado, después de platicar con el Sr. Wishart, le preguntó si recibiría el sacramento de la Santa Cena. El Sr. Wishart contestó, «Gustosamente lo recibiré, si es administrado según la institución de Cristo, no sólo el pan pero también el vino.» Con esto, el suprior fue a los obispos, y les preguntó si permitirían que el sacramento fuese dado al prisionero. Pero el cardenal, a favor de todos, respondió, «Que no era razonable dar cualquier beneficio espiritual a un hereje obstinado y condenado por la iglesia.»
  13. Toda esa noche el Sr. Wishart pasó en oración, y al día siguiente el capitán del castillo le dio la noticia que le habían negado el sacramento, y al mismo tiempo éste lo invito a desayunar con él; lo cual el Sr. Wishart aceptó, diciendo, «Lo haré con todo gusto, y tanto más cuanto, porque percibo que eres un buen cristiano, y un hombre que teme a Dios.» Todas las cosas estando preparadas, y la familia reunida para desayunar, el Sr. Wishart, dirigiéndose al capitán, dijo, «Te ruego, en el nombre de Dios, y por el amor que tienes por Jesucristo nuestro Salvador, de mantener silencio por un momento hasta que os haya dado una pequeña exhortación, para que pueda despedirme de vosotros.» La mesa estando cubierta y el pan puesto sobre ella, habló por una media hora, de la institución de la Santa Cena, y de la muerte y pasión de nuestro Salvador, exhortando a los que estaban presentes al amor mutual y una vida piadosa. Entonces, dando gracias, partió el pan, distribuyendo una parte a los que estaban a su alrededor quienes estaban dispuestos de comunicar [recibir el pan], rogándoles que recordasen que Cristo murió por ellos, y que comiesen este pan espiritualmente; luego, tomó la copa, pidió que recordasen que la sangre de Cristo fue derramada por ellos, y habiendo el tomado primero, la repartió a los demás. Luego, concluyendo con gracias y oración, les dijo, «que ya no comería ni bebería más en esta vida,» y se retiró a su cuarto.
  14. Un poco tiempo después, por orden del cardenal, dos verdugos vinieron a él, y le vistieron con una bata de lino, le amarraron unas bolsas con pólvora a su alrededor, le pusieron un lazo sobre su cuello, una cadena sobre su cintura, y ataron sus manos detrás de su espalda, y así vestido lo trajeron a la hoguera, cerca del palacio del cardenal. Al lado opuesto de la hoguera pusieron cañones grandes, por si acaso alguien atentase rescatarlo.
  15. La torre cercana, la cual estaba al lado opuesto de la pira, estaba decorada con tapicerías, y cojines riquísimos puestos en las ventanas, para la comodidad del cardenal y de los prelados, mientras que observaban el triste espectáculo. Mientras que el Sr. Wishart se acercaba a la hoguera, se dice que dos mendigos vinieron para pedirle limosnas, y él les respondió, «Me faltan mis manos con que las os daba antes limosnas; sin embargo que el Señor misericordioso os supla todas vuestras necesidades, así para el alma y como para el cuerpo.» Después de esto dos frailes se acercaron, instándole a que hiciese ruegos a nuestra Señora, etc., a quienes les contestó, «Cesad, no me tentéis, os lo ruego».
  16. Habiendo subido el patíbulo de ejecución preparado ese propósito, se dirigió hacia la gente y les declaró que «sentía mucho gozo dentro de sí mismo en ofrecer su vida por el nombre de Cristo», y les dijo que no deberían hallar tropiezo por la buena palabra de Dios, por las aflicciones que había soportado, o por los tormentos que ahora veían que le tenían preparado. «Pero os ruego,» dijo él, «que améis la Palabra de Dios para vuestro salvación, y sufrid pacientemente con un corazón reposado por causa de la Palabra, lo cual es vuestro reposo eterno. Pero por el evangelio verdadero (que me ha sido dado por la gracia de Dios) padezco en este día con un corazón gozoso. Mirad y considerad mi rostro; no veréis que mi color cambie. No temo este fuego, y oro que no temáis a los que matan el cuerpo, pero que no tienen poder para matar el alma. Algunos han dicho que yo enseñaba que el alma duerme hasta el último día; pero yo sé con toda certeza, y tal es mi fe, que mi alma cenará esta noche con mi Salvador.»
  17. Luego oró por sus acusadores, para que fuesen perdonados, si por ignorancia o por propósito malvado, habían forjado mentiras contra él. Después de esto, el verdugo le pidió perdón, a quien le respondió, «Acércate;» y cuando se acercó, Wishart besó su mejía, y le dijo, «He aquí, esto es una señal que te perdono, cumple con tu oficio.» Después de levantarse de sus rodillas, fue atado a la hoguera, y clamó con una gran voz, «¡Oh Salvador del mundo, ten misericordia de mí Padre de los cielos, encomiendo mi espíritu en Tus manos sacrosantas! »
  18. Cuando el verdugo encendió el fuego, la pólvora atada a su cuerpo explotó. El capitán del castillo, observando que todavía estaba vivo, se acercó, y le instó a que tuviese ánimo; a lo cual el Sr. Wishart dijo, «Esta llama ha quemado mi cuerpo, pero mi espíritu no ha apagado; pero aquel [refiriéndose al cardenal], que nos mira de aquel lugar con tal orgullo, dentro de pocos días se hallará bajo el mismo [orgullo] en una manera ignominiosa aunque ahora con gran soberbia descansa en el mismo». Pero mientras que estaba así hablando, el verdugo estiró el lazo que estaba sobre su cuello al grado que ya no hablo más; y así, como otro Elías, tomó su vuelo en una carroza de fuego al cielo, y obtuvo la corona de mártir el primero de marzo 1546.
  19. Así vivió, y así murió, este testigo fiel de Jesucristo. Él fue señalado muy tempranamente como un sacrifico a la tiranía papal cuando fue denunciado al obispo de Brechin de ser un hereje, porque enseñaba el Nuevo Testamento en griego a sus estudiantes, mientras que daba clases en Montrose. Fue llamado por él, a comparecer ante él, pero se escapó a Inglaterra, y en la universidad de Cambridge cumplió su educación, y él mismo vino a ser instructor de otros. Durante todo el tiempo que estuvo en su propio país, fue perseguido como una perdiz sobre los montes, hasta que el cardenal consiguió traerlo a la hoguera. A través de todos sus sufrimientos, su mansedumbre y paciencia fueron muy ilustres, así como lo fue esa medida extraordinaria del espíritu de profecía que poseía. Tómese en cuenta las circunstancias relacionadas con Dundee, Haddington, la reforma del papado, y la muerte del cardenal – todas estas fueron pronosticadas por él, y pronto se cumplieron.
  20. El clero papista se regocijó de su muerte, y ensalzaron el valor del cardenal, por proceder aún en contra de la orden del gobernador; sin embargo el pueblo tuvo a Wishart tanto como profeta y mártir. También se dijo que, basándose en las razones de sus sufrimientos, que su muerte no fue nada menos que un homicidio, ya que no se obtuvo autorización alguna para este proceder, mientras que el clero no podía quemar a nadie sin la autorización del poder secular.
  21. Esto agitó a Norman y John Leslie, de la familia de Rothes, William Kircaldy de Grange, James Melville de la familia de Carnbee, Meter Carmichael, y otros, a vengar la muerte del Sr. Wishart. Así, el 28 de mayo 1546, (ni tres meses después que sufrió el Sr. Wishart), asaltaron el castillo temprano de mañana, y se apoderaron o sacaron las personas hospedadas allí. Luego llegaron a la puerta del cardenal, quien para este tiempo se hallaba alarmado, y había asegurado las puertas. Pero cuando lo amenazaron que iban a derribar la puerta, la abrió (confiando en parte sobre la santidad de su oficio, y en parte de su conocimiento de algunos de ellos), clamó, «¡Yo soy un sacerdote, Yo soy un sacerdote!»
  22. Pero esto de muy poco sirvió, ya que James Melville lo había exhortado en una manera solemne de arrepentirse, y habiéndole advertido que él ahora iba vengar la muerte del Sr. Wishart, lo apuñaló dos o tres veces, lo cual puso fin sus días miserables. Estas personas, con algunos otros que con ellos entraron, se apoderaron del castillo por casi dos años, recibiendo apoyo de Inglaterra. Ellos tenían el hijo mayor del gobernador con ellos, ya que éste había sido puesto bajo el cuidado del cardenal, y estaba en el castillo para el tiempo que había sido asaltado. El castillo finalmente fue sitiado por los franceses, y sometido cuando las vidas de todos los que estaban dentro fueron aseguradas.
  23. Entre éste y el tiempo de los sufrimientos del Sr. Walter Mill, Adam Wallace, o Fean, un hombre simple pero muy celoso, fue tomado en Winton, y lo trajeron a juicio en la iglesia de Blackfriar en Edimburgo, donde fue acusado con artículos de herejía, similarmente con esos con que otros antes de él habían sido acusados. Fue condenado y lo quemaron sobre el monte del castillo, sufriendo con gran paciencia y resolución.
  24. Hubieron otros que condenaron antes de éste tiempo (es decir antes del sufrimiento de George Wishart) entre los cuales fueron Robert Forrester, caballero; don Duncan Simson, sacerdote; fraile Killore, fraile Beveridge, y deán Thomas Forrest, un canon regular y vicario de Dollar, quienes fueron todos quemados en la misma hoguera juntos, sobre el monte del castillo de Edimburgo, el 28 de febrero 1538.

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Lección 13

VII. Breve historia de la Reforma Protestante en Inglaterra.

  1. Para conocer el inicio de un proceso como fue el de la Reforma Protestante en Inglaterra, mucho más complejo que en la Europa continental y en Norteamérica, debemos remontarnos hasta la primera mitad del siglo XVI, concretamente, a los tiempos del reinado de Enrique VIII.
  2. Inglaterra había estado unida a la Iglesia de Roma durante casi mil años, antes de la ruptura en 1534, durante el reinado de Enrique VIII. La separación teológica ya venía gestándose desde bastantes años atrás por medio de movimientos como el de los Lolardos, también conocido como Wyclifismo (una expresión de cristianismo “pre-reformado”), entre finales del siglo XIV y principios del XV, pero la Reforma inglesa ganó verdadero apoyo político cuando, en 1533, Enrique VIII quiso anular su matrimonio con Catalina de Aragón, con la pretensión de casarse con Ana Bolena. Bajo presión del sobrino de Catalina, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos V (y I de España), el Papa Clemente VII, inicialmente favorable a la solicitud, la rechazó, por lo que el rey Enrique, aunque teológicamente era un católico romano devoto, decidió convertirse en Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra para asegurar la anulación de su matrimonio.
  3. Hay que entender que Enrique VIII había llegado a ser proclamado “Defensor fidei” por el Papa en agradecimiento por sus ataques al luteranismo, y, de hecho, persiguió ferozmente a los protestantes, ayudado con gran entusiasmo por el ferviente papista Sir Tomás Moro.
  4. Tomás Moro, no obstante, en 1535 sería enjuiciado por orden del propio Enrique VIII, por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana ni aceptar el Acta de Supremacía, siendo decapitado el 6 de julio de ese mismo año. En 1935 fue canonizado por la Iglesia Católica Romana, quien lo considera un santo y mártir.
  5. En julio de 1534, el Papa excomulgó tanto a Enrique como a Ana Bolena. Pero el monarca ya no estaba dispuesto a detenerse: mediante tres actas votadas por el Parlamento, consumó el cisma con Roma y en el verano de 1535, aparte del propio Tomás Moro, decapitó al cardenal John Fisher, el principal opositor a su segundo matrimonio y mártir también para la Iglesia Católica. Sin embargo, a Enrique VIII ni se le pasaba por la cabeza hacerse protestante. En 1536, mediante los Diez Artículos de Fe se decretaba la adhesión de la Iglesia de Inglaterra a las ceremonias católicas, el culto a las imágenes, la invocación a los santos, las oraciones por los difuntos y la doctrina de la transubstanciación. No solo eso: ordenó redactar una profesión de fe en la que se afirmaban claramente los siete sacramentos católicos. La negación de la transubstanciación se castigaba con la hoguera, el matrimonio estaba prohibido a los sacerdotes, se mantenía la confesión auricular, la Virgen María y los santos seguían siendo objeto de devoción y el libre examen de las Escrituras no estaba permitida. Mientras había una situación de tolerancia hacia los católicos ingleses, en base a la idéntica doctrina, los protestantes eran encarcelados, torturados y ejecutados, debiendo huir al continente muchos de ellos.
  6. La muerte de Enrique VIII, el 28 de enero de 1547, fue precisamente la que proporcionó a los protestantes la oportunidad de iniciar la Reforma en Inglaterra, junto con la subida al trono de su hijo Eduardo VI, el rey niño. Eduardo fue un niño extremadamente enfermizo (se cree que sufría de una forma congénita de tuberculosis), hasta tal punto de que su fragilidad hizo que Enrique VIII volviera a casarse hasta tres veces más para tener un heredero sano, sin conseguirlo, y de que reinase bajo la protección de Edward Seymour, duque de Somerset, y de John Dudley, conde de Warwick, sucesivamente.
  7. Estas dos personas fueron claves: Seymour era partidario de un luteranismo moderado pero Dudley era de tendencia decididamente calvinista. Con este último empezó el declive del catolicismo romano en Inglaterra. La legislación de Enrique VIII sobre herejes fue abolida, con lo que la mayoría de protestantes exiliados pudieron regresar y, asimismo, la Biblia fue traducida al inglés. La lectura privada de las Escrituras hizo llegar a los ingleses la verdad bíblica. En 1552, se procedió a la aprobación de una confesión de fe de contenido protestante.
  8. Sin embargo, en julio de 1553, la tuberculosis venció a Eduardo, a la sola edad de 15 años. Le sucedió su hermana María, coronada como María I de Inglaterra, el 28 de junio de 1554, en la Abadía de Westminster, quien se ganaría en poco tiempo el apelativo de “María la Sanguinaria”. Su reinado de sólo cuatro años fue una auténtica pesadilla para los cristianos ingleses, enviando a la hoguera a 284 protestantes mientras los exiliados se elevaban a centenares.
  9. María restableció la unión con el papado y persuadió al Parlamento para rechazar las leyes aprobadas por Enrique VIII, aunque para conseguir un acuerdo tuvo que hacer una importante concesión: decenas de miles de acres de tierras monacales confiscadas por su padre no fueron devueltas al clero católico. Las leyes contra los herejes a la doctrina católica romanista fueron restauradas: John Dudley fue encerrado en la Torre de Londres y, posteriormente, ejecutado. La misma macabra suerte corrieron el arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer, Nicholas Ridley, obispo de Londres, y el reformista Hugh Latimer.
  10. En la providencia de Dios para el bien de los genuinos creyentes, el 17 de noviembre de 1558, exhaló su último aliento, siendo sucedida por su hermanastra, Isabel, partidaria de continuar con la Reforma en Inglaterra. Isabel I de Inglaterra no es un personaje muy popular en España. Tras rechazar al monarca católico español, Felipe II, como esposo, al contrario de lo que había hecho su sanguinaria hermanastra, inicialmente, tuvo que unir fuerzas con él ante la amenaza francesa. Sin embargo, después de la muerte del monarca galo Francisco II, la situación cambió: Isabel apoyó a los rebeldes protestantes holandeses, fustigó a la marina mercante española mediante su flota de corsarios, comandada por John Hawkins y Francis Drake, quien atacó Cádiz, en 1587, y La Coruña, en 1589, intervino en la guerra civil francesa a favor del también protestante Enrique IV de Francia, resistió, con la colaboración de los elementos, el embate de la Armada Invencible, volvió a saquear Cádiz con sus corsarios en 1597 e intentó, sin éxito, atacar las colonias españolas en América. Igualmente, fracasó en la organización de la conocida como “Invencible inglesa”, que tenía como objetivo saquear las costas españolas, provocar una rebelión en Portugal contra Felipe II y ocupar una de las islas Azores a fin de instalar allí una base permanente inglesa para los ataques a la flota mercante española (el destino que corrió esta armada, aún mayor en número de barcos que la precedente española, pese a ser menos legendaria, fue un desastre bastante similar).
  11. Pero, en cuanto a la cuestión que nos ocupa, durante su reinado, la Reforma se consolidó definitivamente en Inglaterra. Al inicio de su reinado, se encontró un país aún mayoritariamente católico, hasta tal punto que no halló ningún Obispo importante que oficiara su coronación y, teniendo que recurrir al obispo de Carlisle. En 1559 apoyó a John Knox, considerado fundador del presbiterianismo, frente a la dominación francesa en Escocia.
  12. Ese mismo año, como suprema gobernadora de la Iglesia de Inglaterra, proclamó el Acta de Uniformidad, que obligaba a usar una versión revisada del Devocionario protestante de Eduardo VI en los oficios y a ir a la iglesia todos los domingos, y el Acta de Supremacía, que forzaba a los empleados de la corona a reconocer mediante juramento la subordinación de la iglesia inglesa a la monarquía.
  13. La mayoría de los obispos católicos instaurados por María se negaron a aceptar estos cambios, y fueron depuestos y sustituidos por personas favorables a la tesis de la reina. Tras el establecimiento, en 1562, de los Treinta y nueve Artículos de la Religión Anglicana y la bula papal de excomunión de Isabel I, en 1570, quedaba instaurada una Iglesia de Inglaterra claramente protestante, pero que se consideraba a sí misma como “moderada”, en el sentido de que afirmaba mantener la herencia católica y apostólica.
  14. Sin embargo, un sector importante dentro de la Iglesia de Inglaterra sentía que la ruptura definitiva con la Iglesia Católica Romana no se había terminado de producir, ya que buena parte de la liturgia seguía siendo muy similar, aparte de que el anglicanismo estaba demasiado próximo al poder real inglés, obediente a sus decisiones y, por tanto, arbitrario según las coyunturas del momento, en lugar de mantenerse inmutable en la verdad bíblica.
  15. Fue surgiendo así, ya durante el reinado de Isabel I, el movimiento conocido como puritanismo. Muy alejado del sentido peyorativo actual del término, su primera acepción fue “aquellos que luchan por lograr un culto purificado de toda contaminación de papismo”. Influenciados por las enseñanzas bíblicas de Juan Calvino creían en la soberanía absoluta de Dios sobre todas las cosas de este mundo, en la pecaminosidad de todo el género humano, que el individuo sólo podía encontrar la salvación en la gracia de Dios, en que cada persona, a la que Dios hubiera mostrado misericordia y perdón a sus pecados, debía comprender su incapacidad para alcanzar la salvación por sí misma y confiar en que el perdón que está en Cristo le había sido dado, por lo que, por gratitud, debía seguir una vida humilde y obediente. Ello, junto a una defensa del libre examen individual de las Escrituras y un énfasis en la educación, la ilustración y la cultura para este sacerdocio universal de todos los creyentes cristianos.
  16. Ese libre examen del texto bíblico había llevado al surgimiento de una fe racional, alejada de los dogmas impuestos más allá del contenido de la Palabra de Dios manifestado en la Biblia, y basada en el libre pensamiento. Superada la teología rígida imperante hasta entonces, al examinar cada hombre las Escrituras en busca de la verdad revelada, se abrieron numerosos campos de debate y razonamiento que se trasladaron a otros ámbitos distintos del religioso. El pensamiento se desligaba de la imposición de instancias humanas al afirmarse que, en la lectura de la Biblia, la única guía para el hombre sería el Espíritu Santo y que el hombre únicamente sería responsable ante Dios de la interpretación que realizara. La salvación dependía enteramente de Dios, puesto que el hombre está inhabilitado para obtenerla, pero ya no estaríamos hablando de “méritos ante otros hombres”, origen esta idea del principio de responsabilidad individual, puesto que se rechazaban los conceptos inmutables impuestos al ser humano por autoridades ajenas a su propia conciencia.
  17. Aquellos hombres creían que la Biblia nos enseña que, tras la primera transgresión, el hombre se encuentra incurso en el pecado original, desde nuestros primeros padres nos ha sido transmitido. El ser humano, aunque pueda hacer buenos actos, tiene, a causa de esto, una natural inclinación al pecado. Siempre está expuesto a corromperse debido a que, en origen, es un ser pecaminoso. La naturaleza caída y pecaminosa del hombre aconsejaba un gobierno limitado y una separación de poderes, con una justicia independiente que garantizase el imperio de la ley, un parlamento elegido por el pueblo y un ejecutivo que pudiera ser controlado por los representantes populares.
  18. Los puritanos ingleses que tomaron las armas, a mediados del siglo XVII, frente a Carlos I, comandados por Cromwell y el bando parlamentario, defendían tres derechos muy concretos: libertad de culto, libertad de expresión y propiedad privada. Entendían que un gobierno que no respetara estos derechos sería despótico y su victoria sobre el bando monárquico, junto con la posterior Revolución Gloriosa de 1688, fue clave para consolidar un sistema representativo en Inglaterra. Otros, anteriormente, emigraron a las Provincias Unidas (las actuales Holanda y Bélgica), donde los calvinistas establecieron un sistema de libertad económica y confesional, o al Nuevo Mundo, a las colonias de la costa este de América del Norte (los famosos peregrinos del “Mayflower”, entre ellos, quienes llegaron allí, al actual estado norteamericano de Massachussets, el 16 de septiembre de 1620, con la idea de crear una colonia bíblica que purificara a la religión anglicana de los males que la aquejaban), Nueva Inglaterra.
  19. La muerte de Cromwell y el fin de la breve experiencia republicana inglesa trajo nuevos problemas relacionados con la tolerancia religiosa: ¿qué debía hacer el gobernante con quienes se negaban a atender los oficios religiosos de la Iglesia Anglicana? ¿Podía juzgar sobre creencias privadas? Hasta 1688, este tema estuvo en el aire. Aunque Carlos II había prometido respetar la libertad de culto al ser restaurado en el trono en 1660, la presión de su entorno hizo que esa promesa se quebrantase al poco tiempo.
  20. A partir de 1662, manifestar públicamente rechazo a la religión anglicana podía suponer multas, confiscaciones de bienes e, incluso, la cárcel. En 1670, la Iglesia Anglicana lanzó una feroz represión contra los disidentes religiosos, desatando una verdadera caza de brujas que culminó con una quema y censura de libros, cientos de prisioneros y muchos rebeldes enjuiciados, torturados y asesinados.
  21. En resumen, la Reforma en Inglaterra tuvo el efecto positivo, primero de la ruptura con Roma y, tras la muerte de Enrique VIII, de la llegada al pueblo inglés de la verdad bíblica. No tanto en el establecimiento de una verdadera libertad religiosa, al no ser tan distinta la reacción de la Iglesia de Inglaterra a la de Roma frente a las disidencias, la anglicana terminaba siendo tan mundana como la romana. Sin embargo, la lectura de la Biblia y la influencia del calvinismo inició una corriente de pensamiento, la de los puritanos, de una importancia fundamental en el alcance de las libertades que disfruta hoy día el mundo occidental.

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Lección 14

VIII. La Reforma Protestante en España.

  1. Primeras Versiones Españolas de la Biblia.
    1. Antes de la imprenta (1435-1450) ya circulaban Biblias en español de contrabando. Las reiteradas llamadas de atención que encontramos en la Historia de la Inquisición evidencian que circulaban Biblias por lo secreto. Había una ley que obligaba a quienes se les encontraba con la Biblia en su idioma entregarlas en menos de ocho días al obispo de su diócesis para ser quemada.
    2. El más antiguo ejemplar de la Biblia en español se conserva en el museo de El Escorial. Es la llamada Biblia Prealfonsina, una de las obras de Alfonso X (1221–1284). El códice respectivo se ha deteriorado y solo consta actualmente de los libros de Levítico, Números y Deuteronomio.
    3. La Biblia Alfonsina, publicada en 1280, es una Biblia que era parte de un proyecto más amplio denominado Grande e general estoria, compuesto de cinco volúmenes. Este proyecto fue patrocinado por el rey Alfonso X el Sabio, llamado así, entre otras razones, porque fue promotor de la Escuela de Traductores de Toledo y de otra obra en español denominada Estoria de España. La Biblia Alfonsina es una traducción de la Vulgata y muestra influencia de la Biblia prealfonsina.
    4. La Biblia de la Casa de Alba es un lujoso códice en vitela, bellamente ilustrado y caligrafiado. Consta únicamente del Antiguo Testamento, ordenado según el canon judío. Es obra del rabí Mosé Arrangel —natural de Guadalajara, España—, quien invirtió en ella nueve años de labor. La terminó en 1430. Obra que tardó 8 años en elaborarse y constó de 513 páginas y 334 ilustraciones. El nombre dado a esta obra, Biblia de Alba, se debe a que esta Biblia está en posesión de los Duques de Alba de Tormes, una familia de la nobleza española, quienes la mantienen al cuidado de la Fundación Casa de Alba en el Palacio de Liria en Madrid, España.
    5. En 1543 se publicó en la imprenta de P. Mierdman en Amberes, Países Bajos, el Nuevo Testamento traducido por Francisco de Enzinas. Esta traducción fue hecha directamente del griego, usando como base el texto griego de Erasmo de Róterdam. Francisco de Enzinas nació en la población de Burgos, España, en 1520. Fue uno de los primeros españoles en convertirse a la causa de la Reforma Protestante. En Wittenberg conoció a Melachton, el cual lo animó a traducir la Biblia al español. Su Biblia fue dedicada al emperador Carlos V, a la vez que fue prohibida por la Inquisición.
    6. Hasta el momento aunque ya había muchas versiones, pero el pueblo no tenía acceso a ellas, pues aún no habían llegado a la imprenta. Poseer un ejemplar de las escrituras era privilegio de ricos y eruditos. Además, aunque hubieran abundado las Biblias, el analfabetismo reinaba por doquier.
    7. En 1553 los judíos portugueses Duarte Pinel y Gerónimo Vargas tradujeron el Antiguo Testamento al castellano. Esta traducción tenía lugar en el ducado de Ferrara, Italia, y por esa razón se denomina Biblia de Ferrara. Los duques de Ferrara habían dado protección a los judíos portugueses y españoles que habían sido expulsados de España y posteriormente de Roma y Nápoles.
    8. Entre 1556 y 1557 Juan Pérez de Pineda —amigo de Casiodoro de Reina— publicó en Ginebra su bella traducción del Nuevo Testamento y los Salmos. Escribió también una conmovedora «Epístola consolatoria» dedicada a los cristianos evangélicos de Sevilla que pasaron por el tormento, y veintiuno de los cuales murieron en la hoguera por causa de su fe. Entre éstos se hallaba Julianillo Hernández, que tesonera y audazmente se había dedicado a introducir de contrabando en España el Nuevo Testamento de Juan Pérez. Juan Pérez de Pineda dedicó toda su vida a esparcir la Palabra de Dios, y para contribuir en la empresa aun después de morir, dedicó por testamento todos sus bienes a la impresión de una Biblia completa en español.
  2. Julianillo Hernández.
    1. La inquisición tenía puestos de revisión en todos los caminos para que la Palabra de Dios no fuera introducida a escondidas en territorio español. Los reyes católicos habían colocado funcionarios aduanales en todos los puertos marítimos y en todos los pasos terrestres, con autoridad para revisar todo paquete y toda persona que entrara en el reino.
    2. En ese tiempo Juan Pérez vivía en Ginebra, donde Juan Calvino estaba siendo ampliamente usado por el Señor en el proceso de Reforma de la Iglesia en aquella ciudad, que se había convertido en un refugio para muchos cristianos que habían huido de sus países para escapar de la inquisición.
    3. Un día se presentó a la puerta de su casa un hombre de apariencia muy extraña, bajo de estatura y aparentemente jorobado. Más tarde Juan Pérez diría de él que tenía el cuerpo tan macilento que parecía solo piel y hueso. Este hombre se llamaba Julián Hernández, pero era conocido como Julianillo por lo corto de su estatura.
    4. Julianillo Hernández había viajado mucho por todo el continente, y había trabajado en imprentas alemanas y en los Países Bajos donde la Reforma Protestante tenía mucha fuerza, y algunos suponen que fue su trabajo en las imprentas lo que Dios usó para traerlo al conocimiento de Cristo. Julianillo le ofreció a Juan Pérez servirle de amanuense y corrector de pruebas. Pero al plantearse el problema de cómo introducir las Biblias en España, Julianillo se ofreció hacerlo él mismo de contrabando. Para esto consiguió unos barriles de vino de doble piso colocando las Biblias en el piso de abajo; y tomando la vía de Flandes se dirigió hacia España, con tal sagacidad y sangre fría, que pudo burlar todos los puestos de vigilancia de la inquisición.
    5. Así llegó a Sevilla y depositó los Nuevos Testamentos en la casa de Juan Ponce de León, para que éste se encargara de distribuirlos. Pero Juan Ponce es descubierto y llevado a la hoguera por la inquisición el 24 de Septiembre de 1559.
    6. Pero eso no frena a Julianillo, que continúa introduciendo los Nuevos Testamentos mientras vende telas para ocultar su identidad y su verdadero trabajo. Al poco tiempo esto comienza a crear inquietud en el clero católico que no se explicaba cómo es que había tantos ejemplares del Nuevo Testamento y libros protestantes en suelo español a pesar de la extrema vigilancia de la Inquisición. Algunos llegaron a pensar incluso que debía ser una obra directa de Satanás que los desaparecía y luego los hacía aparecer en España.
    7. El Padre de la Roa dice respecto a la obra de Julianillo: “Con increíble habilidad encontraba él secretas entradas y salidas, y el veneno de la nueva herejía se divulgó con gran velocidad por toda Castilla y Andalucía. Donde ponía su pie comenzaba el incendio. Él mismo enseñó a hombres y mujeres con demasiado acierto, especialmente en Sevilla donde se formó, gracias a esto, un verdadero nido de herejes”.
    8. Pero finalmente Julianillo fue traicionado por un herrero que le mostró a un sacerdote el Nuevo Testamento que éste le había obsequiado. Fue apresado y conducido a las cárceles del Santo Oficio en Sevilla. En ningún momento ocultó su fe, ni tampoco el hecho de que había sido él quien había introducido esos libros en España. Y a pesar de que lo torturaron sistemáticamente, se negó a revelar los nombres de los evangélicos españoles. Con los miembros dislocados animaba a los otros presos cantando canciones contra los frailes y arengando a sus hermanos a que se mantuvieran fieles al Señor en medio del sufrimiento.
    9. Tres años lo mantuvieron como prisionero y finalmente fue sentenciado a la muerte. Cuentan los historiadores que al llegar a la hoguera él mismo se encargó de colocar las leñas sobre su cabeza.
    10. En este punto de la historia es importante señalar que uno de los depósitos de libros usados por Julianillo, era un convento de frailes Jerónimos, ubicado cerca de Sevilla, llamado el Convento de San Isidoro de Santiponce, donde vivían comunitariamente unos 40 monjes.
  3. El Monasterio de San Isidoro del Campo.
    1. El monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce jugó un papel importante en la Reforma en España. Este monasterio pertenecía a los frailes jerónimos, quienes estaban muy influidos por las obras de los reformadores, particularmente el prior de la casa, García Arias, quien alentaba su lectura y estudio. El movimiento reformador influyó también sobre toda la vida monástica, que fue reorganizada para dar más tiempo al estudio de la Biblia y menos tiempo a los ritos tradicionales.
    2. Cuando Julianillo fue apresado, estos monjes convertidos sabían que les quedaba poco tiempo para escapar, ya que la inquisición había recibido reportes inquietantes de las actividades del convento. En una carta fechada el 17 de Noviembre de 1557, y dirigida a Felipe II, se le informa que algunos monjes del Monasterio de San Isidoro tenían “muchos errores y opiniones luteranas.” Los frailes de San Isidoro fueron advertidos del peligro de su situación. Después de una discusión de la cuestión, determinaron que cada uno era libre para seguir la decisión que consideraba adecuada. Doce de ellos decidieron dejar el monasterio para seguir caminos diferentes, pero acordaron encontrarse un año más tarde en Ginebra. Así lo hicieron, y después de largas y diversas odiseas todos ellos llegaron a la ciudad suiza. Entre los refugiados sevillanos estaba Juan Pérez, Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, todos ellos personajes de gran influencia en la historia de la Biblia en castellano.

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Lección 15

VIII. La Reforma Protestante en España.

  1. Casiodoro de Reina.
  1. Es difícil escribir sobre los primeros años de la vida de Casiodoro de Reina cuando no se saben ni  el  nombre  ni  el  apellido  de  nacimiento,  y  únicamente se  le  conoce  por  el  nombre  que recibió tras tomar los votos monásticos, y añadido a éste su lugar de nacimiento. El día exacto en que  vino  al  mundo  también  es  incierto,  pero  parece  que  pudo  haber  nacido  alrededor  de
  2. Los inquisidores  pusieron  Montemolín  (pueblo  en  aquellos  días  del  Reino  de  Sevilla)  como  su  parroquia  de origen. Igualmente desconocido es lo que hizo antes de profesar en la orden monástica, aunque se sabe  que estudió  en  la  Universidad  de  Sevilla,  probablemente  estudios humanísticos,  por  sus conocimientos de latín, griego y hebreo.
  3. Se hizo  fraile  jerónimo  en  el  monasterio  de  San  Isidoro  del  Campo,  a  escasos  ocho kilómetros  de  Sevilla,  cuando  se  sentía  en  éste  la  fuerte influencia  del  movimiento  reformado dirigido  por  Juan  Gil  (doctor  Egidio)  y  Constantino  Ponce  de  la    De  su  vida  en  el monasterio  se  tienen  pocos  datos,  pero  de  lo  que  sí  hay  constancia  es  de  que  el  Nuevo  Testamento  de  Juan  Pérez  de  Pineda  y  otras  obras  protestantes,  traídas  de  contrabando  por Julianillo Hernández,  eran leídas  cotidianamente por  los  frailes  de  aquel  monasterio.  De  hecho, Reina  se  convirtió  en  el  guía  espiritual  de  aquel  lugar.  Según  testimonio  de  los  mismos inquisidores  Reina  había  propagado  con  mucho  éxito  la doctrina reformada entre los seglares de Sevilla. Con el tiempo, San Isidoro del Campo se había ido convirtiendo en un importante foco de «luteranismo» y pronto atrajo sobre sí la atención de la Inquisición, por este  motivo, en 1557, Reina  y otros compañeros, entre los que está Cipriano de Valera, huyen de allí y buscan refugio en centro Europa. Cuando el Santo Oficio reacciona y trata de  apresar  a  los  «herejes»,  ya  es  tarde,  habían  huido,  pero,  no  obstante,  los  juzgó  in absentia, y el 26 de abril de 1562 quemaron sus efigies después de un auto de fe.
  4. Los únicos datos fiables de la biografía de Casiodoro anteriores a su fuga del monasterio son los recogidos por los inquisidores mismos en una Relación oficiosa de dicho Auto de fe, donde se quemaron las efigies de los once monjes de San Isidro y «herejes luteranos» huídos con él a Ginebra entre 1556 y 1557: «Fray Casiodoro, fraile del dicho monasterio, natural de Montemolín. Ausente condenado, relajada su estatua por hereje luterano dogmatizador» (AHN, Inquisición, leg. 2075, doc. 2; Schaefer 1902).
  5. Casiodoro era pues extremeño, nacido al noroeste de Sierra Morena (de aquí su pseudonimo «Montanus») aunque él mismo en dos dedicaciones autógrafas a ejemplares de su Biblia prefirió calificarse de «hispalensis», porque tanto Montemolín como el vecino pueblo de Reina pertenecían como enclaves a la diocesis de Sevilla. En cambio los inquisidores parecen haber ignorado su apellido (y también el de sus padres y hermana , huidos juntamente con él a Ginebra) pues, al contrario de los otros monjes fugitivos, mencionados siempre con nombres y apellidos, a él se le llama «Fray Casiodoro» a secas, como si se tratase de un personaje ya famoso en la ciudad. Casiodoro es también el único de todos los «herejes luteranos» del monasterio de San Isidro a quienes los inquisidores califican de «dogmatizador», es decir, maestro de herejías. Este punto está corroborado por la relación del primer Auto de fe de 1559 en Sevilla, donde un condenado arrepentido, Juan Ponce de León, exhortó a la culta y valiente María de Bohorquez «para que abjurara de las doctrinas que fray Casiodoro en diferentes sitios y ocasiones le había predicado» (LLORENTE 1822; SCHÄFER 1902, II 278). El mismo Llorente, basándose sobre documentos hoy desaparecidos, asegura además que fue a «un Fray Casiodoro» a quien se debió la súbita conversión al luteranismo de todos monjes de San Isidro. En las Sanctae Inquisitionis Hispanicae artes de 1567 (p. 248) se lee solamente que fueron dos frailes de San Isidoro a dar inicio a este negocio con el resultado que en pocos meses casi todos los frailes del convento o se habían convertido o al menos simpatizaban con ellos. En todo caso, de los monjes sevillanos que se dirigieron a Ginebra y optaron allí por una carrera eclesiástica fue Casiodoro de Reina el único que no tuvo que hacer estudios suplementarios de teología bajo Théodore de Bèze en Lausana.
  6. Reina y  sus  compañeros,  llegaron  primeramente  a  Ginebra,  donde  les  esperaba  otro refugiado sevillano, Juan Pérez de Pineda. Sin embargo, lo que Reina ve en Ginebra le desagrada enormemente:  las  tribulaciones  de  los  refugiados  protestantes  italianos,  la  condena  a  muerte  de Miguel Servet  y la rigidez religiosa imperante le llevan a decir que Ginebra se ha convertido en una  nueva  Roma,  tras  lo  cual  decide  marcharse  en  1558  de aquella  ciudad  y  buscar  un  nuevo lugar  de    En  esta  ocasión  viaja  a  Frankfurt,  donde  se  une  a  la  iglesia  calvinista  de  habla francesa. Poco tiempo después, cuando Isabel I asciende al trono de Inglaterra, y concede libertad de culto reformado, Reina decide trasladarse allí. Llega a Londres a finales de 1558, y allí se encuentra con otros refugiados españoles que, como  él,  huyen  de  la  persecución  inquisitorial.
  7. Reina decidió abandonar Ginebra, entre otros motivos, por el conocimiento que tuvo estando en la ciudad de la ejecución de Miguel Servet en 1553, ya que “los espíritus y almas afines sufren así por empatía, y Reina era un espíritu afín a Servet, no tanto en ideas religiosas como en la independencia de toda forma de autoridad religiosa externa” (José C. Nieto, El renacimiento y la otra España. p. 469).
  8. Otro monje de los que huyeron en 1557 del Monasterio de San Isidoro del Campo, Cipriano de Valera, también salió de Ginebra aunque por razones distintas a las de Reina, ya que el primero no tuvo dificultades con la “fe calvinista a la cual siempre fue fiel, y a la cual directamente contribuyó con su traducción de las Instituciones de Calvino, que es también una obra clásica del castellano del siglo XVI por su prosa y complejidad teológica magníficamente expresadas en la enjundiosa traducción tan castiza de Valera” (José C. Nieto, op. cit., p. 465). Como Ginebra estaba “saturada de refugiados”, tal situación limitaba las oportunidades ministeriales y Valera consideró tendría mayores posibilidades para ejercer sus talentos en Inglaterra.
  9. Apenas llegado a Londres, Casiodoro comenzó a reunir un grupo de españoles, organizando para ellos en una casa privada un servicio religioso con prédicas en español tres veces por semana.
  10. Estando en Ginebra Casiodoro comenzó inmediatamente a traducir la Biblia completa al español («la obra nos ha durado entre las manos enteros doze años», se lee en el prefacio a la Biblia de 1569). Ya instalado en Londres, Reina intensifica las tareas de traducción bíblica, a la vez que solicita de la Reina Isabel I su venia para iniciar la Iglesia española en Londres. En 1560 el permiso le es otorgado y junto con sus feligreses ocupa el templo de Santa María de Axe. Por su labor recibe apoyo real por 60 libras anuales. Uno de los congregantes era Cipriano de Valera. En la congregación que pastoreaba, Reina abrió sus puertas a italianos y neerlandeses rechazados en otras iglesias (Nieto, op. cit., p. 465; Carlos Gilly, op. cit., p. 2).
  11. Entre los documentos para fundamentar la solicitud con el fin de iniciar la Iglesia española, Casiodoro de Reina redactó en enero de 1560 la Confesión de fe christiana, hecha por ciertos fieles españoles, los quales, huyendo [de] los abusos de la iglesia Romana y la crueldad de la Inquisitión de España, dexaron su patria, para ser recibidos de la Iglesia de los fieles, por hermanos en Christo. Para los críticos de Reina su Confesión era ambigua, según la particular ortodoxia de quien lo juzgara desde una de las familias confesionales protestantes que se estaban consolidando en la segunda mitad del siglo XVI.
  12. Acerca de la Trinidad, la que aceptaba con ciertos matices conceptuales, Reina afirmó: “creemos hallarse estas tres personas en la misma substancia, naturaleza y esencia de un Dios”, sin embargo, acotaba, que las palabras trinidad y persona “no se encuentran en las Escrituras”. Apuntó que la enseñanza sobre la Trinidad surgió en un momento histórico de confrontación doctrinal, realidad que le hizo conformarse “con toda la Iglesia de los pío, admitimos los nombres de Trinidad, y de persona, de los cuales los Padres de la Iglesia antigua usaron, usurpándolos (no sin gran necesidad) para declarar lo que sentían contra los errores y las herejías de sus tiempos acerca de este artículo” (Raymond S. Rosales, op. cit., p. 105 y Casiodoro de Reina, op. cit., p. 188).
  13. Otro apartado de la Confesión que le atraería problemas a Reina fue el relativo al bautismo, sobre todo el punto tercero, donde escribió: “Y aunque no haya expresa mención en la Divina Escritura que el bautismo se dé a los niños antes que tengan uso de razón, conformámosnos empero con la Iglesia del Señor, que tiene por más conforme a la misma Escritura dárselo que dejar de dárselo, pues que por beneficio del Señor, y por su promesa, no menos pertenecen a su alianza que los Padres”.
  14. La mencionada ambigüedad doctrinal de Reina le atrajo la animadversión de las iglesias de extranjeros existentes en Londres, “ya que todas eran calvinistas” (Raymond S. Rosales, op. cit., p. 102). Además de esto, sus adversarios lo acosaban por haber cultivado contacto “con dos excluidos de la Iglesia reformada: el holandés Adriaan Haemstede [y] el italiano Acontius”. El primero, al igual que Reina, había defendido el derecho de los anabautistas a mantener sus creencias y sostenía que no debían ser perseguidos. Por su parte Acontius, estuvo de parte de Sebastián Castellio en la controversia que sostuvo con Calvino. Adicionalmente, Reina se dio tiempo en Londres para “profundizar la lectura de los grandes teólogos reformados, Lutero, Calvino, Zwinglio, pero también la de los hombres de la Reforma radical, como Velsius, Schwenckfeld y Osiander” (Jorge Ruiz Ortiz, op. cit., p. 4).
  15. En 1561 Reina contrajo matrimonio con Ana, originaria de los Países Bajos, y procrearían varios hijos. Por dos flancos fue cercado Casiodoro de Reina. De una parte los embajadores del rey de España en Londres en estrecha colaboración con la red de espionaje montada por la Inquisición a ambos lados del canal. Estos lograron infiltrar en la reciente iglesia un agente provocador, el sevillano Francisco de Abrego y, sobre todo, consiguieron mediante chantaje a su mujer la «reconversión» de Gaspar Zapata, uno de los dos asistentes de Casiodoro en el trabajo de traducción de la Biblia, que se alojaba en la misma casa que Casiodoro y su esposa. Y de otra parte los celosos calvinistas de las iglesias francesa y flamenca de Londres, quienes, guiados por su extrema descofianza y antipatía a Casiodoro, no hacían sino escrutar sus textos todavía incompletos, buscando herejías por todas partes y denunciándolas inmediatamente a Ginebra, y llegaron al extremo de apoyar ciegamente el doble juego montado de los dos agentes de la Santa Inquisición. En efecto, en septiembre del 1563 Abrego y Zapata presentaron ante el obispo Grindal una insidiosa denuncia contra Casiodoro por presuntos hechos de pederastia o sodomía supuestamente acaecidos tres años atrás, pero que en realidad sirvieron de pretexto a los detractores de Casiodoro para anatemizar públicamente las opiniones del español que discrepaban según ellos de la ortodoxia calvinista.
  16. El odium theologicum, que es un fuerte sentimiento que no repara ante nada, ideó la mejor manera de desacreditar a Casiodoro y meterlo en un serio aprieto. La sodomía entonces era entendida como actos homosexuales consumados. Los acusadores hicieron correr la versión de que Reina antes de su matrimonio habría tenido relaciones con un mozo, Jean de Bayonne. Formalmente lo acusaron de sodomía los pastores calvinistas de las iglesias francesa y holandesa en Londres, Jean Cousin y Johannes Utenhovius. Reina refutó la acusación. El 21 de septiembre de 1563 inició el juicio contra Casiodoro por cuestiones doctrinales. Dos días más tarde se trataría el cargo de sodomía. Llegada la fecha, Reina no se presentó y después se supo que había huido de Inglaterra. Lo hizo ante el temor de no ser escuchado por sus enjuiciadores y la sospecha que la decisión ya estaba tomada en su contra.
  17. Tras salir de Inglaterra, Reina y su esposa iniciaron un viaje que les llevaría a varios países, entre ellos, Holanda, Alemania, Francia, Suiza. Durante quince años y en distintos lugares algunos calvinistas hicieron resurgir el señalamiento de sodomita contra Reina, este cargo siempre lo rechazó y defendió su inocencia. En tanto el monarca español Felipe II puso precio a la cabeza de Reina, como quedó constancia en una carta del gobernador de Amberes a la regente de los Países Bajos, Margarita de Parma, hermana de Felipe II, en la cual se afirmaba que la Corona española había “gastado grandes sumas de dineros por hallar y descubrir al dicho Casiodoro, para poderle detener, si por ventura se encontrase en las calles o en cualquier otro lugar, prometiendo una suma de dinero a quien le descubriese” (Carlos Gilly, op. cit., p. 3).
  18. Como consecuencia  de  esta  doble  conjura,  Reina  tuvo  que  huir  precipitadamente  a  Amberes  en enero de 1564. En  Amberes  pasó  algún  tiempo  escondido  en  la  casa  de  Marcos  Pérez,  un  relevante calvinista.  De  allí fue a  Francia,  y tras pasar una temporada  en  París se encamina  al  sur,  concretamente  a  Orleans,  para  encontrarse  con  su  compañero  de  claustro, Antonio  del    Acompañó  a  éste  a  Bearne  y,  un  tiempo  después,  Renée  de  France  invitó  a ambos  a vivir en su  castillo en Montagis, donde  del Corro  y Juan  Pérez de Pineda le servían de capellanes.  Así  pues,  Reina,  acechado  en  todas  partes  por  los  esbirros  de  la  Inquisición  y sospechoso  de  herejía  o  de  peores  cosas  aún  por  sus  hermanos  de  fe,  erró  durante  más  de  tres años  entre  Frankfurt,  Heidelberg,  el  sur  de  Francia,  Basilea  y  Estrasburgo  buscando  un  lugar donde establecerse como pastor en alguna iglesia o como simple artesano, y poder dar así término a  la  traducción  de  la  Biblia  a  la  lengua  castellana, que  había  comenzado  unos  años  antes  en Inglaterra.
  19. A principios  del  año  1565  le  propusieron  pastorear  la  congregación  de  una  iglesia calvinista en Estrasburgo, pero la intervención de tres teólogos calvinistas que le acusan de faltas graves en su concepción de la eucaristía y la ascensión del Señor, dificultaron su nombramiento. Reina escribió una carta de defensa, pero los informes que llegaron de Londres parecían ratificar las  acusaciones  de  los  teólogos.  A  pesar  de  los  intentos  de  defensa  de  Reina,  la iglesia  de Estrasburgo no disipó las dudas de sus detractores, y el resultado de toda esta controversia fue la pérdida  de  la  oferta  del  pastorado  en  Estrasburgo  y  su  partida  de  nuevo  a  Frankfurt,  donde  se estableció  con  su  mujer,  trabajando  en  el  comercio de  libros  y  de  seda,  pero  no  descuidando  en ningún momento la enorme tarea de traducir la Biblia.
  20. En Frankfurt  se  incorporó,  no  sin  dificultades,  a  la  iglesia  francesa  calvinista,  pero  la oposición  de  Teodoro  de  Beza  y  la  amistad  de  ciertos  luteranos  de  Frankfurt,  le  condujeron,  al fin, a la iglesia nacional luterana de la ciudad. En 1573 publicó sus dos comentarios en latín, uno al  Evangelio  de  Juan,  y  el  otro  al  cuarto  capítulo  de  Mateo,  seguidos  en  1577  por  la  primera edición de la Confesión de fe de Londres.
  21. Reina nunca  abandonó  el  deseo  de ser  pastor,  y  cuando  se  presentó  la  oportunidad  de pastorear una congregación de luteranos franceses en Amberes, aceptó el ofrecimiento, pero antes debía comparecer ante el tribunal eclesiástico londinense  y quedar libre de todos los cargos que pesaban sobre él. Con ese fin viajó a Inglaterra en 1578, y allí permaneció un año hasta que logró convencer de su inocencia al tribunal eclesiástico del arzobispo de Canterbury. En diciembre de aquel año comenzó un nuevo juicio sobre los cargos hechos quince años atrás. En marzo de 1579 quedó exonerado. Una cuidadosa revisión del expediente y los antecedentes de sus acusadores evidenció que los testigos que señalaron a Reina de sodomía, los españoles Francisco de Ábrego y Gaspar Zapata, habían sido agentes encubiertos al servicio de la Inquisición española e incluso salieron a la luz los pagos recibidos por ser parte del complot contra Casiodoro. Como hemos visto, se conjuntaron agentes inquisitoriales y algunos pastores y líderes calvinistas para perseguir a Reina y evitar así que prosiguiera con su ministerio. La persecución no lo detuvo para darse denodadamente a la traducción de la Biblia en castellano, la que fue publicada en 1569. Desde 1578 fue pastor luterano en distintas iglesias, hasta su muerte en Fráncfort, el 15 de marzo de 1594.
  22. Absuelto de todas las acusaciones  regresó  a  sus funciones  de  pastor  en  Amberes,  cosa  que  no  agradó  a  los calvinistas de la ciudad, los cuales intentaron diversas argucias para desacreditarle. Sin embargo, todo parece indicar que fue un buen pastor y, finalmente, con su carácter apaciguador se ganó la amistad de los calvinistas y luteranos, hasta tal punto que se mencionó su nombre para ser obispo luterano en Amberes.
  23. En el año 1585, las tropas españolas, al mando del Duque de Parma, tomaron la ciudad de Amberes y obligaron a los protestantes a abandonar la ciudad. Ante tal situación, Reina condujo a sus seguidores a Frankfurt, pero allí no se le concedió el permiso para ejercer como pastor y, por tanto, se  vio  de  nuevo  obligado  a  trabajar  comerciando  con  telas  y  Sin  embargo,  la comunidad  que  había  venido  con  Reina  siguió  considerándole  su  pastor,  e  insistentemente solicitó al Ayuntamiento de Frankfurt que le concediese la ciudadanía y, con ello, el permiso para pastorear  la  iglesia.  Al  fin  tuvieron  éxito  en  su  petición,  y  en  1593  fue  oficialmente reconocido como pastor de la iglesia de  Frankfurt. Este último pastoreo no duraría  mucho tiempo puesto que  ocho  meses  más  tarde,  en  marzo  de  1594,  falleció. No sin antes iniciar  en  la ciudad  una  fundación  caritativa  para  ayudar  a  refugiados  belgas.
  24. Casiodoro es ejemplo de unos de esos espíritus nobles del reformismo español. De ningún modo estaba de acuerdo con el castigo capital del “hereje” o disidente religioso. También en doctrina Casiodoro parece que daba más importancia a los matices éticos y prácticos que a los especulativos y teológicos. Ocurre que muchos reformadores comenzaron proclamando la salvación por gracia, por fe sola, pero en la práctica bien pronto cayeron en la gnosis, la salvación por el conocimiento correcto de la doctrina sobre la gracia, la fe sola o la predestinación, el bautismo o la Santa Cena; todos ellos motivos para jugarse la vida en la contienda. El criterio de fe verdadera ya no venía asegurado por la fe y la vida piadosa, sino por la doctrina y la ortodoxia, o más bien, la fidelidad a la doctrina del grupo.

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Lección 16

VIII. La Reforma Protestante en España.

  1. La Biblia del Oso.
  1. El fruto de la labor de Casiodoro de Reina es la extraordinaria versión que hoy poseemos. Por su excelencia, sobrepuja todas las demás versiones castellanas de las Sagradas Escrituras. La pureza de sus expresiones constituye para la prosa española, un aporte monumental no reconocido. Para millones de nosotros, posee el incalculable valor de haber sido luz inicial de nuestra fe. Por más de cuatro siglos, sus felices giros de expresión unen el pensamiento cristiano y son punto de concurrencia de las promesas y de la voluntad de Dios para sus hijos.
  2. Casiodoro de Reina, el traductor de la Biblia del Oso, fue un  hombre  instruido,  inteligente, y muy  fiel  a  la  Palabra  de  Dios,  que  tuvo  una vida no exenta de aventuras y de alto riesgos, y todo ello debido a su profundo deseo por traducir la Biblia desde las lenguas originales al castellano, con dos fines: evangelizar dentro de su país, y servir  de  apoyo  a  otros    Es  evidente  que  desde  el momento  que  dejó  su  patria,  tal  vez antes, Reina deseaba ardientemente llevar a  cabo la traducción de la Biblia, pero  el proyecto no empezó  a  tomar  forma  hasta  finales  de  1558,  fecha  en  que  llega  a  Londres.  Desde  entonces,  no dejó  de  trabajar  en  la  traducción  de  la  Biblia,  pensando  culminar  el  trabajo  de  traducción  en  un tiempo  razonable.  Pero surgieron  muchas dificultades  a causa, especialmente, de las acechanzas provenientes  de  los  agentes  de  la  Inquisición  española  y  de  los  calvinistas  de  las  iglesias londinenses.  Ambos  grupos,  aunque  totalmente  opuestos  en  sus  intereses,  se  hallaron  unánimes en la voluntad de impedir la labor del traductor de la Biblia.
  3. Acechado infatigablemente por los esbirros de la Inquisición y sospechoso de herejía o de peores cosas aún por sus hermanos de fe, Reina se vio obligado a huir de Londres y buscar asilo por diversas ciudades A  pesar  de  las  muchas  dificultades  que  le  tocó  vivir  en  todos  estos  años,  en ningún  momento  cejó  en  su  empeño  de  traducir  la  Biblia  a  la  lengua  castellana. Gracias  a  su inquebrantable voluntad, en 1567, tras haber culminado con éxito toda la traducción del Antiguo Testamento, pudo viajar a la ciudad de Basilea para dar comienzo a los trabajos de publicación.
  4. El primer contrato para la edición de 1,100 ejemplares de la Biblia fue firmado en el verano de 1567  con  el  famoso  editor  Por  desgracia  para  Reina,  en  el  mes  de  julio  de  1568  y antes de poder dar comienzo a la impresión de la Biblia, Oporino murió y resultó estar arruinado de  tal  manera,  que  no  cabía  la  menor  esperanza  de recuperar  los  400  florines  pagados  por adelantado  del  dinero  recaudado  en  Frankfurt,  gracias  a  la  aportación  voluntaria,  para  llevar  a cabo la edición de la Biblia, hecha por los refugiados españoles.
  5. Para colmo   de   desdichas,   los   enemigos   españoles   de   Reina,   que   habían   decidido reimprimir en París el Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda con todas las notas marginales de  la  Biblia  francesa  de  Ginebra,  comenzaron  a  exigir  para  su  proyecto  una  parte  del  dinero destinado  a  la  impresión  de  la  Biblia  de    A  este  conflicto  puso  fin  el  embajador  español Don Francés de Ávila, quien teniendo noticia del proyecto, hizo detener al impresor, y todos los cuadernillos ya impresos, así como el ejemplar del  Nuevo Testamento  de  1556  con  las anotaciones  manuscritas para  la  nueva  edición,  fueron  decomisados  y  enviados  a  Felipe  II. Sin duda, este fue un gran logro para la Inquisición  y los agentes de  Felipe II en su lucha contra los protestantes y la expansión de sus doctrinas.
  6. Menos éxito tuvieron el rey y sus agentes para impedir el proyecto de Basilea, quizá por no  estar  correctamente  informados  sobre  el  tiempo  y  lugar  donde  Reina  estaba  imprimiendo su Biblia. Quizá fue el mismo Reina quien, indirectamente, les había puesto sobre una pista falsa, al escribir  a  Teodoro de  Beza  en  abril  de  1567  una  carta  en  la  que  le  decía  que  estaba  dispuesto  a imprimir la Biblia en la imprenta de Jean Crespin, en Ginebra. Evidentemente, Reina no pensaba imprimirla allí,  pero  la  noticia  debió  llegar,  muy  posiblemente,  a  oídos  de  algún  espía  de  la Inquisición. En todo caso, en el verano de 1568  la Inquisición ordena que se vigilen los puertos españoles ante el riesgo de que puedan entrar libros «prohibidos», porque se tiene noticia de que Reina ha impreso en Ginebra la Biblia en lengua española.
  7. Sin duda,  la  información  que  había  recibido  la  Inquisición  en  esa  ocasión  era  errónea, pues,  por  esa  fecha,  la  Biblia  de  Reina  no  sólo  no  se  había  comenzado  a  imprimir,  sino  que  la muerte de Oporino, acaecida cinco días más tarde, así como el embargo inmediato de sus bienes crearon   nuevas   dificultades   y   ocasionaron   un   ulterior   retraso,   como   ya   se   ha   señalado anteriormente. Fue entonces cuando intervino de nuevo Marcos Pérez, prestando a Reina a fondo perdido  la  suma  de  300  florines  que  sirvieron  para  cerrar  un  nuevo  contrato  de  impresión.
  8. El impresor de la Biblia de Casiodoro de Reina fue Tomás Guarín, quien imprimió 2,600 ejemplares en su propio taller. Había en Basilea otro impresor de libros pequeños, Samuel Apiario, quien usaba como logotipo de sus trabajos la imagen de un oso. Apiario dejó de usar ese logotipo, pero a Casiodoro de Reina le gustó y le pidió permiso a Apiario para hacerlo imprimir por Guarín en la portada de su traducción, en la que también aparece el texto de Isaías 40:8, «La palabra del Dios nuestro permanece para siempre». Esa es la razón por la que esta Biblia se conoce también como «La Biblia del oso». Esta Biblia por varios siglos fue la única Biblia protestante completa en español.
  9. La impresión fue terminada probablemente el 24 de junio de 1569.Fue la primera Biblia completa que se publicó en español. Esta traducción se compuso de tres partes: la introducción, el Antiguo Testamento, con los libros apócrifos incluidos dentro de él, y el Nuevo Testamento.
  10. Los enemigos  de  Reina  no  levantaron  la  guardia  en  ningún  momento,  y  así  en  1571, apenas  un  año  y  medio  más  tarde  de  la  publicación  de  la  Biblia,  el  Consejo  Supremo  de  la Inquisición  supo  de  la  existencia  de  la  Biblia  y  que  había  sido  impresa  en    Entonces ordenó la decomisación inmediata de todos los ejemplares que se descubrieran. También la Biblia de  Reina  fue  minuciosamente  examinada  por  los  pastores  de  Ginebra,  pero  por  mucho  que  la escudriñaron no encontraron nada importante que reprochar a la edición. Diez  años  después,  en  1581,  el  titular  del  obispado  de  Basilea,  Blarer  von  Wartensee,  le hacía  saber  al  cardenal  Carlos  Borromeo  que  en  Basilea  se  habían  impreso  en  1569  unos  1600 ejemplares de la Biblia en español  y que 1400 de ellos acababan de ser enviados de  Frankfurt a Amberes.
  11. En Amberes, finalmente, se cambiaron las portadas de muchos de estos ejemplares por el frontispicio del célebre diccionario de Ambrogio Calepino, a fin de poderlos difundir mejor en España. Otros  muchos  ejemplares  permanecieron  durante  decenios  en  Frankfurt,  a cargo  de  los miembros de la familia de Reina, quienes fueron, poco a poco, dando salida a los ejemplares que tenían,  pero  actualizando  las  portadas,  lo  que  explica  que  existan  ejemplares  con  el  falso  pié  de imprenta ‘Frankfurt 1602′, Frankfurt 1603’ o ‘Frankfurt 1622’.
  12. Sobre las  fuentes  utilizadas  por  Reina  para  la  traducción  de  su  Biblia  nos  informa parcialmente él mismo en su Amonestación al lector. En ella se dice que, además de las fuentes originales hebrea y griega que se disponían en la época, el texto hebreo masorético y el texto griego de Erasmo de Róterdam, usó la versión latina hecha en Lyon en 1528 por Sanctes Pagnini, la doble edición judeo-española de Ferrara (Biblia de Ferrara, 1553), la Biblia latina de Zúrich y la Biblia latina de Castellion, que tenía «Jehová» en lugar de «Señor» como traducción del nombre divino. Ambas Biblias herejes vienen naturalmente silenciadas por Casiodoro, así como las versiones castellanas igualmente utilizadas (Enzinas, Juan Pérez y Juan de Valdés), pues todos figuraban ya en el índice de libros prohibidos de Roma y España. Y siendo precisamente la divulgación de la Biblia en España su mayor interés, Casiodoro intentó prevenir la ineludible prohibición inmediata haciendo pasar su Biblia como obra católica y respetando el orden de los libros bíblicos según la Vulgata, cuyo canon había sido recientemente confirmado por el concilio de Trento.
  13. Nos referimos  a  los  libros  que  los  judíos aceptan  en  su  canon  (los  39  libros  protocanónicos)  y  de  los  textos  deuterocanónicos  (Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico, Sabiduría, 1 Macabeos, 2 Macabeos, más las adiciones a los libros de Ester  y  Daniel).  Además,  Reina,  incluyó  en  su  traducción  otros  tres libros:  La  Oración  de Manasés   y   III   y   IV   de      Al comienzo   de   la   traducción   de   estos   textos,   califica explícitamente a III y IV de Esdras de apócrifos. Y en cuanto a la Oración de Manasés, se limita a afirmar que «se suele contar con los libros apócrifos».
  14. Lo que ocurrió con la traducción del Nuevo Testamento merece una mención Cuando comenzaron las labores de impresión en Basilea, la traducción no estaba ni mucho menos terminada,  sobre  todo  la  del  Nuevo  Testamento y, a medida  que  iba  avanzando  el  trabajo  de impresión,  Reina,  se  veía  cada  vez  más  apremiado  por  el  tiempo.  Las  esperanzas  que  tenía  de poder  utilizar  la  revisión  del  Nuevo  Testamento  de  Juan  Pérez  de  Pineda  que  se  estaba imprimiendo   en   París   se   vieron   frustradas   en   1568   por   los motivos   ya   mencionados anteriormente, así pues, sólo pudo disponer de la versión del Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas y las cartas paulinas traducidas por Juan de Valdés. Reina siguió muy de cerca estas dos traducciones y no dudo en tomar literalmente frases o expresiones para su traducción en multitud de ocasiones. En junio de 1567, la labor del impresor le había casi alcanzado, y entonces a Reina no le quedó otro remedio que copiar casi completamente el texto de Apocalipsis de la traducción de Enzinas.
  15. En su deambular por las ciudades protestantes de Europa, Casiodoro dio comienzo a su ardua tarea, reflejada así en su amonestación: “La obra nos ha durado entre las manos enteros doce años. Sacado el tiempo que nos ha llevado o enfermedades, o viajes, u otras ocupaciones necesarias en nuestro destierro y pobreza, podemos afirmar, que han sido bien los nueve, que no hemos soltado la pluma de la mano, ni aflojado el estudio en cuanto las fuerzas así del cuerpo como del ánimo nos han alcanzado. Parte de tan larga tardanza ha sido la falta de nuestra erudición para tan grande obra, lo cual ha sido menester recompensar con casi doblado trabajo; parte también ha sido la estima que Dios nos ha dado de la misma obra, y el celo de tratarla con toda limpieza, con la cual obligación con ninguna erudita ni luenga diligencia se puede jamás satisfacer. La erudición y noticias de las lenguas, aunque no ha sido ni es la que quisiéramos, ha sido la que basta para entender los pareceres de los que más entienden, y conferirlos entre sí, para poder escoger lo más conveniente conforme al sentido y noticia que Dios nos ha dado de su Palabra. Nos hemos ayudado del juicio y doctrina así de los vivos como de los muertos, que en la obra ha podido dar alguna ayuda, consultado todas las versiones que hasta ahora hay, y muchas veces los comentarios. Tampoco nos han faltado las experiencias y ejercicio de muchas de las cosas que trata y hace principal estado la divina Escritura, que de hecho es la mayor y más sustancial ayuda (no faltando las otras) para su verdadera inteligencia.”
  16. Incluimos también un Fragmento de la Introducción a la versión de la Biblia de 1569, traducida por Casiodoro de Reina.

Amonestación del traductor de los Sacros Libros al lector y a toda la Iglesia del Señor:

Cristiano lector:

“Intolerable cosa es a Satanás, padre de mentira, y autor de tinieblas, que la verdad de Dios y su luz se manifieste en el mundo; porque sólo por este camino es deshecho su engaño; se desvanecen sus tinieblas, y se descubre toda la vanidad sobre la cual su reino es fundado, y de allí está cierta su ruina: y los míseros hombres que tiene ligados en muerte con prisiones de ignorancia, enseñados con la divina luz, se le salen de su prisión a vida eterna, y a libertad de hijos de Dios. De aquí viene, que aunque por la condición de su maldito ingenio aborrezca y persiga todo medio encaminado a la salud de los hombres, con singulares diligencias y fuerza siempre ha resistido, y no cesa, ni cesará de resistir (hasta que Dios lo frene del todo) a los libros de la Sagrada Escritura; porque sabe muy bien por la larga experiencia de sus pérdidas, cuán poderoso instrumento es este para deshacer sus tinieblas en el mundo, y echarlo de su vieja posesión.

Largo discurso sería necesario hacer para recitar ahora las persecuciones que la Sagrada Escritura ha sufrido en otros tiempos, y los cargos infames que le han hecho, por los cuales no pocas veces han alcanzado a casi desarraigarla del mundo; y lo hubieran alcanzado sin duda, si la luz que en ella está encerrada, no tuviese su origen y fuente más alto que este sol, y que no consistiese en solo los libros, como todas las otras disciplinas humanas; de donde viene que pereciendo los libros en que están guardadas, o por la condición de los tiempos, o por otros casos mundanos, ellas también perezcan; y si alguna restauración tienen después, es en cuanto se hallan algunas reliquias, con que ayudado el ingenio humano las resucita. Mas porque la fuente de esta divina luz es el mismo Dios, y su intento es propagarla en este abismo de tinieblas, de aquí, que aunque muchas veces por cierto consejo suyo permita a Satanás la potestad sobre los sagrados libros, y aunque él los queme todos, y aun también mate a todos los que ya participaron de aquella celestial sabiduría, quedándonos la fuente sana y salva, (como no puede tocar en ella) la misma luz al fin vuelve a ser restaurada con gran victoria, y él queda frustrado y avergonzado de sus diligencias(…) (…)

Finalmente como quiera que sea, es necesario que se resuelvan: Que ni las disputas inoportunas, ni las defensas violentas, ni los pretextos cautelosos, ni el fuego, ni las armas, ni toda la potencia del mundo junta podrá ya resistir, que la Palabra de Dios no corra por todo tan libremente como el sol por el cielo, como ya lo vamos todos probando por experiencia; y sería prudencia no poca aprender de lo experimentado para lo porvenir, y tomar otros consejos. Ni nos dejemos engañar más con los pretextos dichos, porque no se encubre mucho lo que el diablo pretende con ellos, aunque los que los han puesto tengan cuanta buena intención quisieron, por lo menos esto es necesario que esté fuera de disputa. Que habiendo dado Dios su Palabra a los hombres, y queriendo que sea entendida y puesta en efecto por todos, ningún buen fin puede pretender el que la prohibiere en cualquier lengua que sea”.

  1. Casiodoro de Reyna (así firmaba), es uno de los grandes desconocidos del siglo XVI español, a pesar de que su talla intelectual y su contribución al pensamiento moderno están a la altura de otros personajes de su época, tales como Lutero, Calvino o Zwinglio. Por una parte, desterrado y perseguido por la Inquisición española, y por la otra, incomprendido y adversado por los calvinistas, Reyna constituye el mayor exponente del intento por implantar la Reforma en España. Supo ser tolerante en una sociedad intolerante y dogmática, a fin de poder llevar a cabo su mayor aportación: la primera traducción de la Biblia completa al castellano, Versión leída hoy día por millones de personas en todo el mundo.
  2. La versión completa de la Biblia que hoy conocemos como Reina-Valera, es considerada como “una de las mejores que existen en lengua castellana.” Un autor señala: “La traducción de Reina es un trabajo grandioso tanto por la fidelidad de la traducción como por la pureza del lenguaje… El muy católico Menéndez Pelayo, predispuesto contra los reformistas españoles dice: ‘Habiendo sido hecha esta traducción en los mejores tiempos de la lengua castellana sobrepuja a las versiones de Felipe Scío y Torres Amat’.”
  3. A Casiodoro dedica el siguiente verso Manuel Pérez del Busto:

Oh, singular Casiodoro

Que, de un modo inteligente,

Nos has llevado a la fuente

Que emana Palabra de oro.

Todo su inmenso tesoro,

Tan divino y tan humano

Recogió tu noble mano

Con tal especial intento,

Que lograste un monumento

Con la Biblia en castellano.

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Lección 17

VIII. La Reforma Protestante en España.

  1. Cipriano de Valera.
    1. E1 nombre de Cipriano de Valera está estrechamente unido al de Casiodoro de Reina y al de la  Biblia  en  la  que  ambos  trabajaron,  uno  como  traductor  y  otro  como    Cipriano  de Valera,  muy seguramente,  nació  en  Valera  la  Vieja.  Esta  población,  situada  sobre  las  ruinas  del antiguo  asentamiento  romano  de  Nertóbriga,  formaba  parte  del  reino  de  Sevilla  en  los  días  de Cipriano, y actualmente pertenece al municipio de Fregenal de la Sierra, en Badajoz.
    2. Otro ilustre hijo de  la  villa  fue  el  sabio  humanista,  Benito  Arias  Montano,  quien  entre  otras  importantes funciones  desempeñó  el  cargo  de  confesor  del  rey  Felipe  II, capellán  del  Monasterio  de  El Escorial,  consejero  real  y  Si  bien,  Arias  Montano  ha  pasado  a  la historia por  ser  el responsable de la compilación y publicación de la Biblia Políglora Regia (Amberes, 1572).
    3. La fecha del nacimiento de Valera podemos deducirla por el prefacio de su edición de la Biblia, pues nos dice: «Yo siendo de cincuenta años comencé esta obra y en este año de 1602 en que ha  placido  a  mi  Dios  sacarla  a  la  luz,  soy  de  setenta  años  (edad  es  esta  en  que  las  fuerzas desfallecen la memoria se entorpece  y los ojos se escurecen) de manera que he empleado veinte años en ella». Si en el año 1602 tenía setenta años podemos calcular que nació en 1531 ó 1532.
    4. Sobre su  vida,  antes  de  ingresar  en  el  monasterio  jerónimo  de  San  Isidoro  del  Campo, sabemos muy pocas cosas. Al igual que ocurre con Casiodoro de Reina, no conocemos el nombre con que fue bautizado, únicamente sabemos el nombre que tenía al profesar como fraile. De los pocos datos fidedignos que tenemos sobre los primeros años de Valera se sabe que estudió en la Universidad Hispalense, obteniendo el grado de bachiller.
    5. El recuerdo  de  la  ciudad  andaluza  en  la  que  estudio  es  imborrable,  y  así,  treinta  años después  de  haber  dejado  Sevilla,  Valera  la  recordaba  en  el  primero  de  sus  libros,  diciendo:  «La ciudad  de  Sevilla  es  una  de  las  más  civiles,  populosas,  ricas,  antiguas,  fructíferas  y  de  más suntuosos edificios que hoy hay en España».
    6. Tras los  estudios  universitarios,  que  luego  tan  útiles  le  serían  para  impartir  clases  en Cambridge y Oxford, se trasladó al cercano monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, construido  sobre  las  ruinas  de  Itálica.  Cuando  Valera  llegó  al  monasterio  a  mediados  del  siglo XVI,  ya no vivían allí los primitivos monjes cistercienses, sino los ermitaños jerónimos de Fray Lope de Olmedo, que se regían por la regla del famoso traductor de la Vulgata.
    7. Durante su  estancia  en  el  monasterio  tuvieron  lugar  acontecimientos  que  marcaron  para siempre su vida. A mediados del Siglo XVI, Sevilla se había convertido en un importante centro de comercio y en una floreciente ciudad cultural donde las ideas «reformadas» habían penetrado con    Estas  ideas  se  filtraron  muy  especialmente  en  el  monasterio  de  San  Isidoro  del Campo calando en la vida de los monjes que allí vivían. Según se cuenta en el libro de Artes de la Inquisición  española,  escrito  por  Raimundo  González  de  Montes  (que  bien  puede  ser  un pseudónimo del  propio  Casiodoro  de  Reina),  «las  horas  que  llaman  de  coro  y  rezo,  se  habían convertido en explicaciones de la Santa Escritura».
    8. Como ya dijimos al escribir sobre Casiodoro de Reina,  cuando  algunos  frailes  de  San  Isidoro  supieron  que  la  Inquisición  andaba  detrás  de ellos porque había descubierto que dentro del monasterio se estaban leyendo libros prohibidos y propagando creencias reformadas, emprendieron una huida sin retorno al centro de Europa, entre ellos se encontraban Reina y Valera.
    9. Este último, que fue un excelente narrador, explicó de este modo lo ocurrido: «En el año 1557, acontecieron en Sevilla cosas maravillosas y dignas de perpetua memoria. Y es que, en un monasterio de los más célebres y ricos de Sevilla, llamado San Isidoro, el negocio de la verdadera religión iba  tan  adelante  y  tan  a  la  descubierta  que,  no  pudiendo ya  más  con  buena  conciencia estar allí, doce de los frailes, en poco tiempo se salieron, unos por una parte y otros por otra. Los cuales,  dentro  del  año,  se  vieron  en Ginebra,  a  donde  cuando  salieron  tenían  determinado  de  No hubo ninguno de ellos que no pasase grandes trances y peligros. Pero de todos estos peligros, los escapó Dios y con mano potentísima los trajo a Ginebra».
    10. Así pues, algunos de los frailes de San Isidoro  huyeron  de  España  por  diferentes  y  arriesgados  caminos,  y  al  cabo  de  un  año  se encontraron todos en Ginebra. Los inquisidores de Sevilla, atrincherados en el castillo almohadede  Triana,  inician  un  largo  proceso  contra  estos  frailes  a  los  que  se  acusa  de  luteranos,  se  les declara enemigos de los españoles y se les condena, el 28 de abril de 1562, a morir quemados en la hoguera, pero como los acusados habían huido de España y no estaban presentes se les quemó en efigie.
    11. El mismo Valera nos relata su huida en el libro Tratado del Papa, donde nos cuenta que, junto a otros monjes, escapó de la mano de los inquisidores. Entre estos se encontraban el prior, el vicario de San Isidoro y el prior de Écija. Con respecto a los que decidieron quedarse, nos dice que algunos lograron escapar de la muerte y salir absueltos de sus cargos.
    12. Valera buscó  refugio  en  la calvinista  Ginebra,  donde  se  encontró,  entre  otros,  con  Juan Pérez  de  Pineda,  y  conoció  a  Juan  Calvino,  de  quien  fue  discípulo  y  también  traductor  al castellano  de  algunas  de  sus    Así,  por  ejemplo,  en  Londres  publicó  la  tercera  edición  del Catecismo (1596), y fue el responsable de la primera traducción castellana de la Institución de la Religión Cristiana (1597).
    13. Se desconoce  qué  le  indujo  a  abandonar  Ginebra  para  trasladar se  a  vivir  a  Inglaterra, puede que fuese porque allí se había restablecido la libertad religiosa al subir al trono Isabel I, en 1558,  y  es  en  ese  país  donde  Valera  vivió  la  mayor  parte  de  su  vida,  allí  se  casó  en  1563  y  es probable  que  allí    Llegó  a  Londres  en  1558,  y  a  diferencia  de  Reina  y  del  Corro,  no  se relacionó  con  la nobleza  y  la  alta  sociedad,  y  para  ganarse  la  vida,  tuvo  que  recurrir  a  impartir clases privadas y de ese modo se convirtió en mentor de los hijos de varias familias pudientes de la ciudad de Londres
    14. Sobre su primera estancia en Londres realmente se sabe poco, aparte de que, al igual que otros españoles,  no  se  debía  sentir  muy  a  gusto  en  las  iglesias  de  refugiados  calvinistas procedentes del continente. El 9 de febrero de 1559,  gracias a la titulación académica alcanzada en  la  Universidad  de  Sevilla,  se  incorporó  al  claustro  de  profesores  de  la  Universidad  de Cambridge.  Poco  antes  había  sido  nombrado  miembro  del  prestigioso  Magdalene  College  de Cambridge en donde enseñó teología, entre los años 1559 y 1567.
    15. En el  apartado  de  reconocimientos  académicos  es necesario  mencionar  que  en  1565 recibió  el  título  de  Maestro  de  Artes  en  la  Universidad  de    Además, ocupó  el  cargo  de tutor  de  Nicolás  Walsh,  quien  años  más  tarde  llegó  a  ser  obispo  anglicano  en  Ossory,  y  quien realizó  la  primera  traducción  del  Nuevo  Testamento  al  irlandés  gaélico,  y  trabajaba  en  la traducción de toda la Biblia cuando murió violentamente en 1589.

 Escritor, Traductor y Editor.

  1. Valera fue,  ante  todo,  un  pensador  y  un escritor,  que  dedicó  buena  parte  de  su  vida  al estudio. Una de sus aficiones era la escritura, a la que dedicaba gran parte de su tiempo, aunque también  se  ocupó  de  otras  tareas,  como  la  asistencia  espiritual  a  los  prisioneros  españoles capturados en la batalla contra la Armada Invencible.
  2. La mayor parte de sus libros fueron publicados en imprentas de Londres y Amsterdam. La primera de sus obras se publicó en 1588, en Londres, y llevaba por título “Dos tratados.” El primero es del Papa y su autoridad, colegido de su vida y doctrina. El segundo es de la Misa. El uno y el otro, recopilado  de  lo  que  los  doctores,  concilios  antiguos  y  la  Sagrada  Escritura  enseñan.  El propósito de ambos tratados era el de denunciar con textos bíblicos los errores del sistema papal y de  la    En  el  tratado  sobre  el  papa  hace  una  recopilación de  los  desmanes  atribuidos tradicionalmente a los papas y contiene una curiosa colección de refranes populares que critican al  papado  y  al  clero  general  de  aquellos  días.  La  idea  principal  del  tratado  es  presentar  a  Cristo como  el  único  mediador  entre  Dios y  los  seres  humanos.  Idénticos  propósito  y  método  se encuentran en el tratado sobre la misa. Esta obra vio una segunda edición diez años más tarde y, además, se tradujo al inglés.
  3. Su siguiente libro se publica en 1594, y se llamaba: “Tratado para confirmar a los pobres cautivos de  Berbería.”  Este  libro  va  dirigido  a  los  cristianos  que  habían  caído  en  manos  de  los piratas  mahometanos  de  Su  propósito  es  confirmar  en  su  fe  a  los cautivos,  para  que  no renieguen  de  ella,  presentando  la  Biblia  como  remedio  para  afrontar  la  pesadumbre  y  como  un arma  eficaz  contra  los  enemigos  del  alma  y  del  cuerpo,  siendo  además  fuente  de  toda  doctrina cristiana. Este libro, incluye en un apéndice otro de sus escritos al que tituló: enjambre de falsos milagros e ilusiones del demonio con que María de la Visitación engañó a muy muchos, en el que su mordacidad se ceba a placer sobre la superstición. En esta obra, la ironía se halla envuelta por una compasión verdaderamente cristiana que Valera siente por quienes carecen de la verdad, por haberles   sido   presentada   falsificada.   Por   ello,   concluye   este   tratado   con   la   fervorosa amonestación  de  acudir  a  Cristo,  el  único  que  obra  verdaderos  milagros,  para  recibir  de  él,  el mayor de todos los milagros, la paz del alma.
  4. Mientras está revisando  la  traducción  de  la  Biblia  de  Reina,  publica  en  1596  una  nueva edición  revisada  del  Nuevo  Testamento  de  Francisco  de  Enzinas,  teniendo  en  cuenta  el  trabajo anterior  de  Juan  Pérez  de  Pineda,  que,  como  recordamos,  había  sido  quizás  el  libro  más importante que había leído en su época de fraile en San Isidoro, y que había llegado allí gracias a Julianillo Hernández.
  5. Un año después, en 1597, publica su traducción más famosa: La Institución de la Religión Cristiana, escrita por Juan Calvino, a la que incorporó un prólogo dirigido «a todos los fieles de la nación española que desean el adelantamiento del Reino de Jesucristo».
  6. Otra importante  obra  suya  es  el Aviso  a  los  de  la  Iglesia  Romana  sobre  la  indicción  del jubileo  por  la  Bulla  del  papa  Clemente  Éste,  como  otros  folletos  de  carácter  popular, fue escrito pensando en el pueblo llano, y en un lenguaje fácil de comprender.
  7. El último de sus trabajos literarios  lleva  por  título: La    Que  es,  los  sacros  libros  del  Viejo  y  Nuevo Testamento.  Segunda  edición  revisada  y  conferida  con  los  expertos  Hebreos  y  Griegos  y  con diversas traslaciones. Se trata, como él mismo explica en el largo título que le puso, de la revisión de la Biblia del Oso que llevó a cabo.
  8. A este trabajo, que con propiedad podríamos definir como una segunda  edición  de  la  Biblia  de  Reina,  le  dedicó  veinte  largos  años,  y  culminó  con  su publicación en 1602, en Amsterdam. Precisamente,  en  ese  mismo  año,  perdemos  la  pista  de  Valera, que  ya  contaba  con aproximadamente  setenta  años. Es  posible  que  volviese  a  Inglaterra,  y  allí  viviese  algunos  años más, pero se desconoce la fecha exacta de su muerte.

De la Biblia del Oso a la Biblia del Cántaro.

  1. En la portada de la Biblia que editó Cipriano de Valera puede verse estampada la imagen de dos hombres: uno está plantando un árbol, mientras el otro lo está regando con agua que sale de un  cántaro (de  ahí  que  esta  Biblia  sea  conocida  como  la  Biblia  del  Cántaro).
  2. Muy posiblemente, la escena descrita nos remite al texto bíblico de 1 Corintios 3,6: «Yo planté, Apolos regó; pero  el  crecimiento  lo  ha  dado  Dios».  Algunos  intérpretes  han  indicado  que  la  escena representada  en  la portada  de  la  Biblia  hace  referencia  a  que  con  la  primera  edición  llevada  a cabo por Casiodoro de Reina se había plantado la semilla de la Palabra de Dios, y nuevamente en la revisión de Cipriano de Valera se contribuía a regar lo anteriormente plantado.
  3. Es evidente  que  Valera,  como  ya  se  ha  señalado  anteriormente,  no  pretendía  hacer  una nueva traducción bíblica, puesto que reconocía que la versión de Reina era excelente, tanto por la fidelidad con que se habían traducidos los textos originales, como por la belleza literaria con que se habían volcado a la lengua castellana aquellos viejos textos hebreos, arameos y griegos.
  4. Entonces, ¿qué  movió  a  Valera  a  emprender  la  ardua  labor  de  realizar  una  segunda edición del texto bíblico de Reina? Valera, como buen lingüista, sabía bien que todas las lenguas con  el  tiempo  evolucionan  y    Por  tanto,  ninguna  traducción  puede  ser definitiva,  sino que periódicamente necesitan ser actualizadas, para que los hablantes o lectores puedan entender mejor el sentido de lo allí expresado.
  5. Pero ésta  no  fue  la  única  razón,  aunque  seguramente  fue  la  más    Otras motivaciones  bien  pudieron  ser  que  en  sus  días,  la  mayor  parte  de  las  Biblias  del  Oso  habían desaparecido como  consecuencia, principalmente, del ahínco con que los  inquisidores españoles las  buscaron  y  quemaron.  Así  pues,  se  hacía  necesario  imprimir  nuevos  ejemplares  de  la  Biblia con una ortografía actualizada  y con notas que iluminasen el sentido de los textos bíblicos, para que los lectores de habla española, ya estuvieran dentro o fuera de España, pudieran disfrutar de nuevo de la Palabra de Dios en su propia lengua.
  6. Valera no llevó  adelante  su  trabajo  rigiéndose  por  criterios  arbitrarios  o  puramente estéticos  (porque  esto  o  aquello  le  sonase  mejor  o  peor),  sino  que  su  labor  de  revisión  fue sistemática,   extensa   y   con   criterios   de   revisión   muy   bien      Veamos,   casi a vuelapluma, algunas de las correcciones generales que introdujo:
    1. Cambió o  eliminó  expresiones  que  consideró  inapropiadas  para  una    Así,  por ejemplo,  la  expresión  «por  ventura»  fue  quitada  del  texto  bíblico.  Posiblemente,  a  Valera  le pareció que esa expresión tenía ciertas reminiscencias paganas y la fue sustituyendo por palabras como: quizás, de cierto, sin duda, etc.
    2. Cuando encontró lecturas discordantes entre el texto hebreo del Antiguo Testamento y la versión griega de los  Setenta (Septuaginta) o el texto latino de la  Vulgata, Valera dio prioridad, en la inmensa mayoría de las ocasiones, al texto hebreo, al considerar a éste como el más cercano al original.
    3. En ocasiones,  Valera,  cambió la  forma  de  algunos  nombres  propios  del  Antiguo Testamento,  pues  mientras  Reina  los  había  derivado  del  latín  o  del  griego,  Valera  optó  por adaptarlos del hebreo. Así, por ejemplo, Reina llamó al profeta Isaías, «Isayas», tomándolo de la forma  latina  «Isaías».  En  cambio,  Valera  le llamó «Esayas»,  haciéndolo  derivar  de  la  forma hebrea «Yeshayahu».
    4. Respecto a los libros Deuterocanónicos, el tratamiento y lugar de colocación es diferente en una  u  otra  edición.  Ya  explicamos anteriormente dónde  los  situó  Reina  en  su    Valera también colocó estos libros en la suya, pero en una sección aparte, con numeración propia, entre el  Antiguo  Testamento  y  el  Nuevo  Testamento.
    5. Al comienzo  de  la  Biblia,  en  la  Exhortación  al Cristiano Lector, Valera expone las razones históricas y dogmáticas por las que él considera que deben estar en una sección distinta. Según su explicación, ha querido colocarlos allí siguiendo a todos  los  reformadores,  especialmente  a  Calvino  y  Teodoro  de  Beza,  los cuales  consideran  que estos libros son útiles para la edificación de los fieles cristianos, pero de ellos no debe extraerse doctrina para confirmar la fe.
  7. Esta primera  revisión  y  edición  del  texto  traducido  por  Casiodoro  de  Reina,  marcó  una tendencia  muy  importante  en  la  historia  de  esta  Pero  sí conviene destacar que, desde el comienzo de las revisiones, hay un marcado interés de trasmitir el mensaje del texto bíblico, de una forma clara, fiel e inteligible.
  8. La revisión no fue de cambios cosméticos en la fraseología de la Biblia, sino que supuso un nuevo intento de leer el texto de la Escritura en presencia de los textos en hebreo, arameo y griego más antiguos y fidedignos, a fin de actualizar la ortografía y la sintaxis, pero sobre todo, aclarar el sentido  y significado del texto bíblico para que   toda   persona   pudiese   acercarse   «…a  la  Sagrada   Escritura,   para   que   la   meditemos, escudriñemos y rumiemos… y alumbre nuestro camino…»
  9. Finalizamos aquí este artículo, y para ello me gustaría citar aquellas palabras que Cipriano de Valera colocó al comienzo de su Biblia y que iban dirigidas a todos los hablantes de la lengua castellana:

«Escuchad pues, diligentemente, oh españoles carísimos, con un ánimo humilde, abatido y desconfiado de sí mismo, al Dios todopoderoso, que os crió, redimió y santificó y os promete (si vosotros oyereis su voz e hiciereis lo que os manda, y como lo manda) de glorificaros en su reino consigo; el cual os habla y enseña en esta santa palabra su voluntad».

Para descargar la lección en PDF haga click en Estudios de la Reforma – Lección 17

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